La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

jueves, 31 de enero de 2013

Memoria

¿Qué es lo que hace que recordemos unos hechos determinados y otros pasen a formar parte del olvido?
El cerebro es algo intrincado, ni lo comprendemos ahora ni en un futuro próximo. En alguna ocasión he escuchado que solo utilizamos el 10% de la capacidad de este. ¿Qué hay del resto?¿Por qué no podemos más que vislumbrar nuestro potencial?
Ayer hablé con dos personas de mi pasado más lejano. Dos personas que fueron una fracción importante de mi niñez. Al menos ese es mi recuerdo. Sería interesante ver que recuerdan esas dos personas de mi. Se lo preguntaré algún día. Bueno, una de ellas me dió un par de nombres, personas que como ellas dos fueron a mi clase de pequeño. A una de ellas no la recuerdo y la otra tuve que pensar varios minutos hasta caer en la cuenta. Sin embargo, de las personas con las que contacté ayer, recordaba sus apellidos. Incluso hay un par de personas más que también puedo decir sus nombres completos. ¿Por qué?¿Fueron más importantes para mi?¿Me caían mejor?¿O sólo es que tenía más trato con ellos?
La mente juega con nosotros a veces. Es curioso pensar, y a todos nos ha pasado esto, que en un examen no podemos recordar algo que hemos leído un par de horas antes y si que recitamos el estribillo de la canción que suena por la radio.
Cuando menos esperamos nos vienen a la mente datos que parecen ser irrelevantes para la vida diaria. De pronto el nombre de un actor te viene a la cabeza y piensas, ¡vaya, me gustaría ver de nuevo esa película! O quizá estas leyendo el periódico y tu mente deambula por sus pasadizos secretos y saca a colación un escritor del que te apetece leer algo en ese instante.
Ayer, me di cuenta de lo asombroso de la memoria. Vi alguna foto de esas personas y cientos de recuerdos vinieron a mi, inundando de nostalgia mi frágil mundo en el que ahora me encuentro. Recordar la infancia no deja indiferente. Algunas personas tendrán recuerdos buenos y otras malos. Los míos en general son de esos que te hacen sonreír. También quizá porque tendemos a sacar a la luz la historias felices y puede que algún asunto turbio quede enterrado bajo miles de neuronas. Quien sabe. Pero sin duda es fascinante pensar que después de tanto tiempo una mirada, unos simples ojos pueden llevarte tan lejos en el tiempo. Será porque esa mirada la tenía grabada a fuego en mi mente.
Una cara hace que vueles 25 años atrás. La máquina del tiempo más efectiva hasta el momento. La memoria. Claro que sólo funciona para un sentido. ¡Vaya por dios!
Interesante es el tema de lo que podemos hacer o no. Me explico, los mentalistas, psíquicos, sensitivos, y todo ese tipo de personas dicen que son capaces de realizar funciones para las que la gente de a pie, tu y yo, no soñaríamos con hacer. Mover objetos, leer pensamientos, intuir donde se encuentra una cosa o persona, ver a través del tiempo, bilocaciones, etc, etc. Todo eso, que es discutible, se produce mediante un ejercicio mental. Es decir, esa gente utiliza más del 10%. ¿Cómo?
Gente excepcional, sean engaños o no. Si es cierto, da miedo. Sino, se lo han currado bastante. En cualquier caso son personas fuera de lo común.
Más fácil de probar son ese otro tipo de gente cuyo coeficiente intelectual es superior a la media. Su cerebro trabaja más rápido, es más ágil, más potente, más efectivo. ¿Por qué unas personas tienen ese don y otras nos tenemos que conformar con leer mil veces una cosa para memorizarla?
Según las teorías de Darwin, el naturalista, el ser que mejor se adapta es el que sobrevive. El que perpetuará sus genes para el futuro. ¿Cuál de las especies es la que sobrevivirá? ¿Los que somos gente corriente o los que extrañamente tienen un don excepcional?
Me da a mi que la mediocridad gana la batalla. Ahora vale más ser un pirata que un navegante. Los corsarios se adueñan del mundo mientras los exploradores se agazapan esperando no ser aniquilados.
En fin, yo me quedaré con mis recuerdos de niño. Época en la que solo pensaba en jugar, reír, y por qué no, mirar a los ojos a una pequeña niña con sonrisa risueña. ¡Ah, que tiempos!



