La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

jueves, 24 de enero de 2013

Mente analítica VI (Final)

Juicio número xxxxxxxx. El estado contra Rubén Ferrán.
Todos están preparados. El juez sentado a su gran mesa de madera noble, el fiscal ojeando unas notas junto a una chica que debía ser su ayudante, su abogado escribiendo algo en un folio, anotaciones de última hora a su discurso final. Y él, Rubén, se sentía calmado. Contemplativo. Observando al público que le miraba con aire de superioridad, juzgando sus actos, juzgando su vida, juzgando su forma de ser. No tenía de que avergonzarse. Salvo por estos últimos tres meses, él ha creído ser una persona buena en términos generales. Mucha gente, que apenas le conocían, decía eso. Lo que le preocupó es la opinión de la única persona que le conoció quizá al 75%, y por eso sus devastadoras palabras eran tan importantes. Por eso había vivido como alma en pena durante esos casi 100 días. 
(Juez) - Bien, ya solo nos quedan oír las alegaciones finales. Señor Fiscal tiene la palabra.
(Fiscal) - Señoría, miembros del jurado, ¿qué es lo que sabemos? El acusado tuvo en sus manos decisiones importantes, y tomó partido por un lado en vez de por el otro. Tenemos el problema de su fobia a los médicos, tenemos su aplazamiento, como el mismo denominó, a hablar de casarse. Hubo problemas de comunicación. Y por sí fuera poco, según ha admitido el señor Ferrán, los últimos meses no fueron el paraíso en esa relación. ¿Entonces, de que se extraña el acusado?¿Qué demonios tendría que haber pasado? Lo más lógico que sucediera es la ruptura. Cuando algo es blanco y está en una botella se diría que es leche. Era obvia esta situación, era de lo más normal que acabara como ha acabado. Y por sí fuera poco hasta él mismo dice que es culpable. Creo que no tendrán que pensar demasiado en su veredicto. ¡Rubén Ferrán es culpable de todos los cargos que se le imputan!
(Juez) - Abogado, su turno.
(Abogado) - Mi cliente, Rubén, ha admitido su culpabilidad, si. No se ha escondido detrás de excusas de cualquier tipo. Sabe lo que hizo, y sabe que algunas cosas no fueron todo lo bien que debieron ir. Sin embargo, como hemos descrito aquí, el mes anterior no hubo señales, no hubo palabras, no hubo si quiera broncas que hicieran pensar en una ruptura drástica. Rubén siempre ha dicho lo que ha pensado, y a eso se le ha llamado control. Rubén admitió, con todo lo que debió costarle, sus debilidades ante esa otra persona. Y luego se lo echó en cara. Que unos días antes hablaran de hacer cosas juntos y unos días después fuera todo tan absurdamente brutal no le encajaba. Algo debió pasar la víspera de la pelea, Rubén así lo cree. Algo podrido debía haber en Dinamarca. Mi cliente se ha mantenido fiel desde el primer día hasta el último a una persona de la cual el pensaba que era la mujer de su vida. Y esta persona le ha decepcionado. Y no por separarse, ni por encontrar afecto en otro lugar, no. Rubén estuvo mirando al mismísimo diablo a los ojos en el infierno. Rubén cayó a un abismo terriblemente profundo por todo lo que se dijo de él y ahora empieza a salir. Poco a poco recupera su amor propio, poco a poco empieza a tener confianza. Su condena ha sido cumplida con creces, y si el jurado tiene un poco de compasión dirá que este hombre es inocente.
(Juez) - Miembros del jurado, una vez escuchadas ambas partes, pueden ir a deliberar.
Las doce personas se levantaron y una tras otra desaparecieron detrás de un puerta que les llevaba a una salita acondicionada para ellos. Rubén les miró uno a uno a los ojos. Vió rostros que mostraban dureza, en otros vio una mueca de compresión y en alguno incluso indiferencia. 
Mientras les veía marcharse pensó en una moneda tirada al aire. ¿Sería cara o saldría cruz? Había creído durante toda su vida que las cosas buenas y las cosas malas se tienden a igualar. De la misma forma que si tiras una moneda mil veces, la mitad caerán de un lado y la otra mitad del contrario. A toda época floreciente le siguen tiempos oscuros. Y ahora solo se preguntaba cuanto duraría ese periodo negro de su vida. ¿A cuanto equivalen 10 años de felicidad?¿Dependerá de la intensidad de esa negrura?¿Quien coño mide esas cosas? Quería salir de este bucle infinito de añoranza, de tristeza, de melancolía. Pero, ¿Cómo? Ya se sentía preparado para mirar al futuro, aunque por ahora lo veía tan oscuro como una noche sin luna. 
(Juez) - Creo que el jurado ya tiene su veredicto, ¿no es así?
(Portavoz del jurado) - Así es señoría. Por unanimidad declaramos al acusado culpable de todos los cargos. Aunque quisiéramos añadir una sugerencia a la condena que deberá cumplir. Así cómo creemos en la culpabilidad de esta persona también pensamos que es innecesario que pase más tiempo enclaustrado. Creemos que ya ha pagado por sus actos y pedimos la mínima condena posible.
(Juez) - Muy bien, señor Ferrán pasará en los calabozos una noche más, y le diré el motivo de mi clemencia. Desde hace cientos de años ha ocurrido que las parejas se rompen, por los motivos que sean. También ha pasado que esas mismas parejas han rehecho su vida, solas o encontrando a otras personas a su vez. La vida es dura señor Ferrán, pero también ese es el misterio que tiene. Esa es su belleza. Luchar y sobrevivir. Déjese de hacer preguntas, déjese de recordar los malos momentos. Abra la ventana de su celda interior en la que esta aprisionado y mire fuera. Hay un mundo por descubrir. No se pierda el espectáculo de la vida. Y este día en el calabozo quiero que piense en eso, que se deshaga de todo lo viejo y respire el aire nuevo. ¿Me ha entendido?
(Rubén) - Si, pensaré en esas palabras señoría.
Mientras los agentes de seguridad le llevaban por última vez a su cubículo, Rubén tenía dos palabras en mente. Durar y ser.

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