La mayoría de las veces nos quedamos con la apreciación superficial de las cosas. Sin embargo suele suceder, más a menudo de lo que creemos, que caemos en pensamientos incorrectos. Una teoría es válida hasta que encontramos un suceso en el que nuestra hipótesis falla. No siempre las cosas son lo que parecen.
¿Qué trayectoria es la más rápida para conectar dos puntos que están a distinta altura y no en la misma vertical?
Si hiciéramos esta pregunta en la calle me jugaría la mano derecha a que el 100% de la gente diría que una línea recta inclinada que uniera ambos puntos. Lo cual es lo más intuitivo, sin embargo estaríamos totalmente equivocados. La trayectoria más rápida la demostró Newton hace ya un tiempo, hacia finales del siglo XVII, en una especie de juego de acertijos matemáticos que tuvieron en la Royal Society de Londres y en la que participaron tipos de la talla de Hooke, L'Hopitâl o Huygens. No obstante conozco esta historia a través de la biografía de Johann Bernoulli que fue el impulsor del susodicho acertijo. Para resumir brevemente, en unas pocas horas Newton demostró que la curva llamada braquistócrona es la que utilizaría un móvil hipotético para llegar antes de un punto a otro, en las condiciones indicadas un poquito más arriba. Para no aburrir demasiado, sólo diré que esta curva es una cicloide invertida y que se forma cogiendo un punto fijo de una circunferencia y haciendo mover ésta por una superficie recta sin deslizar. La curva descrita por ese punto es la cicloide, el camino más rápido para unir dos puntos. Como veis, las cosas no siempre son lo que parecen.
Hace poco leí en un artículo de un periódico que en un lugar habían llovido ranas. Es curioso pero ha habido varios de estos sucesos en la historia. Ya en la Biblia se nos anticipa un hecho de tal índole en una de las plagas que cayeron sobre Egipto. La historiografía suele achacar estos extraños acontecimientos a un castigo o una bendición divinas, dependiendo del punto de vista del que narrase el incidente. Teorías actuales desechan cualquier tipo de intervención celestial y presumiblemente estas lluvias de animales son causadas por la succión de tornados en lagos y charcas de toda esa fauna que luego sueltan unos cuantos kilómetros más allá. Las cosas, sin duda, no son lo que parecen.
Hace unos días me encontraba en el metro y por el vagón avanzaba un hombre con muletas. Iba repitiendo una serie de frases mecánicamente, de manera anodina e incluso me aventuraría a decir que con una desgana terrible. Algunos pasajeros del vagón le daban unas monedas, otros desviaban la mirada cuando pasaba a su lado. Vi al hombre acercarse. Su cara hacia presagiar un fatal desenlace no pasando mucho tiempo, la pierna la ponía de tal forma que era imposible que una persona normal hiciera eso sin romperse todos los ligamentos de la rodilla. Al pasar por mi lado me habló, entendí algo de que tenía cuatro hijos a los que alimentar y que no le daban trabajo por su enfermedad. Le hice un gesto negativo con la cabeza y siguió con su periplo por el vagón. A las dos paradas se subieron dos agentes de seguridad del metro. Era mi parada y me bajé, en ese instante vi al hombre de las muletas bajarse también. Me disponía a subir por las escaleras mecánicas sumido en la música que llevaba en mis cascos cuando alguien pasó corriendo por mi lado. Si, el hombre moribundo corría, escaleras arriba, con las muletas en volandas. Las cosas no siempre son lo que parecen.
Unos meses atrás me encontraba haciendo la compra en el Carrefour. Siempre había comprado el pack de 24 latas de cocacola, cuyo cartel promocional estaba, con letras bien grandes, en la repisa y rezaba "pack ahorro de 24 latas 14,50€". Por casualidad detuve mi mirada en un cartel mucho más pequeño un poco más a la derecha. "Pack de 12 latas 7,20€". Las cosas no siempre son lo que parecen.
El otro día leí esta inquietante historia. Un médico holandés llamado Hermann Boerhaave legó, al morir en 1738, un libro sellado titulado "los secretos más exclusivos y más profundos del arte médico". El libro fue subastado, aún sellado, por 20.000 dólares en oro. Cuando el nuevo propietario rompió el sello y abrió sus páginas ávido de sabiduría por obtener la clave de la vida eterna, se encontró con un libro totalmente en blanco salvo en su primera página. En esta se podía leer una nota manuscrita por el autor que decía "conserve la cabeza fresca, los pies calientes y hará empobrecer al mejor médico del mundo". Las cosas no suelen ser lo que parecen.
En Junio de 1966 hubo una masacre en un bar de Nueva Jersey.
Tres personas aparecen muertas. Un testigo dice haber visto a un par de personas saliendo del bar. Una de ellas es, presuntamente, Rubin Carter más conocido como huracán Carter, boxeador de los pesos medios de raza negra. Es condenado a tres cadenas perpetuas en un juicio totalmente irregular. Rubin logra hacerse oír y Bob Dylan incluso le dedica una maravillosa canción. La opinión pública hace fuerza y logra un nuevo juicio cuyo veredicto es el de inocente. Las cosas no son lo que parecen, sobretodo sí eres negro en la década de los 60 en Estados Unidos.
Hace un rato, después de ducharme, me he quedado mirando mi reflejo en el espejo unos segundos. He visto a un chico con buen aspecto, con cara de seguridad en sí mismo, algo vanidoso, con gesto complacido por lo que ve. Sin duda, hoy las cosas no son lo que parecen.
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