miércoles, 30 de enero de 2013

Las Moiras

¿Sería mi vida distinta de haber tomado un camino distinto?¿Qué habría pasado si hubiera cogido otra bifurcación?
Preguntas que todo el mundo se ha hecho en un momento u otro de su vida.
Hace ya algunos años me encontraba estudiando en una biblioteca municipal. Iba allí cada día durante el mes que duraba el periodo de exámenes. Un día me fijé en una chica que estaba en la mesa de enfrente. Me llamó la atención por su mirada. Recuerdo que usaba gafas y eso le daba un aire más interesante. No se el motivo, sinceramente. El caso es que cada vez que ella levantaba la vista de sus apuntes yo me volvía loco, me quedé prendado de esos ojos, de esa expresión, de esa mirada. De vez en cuando sonreía y susurraba algo a los que compartían mesa con ella. Amigos suyos de clase supuse. Aquel día me enamoré en un instante, un amor intenso pese a ser repentino. De pronto deseé estar a su lado, sentir su mirada, sentir su piel, sentir cada suspiro. En un momento salí a la calle a descansar de mis estudios y unos minutos después ella salió con sus amigos. Y entonces escuché su voz. Angelical. Sólo puedo describirla así. No solo tenía unos ojos cautivadores sino que su voz era tan dulce y suave que la hacía casi irreal. Era como una ninfa, un ser realmente bello, lleno de vida.
Al día siguiente la volví a ver. Intenté ponerme en su misma mesa pero ya estaba completa. La sala estaba muy llena y me senté en la otra punta de la biblioteca. Estuve triste todo el día. Tal impacto me causó esta chica. Al tercer día no la vi y acabé por pensar que era una tontería engancharse por alguien de esa forma, un pensamiento quizá para protegerme de mi mismo. Pero al cuarto día sucedió algo que me dejó confundido. Llegué al abrir, a eso de las 9 de la mañana. Me senté en una mesa cualquiera de una zona tranquila de la sala alejado de la puerta donde nada pudiera despistarme. Un par de horas más tarde alguién se sentó justo a mi lado. Si, era ella. Alucinado y nervioso a partes iguales no daba crédito a la coincidencia. Ella no me habló, ni siquiera hizo gesto alguno de que no fuera otra cosa que una pura casualidad. ¡Dile algo! Me repetía una y otra vez, pero no me lancé. Por la tarde me arrepentí tanto que me dije que tenía que hacer algo y pensé de que forma podría conocerla. Y se me ocurrió una cosa tan absurda y loca que quizá pudiera funcionar. Escribí una poesía. Y se la pensaba dejar encima de sus apuntes en cuanto ella saliera a tomarse un respiro. Mi plan solo funcionaría si todos los de la mesa se iban al mismo tiempo y si yo reunía el valor para hacerlo. Ambas cosas se dieron a media mañana del día siguiente. Me acerqué a una estantería con libros que había cercana a su mesa y disimuladamente deslicé el papel encima de sus apuntes. Volví a mi sitio y esperé. Minutos lentos, interminables. Pero al fin apareció y leyó la poesía. Pude ver la expresión de su cara desde mi sitio y sonrió y yo me sentí el chico más feliz de todo el maldito planeta.
Mi plan tenía un pequeño fallo, ella no sabía quien era yo. Y en la nota solo escribí la poesía. ¿Cómo diantres iba a decirle que era yo el poeta? Seguía siendo un desconocido para ella y eso anuló la euforia inicial. ¡Maldita sea! ¿Qué podía hacer? Pues, evidente, escribir una segunda nota. Esta vez, además de alabar sus encantos, le pedía una cosa. Le puse que si le había gustado la poesía que al día siguiente llevara una camiseta azul. ¿Quien era yo para exigir? Nadie, pero tenía que estar seguro de que le había gustado y que no estaba haciendo el ridículo más espantoso. Repetí el proceso para dejar el papel sobre su mesa y esperé de nuevo. Esta vez al leer ella la nota miró hacia todos lados observando a todos los que allí estábamos. Pensé que no le había gustado esa intromisión y dudé de todo cuanto había hecho. ¡Estás loco Rubén! Me repetí mentalmente.
Al día siguiente ella vino solo por la tarde, pero adivinad de que color era la camiseta que llevaba puesta. ¡Azul! ¡Dios, me estaba siguiendo el juego!
La tercera nota fue más difícil de escribir. ¿Le decía ya quien era o jugaba un poco más? Me decidí por mantener el misterio. Le propuse salir a una hora determinada a la puerta de la biblioteca. Tampoco quería alargar mucho la intriga porque los días iban pasando y no estaba seguro de verla de nuevo al día siguiente. Así que en la nota no decía quien era pero ya iba siendo hora de darme a conocer. Nervioso puse la nota y esperé a su reacción. La leyó y se la guardó.
Yo la citaba para el día siguiente por la mañana a las once en la puerta. ¿Iría? ¿Estaría enfadada? Bueno, pronto lo descubriría.
Biblioteca municipal. 11:00 de la mañana. A finales de Junio. Calor. Nervios. Curiosidad. Y por fin, llegó. Preciosa, como todos los días anteriores. Y hablamos. Me dijo que se llamaba Susana y que estudiaba derecho, ese año era el último. Era mayor que yo. Me confesó que le había gustado la poesía. Que al principio pensó que era una broma de sus amigos. Charlamos durante veinte minutos, quizá media hora. Una chica muy simpática. Pero mi círculo y el suyo no intersecaban. Me quedé con buen sabor de boca, al menos por haberlo intentado.
En Septiembre volví a verla, más guapa si cabe por el moreno del verano. Y nos saludábamos todos los días. Ella ya sabía quien era yo.
Esta historia no llegó a nada, pero ¿habría sido mi vida distinta si no lo hubiera intentado? Mi respuesta es afirmativa. Este hecho me dió la confianza necesaria para otras empresas similares. Llegué a la conclusión de que puedo ser creativo y original. Y me siento orgulloso de ello.
Creo en el destino, al modo de los griegos y de su hilo de la vida. Hay un nacimiento, una duración y una muerte ya elegidos de antemano. Las moiras se encargaban de ello. Pero lo que hagamos en el camino es cosa nuestra.
Una leyenda asiática, creo que japonesa, habla del hilo rojo de la vida. Todas las personas tenemos un hilo rojo atado a nuestro meñique y que está unido al meñique de la otra persona a la que estamos destinados a conocer. Hay una arteria que une el dedo más pequeño de la mano con el corazón y con la unión de ese cordel rojo a la otra persona nos da a entender la unión de los corazones de ambos. Ese hilo puede dar millones de vueltas, pero nunca se romperá. Una manera romántica de ver las cosas. Sin ninguna duda me gusta pensar que la vida es así.

lunes, 28 de enero de 2013

Seis grados de separación

Recorría el norte de Francia. Iba por una carretera secundaria que discurría por la costa. Vistas preciosas, el sonido de las olas rompiendo contra los acantilados, el azul del mar y el del cielo se confundían en el horizonte. Paré en un mirador para observar el plano de carreteras más cómodamente. Salí del coche y extendí el mapa sobre el capó. Un par de minutos después un coche aparca a mi lado. Que sorpresa me llevé al ver que la matrícula indicaba que las personas en su interior eran también de Madrid. Y me dije, el mundo es un pañuelo.
Esta frase es la premisa que utilizó un escritor húngaro para narrar un cuento y mencionar por primera vez la teoría de los seis grados de separación. Una teoría realmente curiosa pero que por ello no deja de ser posible. El señor Karinthy nos contaba en su pequeña narración que dos personas totalmente desconocidas entre sí podían ponerse en contacto mediante una serie de conocidos comunes. Y que esta cadena de intermediarios no sería mayor a seis personas.
Parece algo improbable, a priori, pensar que con solo seis personas abarquemos a todo el planeta. Pero si nos detenemos un poco en esto y lo pensamos veremos que no es nada descabellado.
Para explicarlo tengo que mencionar al psicólogo Stanley Milgram. Este hombre es conocido en muchos ámbitos ya que sus estudios y experimentos son válidos para multitud de disciplinas. Uno de sus experimentos le llevó a formular la teoría del mundo pequeño. Cogiendo a dos personas al azar, en este caso en Estados Unidos, ¿llegará una carta desde el sujeto A al sujeto B sin enviársela directamente? La persona de origen tenía que enviar el mensaje a un conocido directo, y éste a su vez a otra persona que conociera directamente y así sucesivamente hasta llegar al destinatario final. ¿Cuantas personas se necesitarían para ello? Uno podría pensar que bastantes. Un país tan grande, bueno, ya es difícil que te lleguen las cartas del banco, así que... Fuera de bromas, lo que comprobó Milgram sorprendió a más de uno. La media de personas, para trasladar un mensaje de una punta de Estados Unidos a la otra, era de 5. También es cierto que había pequeñas trampas en su experimento que suscitaron algo de rechazo por parte de la opinión más ortodoxa del mundo científico. La gente que recibía el mensaje para volver a enviarlo sabían la dirección y trabajo del destinatario. Es decir, estaban algo condicionadas. Y había que confiar en que los intermediarios eligieran a la persona más idónea para que el recorrido fuera el menor posible. Había unas cuantas variables que no se podían controlar. La cosa también cambiaba si las razas o la condición social de los sujetos A y B eran dispares. Pero ensayando con distintos tipos de personas se pudo llegar a la conclusión de que esta cadena solo necesitaría de 6 personas.
Se han llegado a hacer experimentos bastante curiosos. ¿Cuál es la interconexión entre miembros de un mismo gremio? Aquí surgió el número de Erdōs. Este hombre fue un reconocido matemático que publicó, en colaboración con otros colegas suyos, numerosos trabajos y estudios. Erdōs tenía número cero. Y a todo aquel que colaboró con él se le asignó el número 1. Y los que, a su vez, escribieron artículos con estos últimos se les asignó el número 2. Con lo que el número de gente sube exponencialmente cada vez que avanzamos en la cadena. Ahora mismo hay científicos de número 8 y 9 de relación con Erdōs. Varios miles de ellos.
Algo parecido se ha hecho con el actor Kevin Bacon. Mediante una base de datos de seiscientos mil actores, de todo el mundo, se ha relacionado a todos con el actor americano. Como media se llega a una cadena de 4 personas. Por ejemplo, Fernando Fernán Gómez  trabajó en "Los restos del naufragio" (1978) con Isabel Garcia Lorca, que trabajó con Kevin Bacon en "She's having a baby". Por lo tanto, Fernán Gómez está a solo dos pasos de Kevin Bacon. Increíble, ¿verdad?
Estas ideas basadas en teorías de conjuntos y grafos son estudiadas ahora por el auge de las redes sociales y por ser base de los motores de búsquedas. La implementación de Facebook o Google están basadas en estas teorías que al fin y al cabo son interacciones entre conjuntos y grupos, intersecciones y relaciones entre ellos y los elementos que los conforman.
El planeta cada vez esta más ínterconectado. La expresión con la que comencé del mundo es un pañuelo cada día que pasa se hace más cierta.
Si cada persona tiene 100 conocidos, cada uno de ellos 100 más y así durante 6 iteraciones, si hacemos el cálculo nos saldrá un montón de gente.
Y salvo que una comunidad esté aislada completamente, difícil por no decir imposible en esta época, los 6 mil millones de personas están al alcance de unas pocas llamadas telefónicas.
Todo esto me ha venido a la mente por un hecho raro, extraño. Ayer por la noche pensé en ello, aunque ya era consciente de este peculiar dato. No creo que deba contarlo porque concierne a más personas pero es una situación de esas en la que exclamas, ¡qué jodidamente pequeño es el mundo!


domingo, 27 de enero de 2013

Bon vivant

No me resisto a contar esto.
Hace poco me topé con este término, bon vivant. Son dos palabras francesas que vienen a definir un tipo de filosofía de vida.
El vividor.
No como lo entendemos de forma despectiva sino como una persona con clase, elegante, culta, que le gustan los placeres de la vida.
Disfruta igual un restaurante, con tres estrellas Michelin, degustando un buen solomillo de carne de Kobe, acompañado por un buen vino, a poder ser uno con denominación de origen, quizá de una bodega pequeña y con calidad. Como ir a un restaurante italiano de barrio, y tomar una pizza hecha al horno de leña junto a una refrescante coca cola. Se deleita conduciendo un buen coche con varios cientos de caballos bajo el capó. Uno de esos que se encienden con apretar un botón y el motor ruge como una manada de leones en celo. Un Aston Martín por ejemplo. Elegancia es su eslogan. Su marca. Líneas bellas, potencia, velocidad,  y encima su logo son unas alas. A mi medida. Vivir en una casa confortable, con todo lujo de detalles. Cocina amplia, con electrodomésticos para todo. Un salón con una pantalla enorme en la que poner tus películas en bluray y disfrutarlas en tu excelente sofá de piel mientras el home cinema hace que el sonido te envuelva completamente. Un equipo de música Bang & Olufsen en el que disfrutar, los domingos por la mañana, de las canciones  de Springsteen. Un dormitorio cuya cama esté cubierta con sábanas de seda y varias almohadas tan mullidas que desees no levantarte un sábado y aprovechar para soñar o pecar.
Al bon vivant le gusta viajar. Le encantan las ciudades, alojarse en hoteles donde la botella de agua te cuesta más que tomarte un copa del minibar. Pero también le gustan los sitios minimalistas. Lugares en los que la belleza del entorno te descubre que tienes un alma de poeta y piensas en verso.
Conoce el arte de vivir, y como experto disfruta de cada momento. Al observar una escultura, por ejemplo, se pregunta sobre los sentimientos del autor. ¿Qué sentía en el momento de cincelar ese pequeño detalle? Al leer un libro se empapa de la historia, investiga a los personajes, intenta descubrir las motivaciones que llevan al desenlace. Cuando escucha una canción cierra los ojos y abre el corazón, deja que el compositor le llegue bien adentro. Se deja llevar por el ritmo.
Es un apasionado del deporte. Lo ve  y lo practica. Sentirse bien. Se cuida, se mima.
A esta persona le gustan las pequeñas cosas de la vida. Prueba todo. Es un creyente acérrimo de la frase, si no lo conozco no puedo opinar. Y por ello, su mayor deseo es poseer el conocimiento. La experiencia.
Viste bien. Con un especial don para ponerse lo correcto en el momento oportuno.
Siempre he tenido el sueño de ser así. Un bon vivant. Y a mi manera lo he conseguido. Desde luego no con los lujos que he descrito pero he vivido instantes preciosos, únicos. Y he procurado disfrutar de cada cosa. Quien haya leído algo de todo esto que cada día escribo se habrá dado cuenta de mi pasión por todo. Amo todas y cada una de las cosas que la vida me ofrece. Nunca me he preocupado del mañana, quizá eso me ha llevado a una situación limite. No obstante no me arrepiento. Para nada. Y sin ninguna duda, por encima de todas las cosas, amo viajar. Cada céntimo que he tenido lo he invertido en eso, en ver lugares que me fascinan. (Utilizo bastante esta palabra, la verdad es que soy fácilmente impresionable)
Hace tiempo vi una película protagonizada por David Dochovny. Un tipo que me encanta, por cierto. Fan incondicional de él desde la intrigante y, en mi modesta opinión, serie de culto X-files. Y con Californication he acabado por querer parecerme a su personaje, Hank Moody, al menos en el descaro, la irreverencia y la sinceridad que rezuma por los cuatro costados. Basado sin duda en su propia vida personal. Bueno pues en esa película, Kalifornia, David pone un anuncio en un tablón para realizar un viaje, compartir gastos y aventuras con un desconocido. A él no le sale demasiado bien el tinglado pero me da pie a lanzar un órdago. Una propuesta loca, incluso podríamos decir que extravagante. Quizá caiga en saco roto pero ahí la dejo. Quiero hacer un viaje en Agosto. Lejano, es decir, no a la vuelta de la esquina. ¿Destino? Japón, Tailandia, Singapur, Usa, China. Cualquier lugar al que haya que coger un avión y pasar un mar, un océano o una charca más o menos grande. Y este es mi tablón de anuncios.
El vividor no deja de serlo por las circunstancias excepcionales de un revés. Un tipo con clase encajaría el golpe, pasaría una etapa de añoranza y se sobrepondría de una forma elegante, aventurera, original.
Julio César dijo, "por lo general, los hombres creen fácilmente en lo que desean". Yo creo en la filosofia del bon vivant.

viernes, 25 de enero de 2013

Mente analítica VII (epílogo)

La escuela de Atenas es una pintura que me fascina. Ya la conocía cuando la vi en las estancias de Rafael en los Museos Vaticanos pero verla a tamaño natural impresiona. Recuerdo haberme parado un buen rato a observarla. Pese al agotamiento de ese día y que decenas de personas te daban pequeños empujones para tener una mejor visibilidad me quedé inmóvil durante un momento admirando a esos personajes ahí representados. Pensando en que me hubiera gustado estar ahí. Ser parte de ellos. Gente sabia. Pensadores. Científicos. Conocían las matemáticas, la física, discutían sobre la Verdad. Aristóteles y Platón, cada uno dando su versión de la vida. Filosofaban. Pitagoras, Heráclito, Plotino, Hipatia. Sí, me hubiera encantado estar ahí. Charlar con cada uno de ellos en su época, en su momento de esplendor.
El conocimiento ha sido siempre parte de unos pocos. Unos elegidos a los que se les ha iluminado con la sabiduría. Con la oportunidad de conocer algo que estaba vedado a la mayoría.
El libro de los muertos, por ejemplo. Los egipcios que querían tener el conocimiento y la preparación para la vida en el más allá tenían que pagar cantidades de dinero astronómicas para la época si querían que un escriba les hiciera una copia. Y aún teniendo el papiro alguien tenía que enseñarles, que mostrarles el camino para interpretar todo aquello correctamente.
Los misterios eleusinos eran otros ritos de iniciación. Los candidatos al conocimiento eran puestos a prueba por los sacerdotes griegos. El saber era algo que no todo el mundo podía poseer. No todos estaban preparados. La gente de a pie sabía que llegaba la primavera, la vida aparecia ante sus ojos, pero los iniciados conocían la intrahistoria. El por qué.
Egipcios y griegos compartieron su hambre de conocimientos. La mítica biblioteca de Alejandría debía contener miles de pensamientos que ahora nos harían palidecer, en pleno siglo XXI. Hace 3000 años se sabía que la Tierra tenía forma esférica. Incluso Eratóstenes midió el perímetro de esta equivocandose en muy pocos kilometros. Más tarde, en el siglo XIV y XV, quemaban a la gente por decir tales cosas. Lógico que surgieran las sociedades secretas. ¿Qué ocurrió para tal retroceso?
Los romanos eran ingenieros sublimes, se dedicaron a inventar formas en las que el dia a dia fuera más sencillo para todos. La calidad de vida subió un escalón.
Sin embargo el poder y la política corrompieron el saber. Intereses creados por gente que quería subir en el escalafón social solapó a esa otra gente que quería conocer, crecer intelectualmente. La iglesia se hizo con el control de lo que se podía estudiar. Se hizo poseedora de la Verdad Suprema.
Años de oscuridad. Años en los que surgieron grupos que se reunían para discutir sobre teorías, teoremas, fórmulas, ideas. Grupos que a modo de la pintura de Rafael se juntaban para hablar sobre el conocimiento. Sociedades secretas, en las que había que iniciarse para poder ser parte de ellas. E incluso siendo un miembro de estas había círculos dentro del círculo. Pequeños corpúsculos que manejaban el verdadero saber.
En los tiempos en los que estamos creemos que por la globalización, internet y la posibilidad de manejar datos de todo tipo no pasan este tipo de cosas. Pero sigue sucediendo. La gente poderosa sigue al pie del cañón, inventando y tergiversando hechos. Controlando lo que podemos o no podemos saber.
El incidente del golfo de Tonkin fue un engaño americano para que la opinión pública viera con buenos ojos una guerra en la Vietnam comunista.
Alemania hizo algo parecido años antes para provocar la invasión a Polonia y desencadenar así la Segunda Guerra Mundial. Se infiltraron los alemanes tras las líneas polacas y atacaron, haciéndose pasar por estos, a los alemanes apostados al otro lado.
El asesinato de Kennedy fue otro asunto en el que se actuó engañando a la gente corriente. Ahora los americanos querían Cuba a toda costa y un solo hombre no iba a fastidiarles los planes.
Los atentados de Nueva York y del metro de Madrid. La prima de riesgo tan nombrada en estos momentos. La subida de los precios de la gasolina pese a que el petróleo baja de precio. Bancos que se declaran en bancarrota. Gente de las altas esferas que dimite de sus puestos porque se les ha pillado con una amante, cosas que tienen un tufillo a que alguien maneja los hilos.
Antes era la iglesia, ahora quien sabe.
Y yo tengo una duda.
"No todas las verdades han de ser explicadas a todos los hombres."
Esta frase que dijo Clemente de Alejandría, uno de los padres de la Iglesia, me sirve para relatar la duda que me ha surgido.
¿Debo seguir hablando sobre mi vida o guardar algo para mi mismo?
Esta mañana me he despertado con este pensamiento. Y creo que no diré más sobre mi. Haré un parón. No pondré, a vista de todos, mis vivencias. No por el momento. Quiero que el conocimiento sobre mi persona sea algo que sepa un pequeño círculo. Como sí de una sociedad secreta se tratara. Y quizá contar estas cosas a gente especial. Iniciados.
Podría borrar cada cosa que he escrito. El único motivo de escribir era y sigue siendo conocerme. No lo haré. No me arrepiento de haber puesto mi vida a dominio público. Pero como diría alguien archifamoso, si queréis conocerme venid a mi.
Eso ha quedado un poco pedante pero es lo que pienso en estos momentos. Quizá cambie de opinión. Nunca se sabe.
El resto de mi vida, mis problemas, mis vivencias, mi experiencia queda para alguien especial. Sea quien sea. Esté donde esté.
Gracias por vuestra compañía.

jueves, 24 de enero de 2013

Mente analítica VI (Final)

Juicio número xxxxxxxx. El estado contra Rubén Ferrán.
Todos están preparados. El juez sentado a su gran mesa de madera noble, el fiscal ojeando unas notas junto a una chica que debía ser su ayudante, su abogado escribiendo algo en un folio, anotaciones de última hora a su discurso final. Y él, Rubén, se sentía calmado. Contemplativo. Observando al público que le miraba con aire de superioridad, juzgando sus actos, juzgando su vida, juzgando su forma de ser. No tenía de que avergonzarse. Salvo por estos últimos tres meses, él ha creído ser una persona buena en términos generales. Mucha gente, que apenas le conocían, decía eso. Lo que le preocupó es la opinión de la única persona que le conoció quizá al 75%, y por eso sus devastadoras palabras eran tan importantes. Por eso había vivido como alma en pena durante esos casi 100 días. 
(Juez) - Bien, ya solo nos quedan oír las alegaciones finales. Señor Fiscal tiene la palabra.
(Fiscal) - Señoría, miembros del jurado, ¿qué es lo que sabemos? El acusado tuvo en sus manos decisiones importantes, y tomó partido por un lado en vez de por el otro. Tenemos el problema de su fobia a los médicos, tenemos su aplazamiento, como el mismo denominó, a hablar de casarse. Hubo problemas de comunicación. Y por sí fuera poco, según ha admitido el señor Ferrán, los últimos meses no fueron el paraíso en esa relación. ¿Entonces, de que se extraña el acusado?¿Qué demonios tendría que haber pasado? Lo más lógico que sucediera es la ruptura. Cuando algo es blanco y está en una botella se diría que es leche. Era obvia esta situación, era de lo más normal que acabara como ha acabado. Y por sí fuera poco hasta él mismo dice que es culpable. Creo que no tendrán que pensar demasiado en su veredicto. ¡Rubén Ferrán es culpable de todos los cargos que se le imputan!
(Juez) - Abogado, su turno.
(Abogado) - Mi cliente, Rubén, ha admitido su culpabilidad, si. No se ha escondido detrás de excusas de cualquier tipo. Sabe lo que hizo, y sabe que algunas cosas no fueron todo lo bien que debieron ir. Sin embargo, como hemos descrito aquí, el mes anterior no hubo señales, no hubo palabras, no hubo si quiera broncas que hicieran pensar en una ruptura drástica. Rubén siempre ha dicho lo que ha pensado, y a eso se le ha llamado control. Rubén admitió, con todo lo que debió costarle, sus debilidades ante esa otra persona. Y luego se lo echó en cara. Que unos días antes hablaran de hacer cosas juntos y unos días después fuera todo tan absurdamente brutal no le encajaba. Algo debió pasar la víspera de la pelea, Rubén así lo cree. Algo podrido debía haber en Dinamarca. Mi cliente se ha mantenido fiel desde el primer día hasta el último a una persona de la cual el pensaba que era la mujer de su vida. Y esta persona le ha decepcionado. Y no por separarse, ni por encontrar afecto en otro lugar, no. Rubén estuvo mirando al mismísimo diablo a los ojos en el infierno. Rubén cayó a un abismo terriblemente profundo por todo lo que se dijo de él y ahora empieza a salir. Poco a poco recupera su amor propio, poco a poco empieza a tener confianza. Su condena ha sido cumplida con creces, y si el jurado tiene un poco de compasión dirá que este hombre es inocente.
(Juez) - Miembros del jurado, una vez escuchadas ambas partes, pueden ir a deliberar.
Las doce personas se levantaron y una tras otra desaparecieron detrás de un puerta que les llevaba a una salita acondicionada para ellos. Rubén les miró uno a uno a los ojos. Vió rostros que mostraban dureza, en otros vio una mueca de compresión y en alguno incluso indiferencia. 
Mientras les veía marcharse pensó en una moneda tirada al aire. ¿Sería cara o saldría cruz? Había creído durante toda su vida que las cosas buenas y las cosas malas se tienden a igualar. De la misma forma que si tiras una moneda mil veces, la mitad caerán de un lado y la otra mitad del contrario. A toda época floreciente le siguen tiempos oscuros. Y ahora solo se preguntaba cuanto duraría ese periodo negro de su vida. ¿A cuanto equivalen 10 años de felicidad?¿Dependerá de la intensidad de esa negrura?¿Quien coño mide esas cosas? Quería salir de este bucle infinito de añoranza, de tristeza, de melancolía. Pero, ¿Cómo? Ya se sentía preparado para mirar al futuro, aunque por ahora lo veía tan oscuro como una noche sin luna. 
(Juez) - Creo que el jurado ya tiene su veredicto, ¿no es así?
(Portavoz del jurado) - Así es señoría. Por unanimidad declaramos al acusado culpable de todos los cargos. Aunque quisiéramos añadir una sugerencia a la condena que deberá cumplir. Así cómo creemos en la culpabilidad de esta persona también pensamos que es innecesario que pase más tiempo enclaustrado. Creemos que ya ha pagado por sus actos y pedimos la mínima condena posible.
(Juez) - Muy bien, señor Ferrán pasará en los calabozos una noche más, y le diré el motivo de mi clemencia. Desde hace cientos de años ha ocurrido que las parejas se rompen, por los motivos que sean. También ha pasado que esas mismas parejas han rehecho su vida, solas o encontrando a otras personas a su vez. La vida es dura señor Ferrán, pero también ese es el misterio que tiene. Esa es su belleza. Luchar y sobrevivir. Déjese de hacer preguntas, déjese de recordar los malos momentos. Abra la ventana de su celda interior en la que esta aprisionado y mire fuera. Hay un mundo por descubrir. No se pierda el espectáculo de la vida. Y este día en el calabozo quiero que piense en eso, que se deshaga de todo lo viejo y respire el aire nuevo. ¿Me ha entendido?
(Rubén) - Si, pensaré en esas palabras señoría.
Mientras los agentes de seguridad le llevaban por última vez a su cubículo, Rubén tenía dos palabras en mente. Durar y ser.

miércoles, 23 de enero de 2013

Mente analítica V (getting strong now)

Rubén era llevado de nuevo a la pequeña celda de los calabozos. Mientras recorría los pasillos del juzgado, escoltado por un guardia de seguridad delante y otro detrás, pensaba en el desarrollo de los tres días anteriores. El juicio le había resultado realmente liberador. Había contado su punto de vista, sus opiniones, su análisis de los hechos. Y creía no desviarse demasiado de la realidad de lo sucedido. En líneas generales estaba satisfecho. 
Eso se traducía en un ánimo distinto al que había tenido en mucho tiempo. 
Al llegar a la celda número 15, en la que había pasado las últimas noches, se sentó en la cama. Se quitó la camiseta y el pantalón. Únicamente los calzoncillos le cubrían el cuerpo. Y se puso a dar pequeños saltitos. Quería entrar en calor. Ahí abajo la temperatura había bajado unos diez grados. Con los saltos la sangre empezó a circular por los finos vasos sanguíneos. Las venas se llenaban de sangre oxigenada que comenzó a vigorizar sus músculos. Cuando notó que su cuerpo ya estaba más caliente hizo estiramientos. Movió los brazos en círculos, rotaciones del hombro. Giraba tronco y cuello al unísono. La cintura describía circunferencias amplias. Las rodillas, juntas, hacían un movimiento de vaivén. Con una pierna en la pared y la otra en el suelo formando un ángulo de unos sesenta grados intentó tocar los dedos del pie situado en la pared. Rodillas rectas, sin flexionar. Notando como los abductores se tensaban. Primero una pierna, luego la otra. Ahora con las piernas juntas en el suelo intentó tocarlo, cada vez lograba bajar más abajo. Rozando las losas. Poniendo los dedos sobre ellas finalmente. Levantó la rodilla una y otra vez hasta el pecho. La izquierda y luego la derecha. Su mente estaba puesta en la realización de cada movimiento, proceder de la manera correcta, mover de la forma más óptima su cuerpo para que trabajara eficientemente. 
Y una vez hubo calentado se puso en el suelo. Manos a la altura de los hombros, piernas estiradas formando unas rectas paralelas con la manos si uniéramos ambos miembros. Comenzó su serie de flexiones, escuchando en su mente la canción de Rocky "the eye of the tiger". En ese momento Rubén tenía esa mirada, la de un felino que se siente poderoso, veloz, ágil. 
Una, recordaba las escenas de la película. Dos, eran motivadoras. Tres, sentía la música dentro de él. Cuatro, ritmo. Cinco, apretaba los dientes cuando subía. Seis, notaba los músculos de la espalda. Siete, los del pecho. Ocho, los músculos del brazo le empezaban a quemar. Nueve, las abdominales mantenían su tronco recto. Diez, las manos apoyadas en el frío suelo transmitían toda la fuerza de su cuerpo. Once, trying hard now. Doce, it's so hard now. Trece, trying hard now. Catorce, compases de guitarra aullentan el dolor. Quince, getting strong now. Dieciséis, won't be long now. Diecisiete, getting strong now. Dieciocho, la música envuelve la celda entera y hace que saque todo lo que lleva dentro. Diecinueve, gonna fly now. Veinte, flying high now. Veintiuno, gonna fly, fly, fly. Veintidós, finaliza la serie. Gotas de sudor le recorren la espalda proporcionándole un cosquilleo que le hace sonreír. Rubén se siente pletórico. 
Rocky es una de esas historias que tanto gustan. Donde un tío que no es nadie consigue todo a base de lucha, esfuerzo y un poco de suerte. El típico sueño americano. Historias como esa son las que fotograma a fotograma dan alas a Rubén. 
Ahora se tumba en el suelo, el contraste del frío de las baldosas con el calor de su espalda no hace mella en su determinación. Y hace abdominales. Manos en las sienes levanta el tren superior de su cuerpo hasta tocar con el codo derecho la rodilla izquierda que levanta al mismo tiempo. Repite este movimiento unas cincuenta veces, alternando los lados. Acompasando su ritmo al de la música que escucha en su mente. Después levanta la piernas aguantando el esfuerzo con la abdominales, cuenta hasta cuarenta y pasa al siguiente ejercicio, encoge las piernas hasta llegar casi al pecho. La cintura le arde. Buena señal. Muy buena. Se gira y pone los antebrazos en el suelo, pies apoyados. Y se sostiene con la espalda recta. Sin moverse. Cuenta hasta cien. 
Se levanta y mira alrededor. Se le ocurre una idea. Coge la cama y la levanta. Se agacha haciendo una sentadilla, y sube hacia arriba. Siente el peso de la estructura. Pero consigue ponerla por encima de sus hombros. Repite este movimiento hasta que no puede más. 
Cada vez está más cansado pero aún así sigue. No puede parar, no quiere parar. Aún no.
Con las manos en el suelo, apoya los pies en la pared. Y vuelve a hacer flexiones. Otra serie. Agotador.
Coge la sábana de la cama, mugrienta pero sirve. La pasa por los barrotes de la celda. Y la coge por ambos extremos. Boca arriba sube y baja solo sustentado por la sábana, los barrotes y su fuerza. 
Aún le queda una pizca de gasolina, y se propone hacer una serie de burpees. Se puede hacer en el pequeño espacio que tiene. Hace una flexión, mueve las rodillas al pecho y se levanta acabando con un salto. Hace 15 repeticiones.
Le interrumpe un trabajador del juzgado. Le trae una bandeja de comida.
Le menciona que en media hora comenzará el juicio de nuevo.
Rubén estaba hambriento y debora la comida de apariencia terrible y de sabor aún peor. No obstante no deja nada.
Al poco viene su abogado para acompañarle hasta la sala. Rubén sonríe, está preparado para acabar el juicio. Listo para el veredicto final

martes, 22 de enero de 2013

Mente analítica IV (disertación)

Rubén se acababa de despertar cuando un trabajador del juzgado le trajo algo para desayunar. A los pocos minutos apareció su abogado. 
(Abogado) - ¿Que tal has dormido?¿Has descansado algo?
(Rubén) - Todo lo bien que puede uno dormir en una celda. Tengo que pedirte un favor, abogado.
(Abogado) - Dime, si está en mi mano lo haré.
(Rubén) - Quiero dictarte algo, quiero leerlo delante del jurado y que le des una copia al fiscal.
(Abogado) - Rubén, la cosa esta jodida, sinceramente del veredicto de culpable no te libras, ¿quieres empeorar las cosas?
(Rubén) - Tengo que hacerlo. Por mí. El resto no importa, ¿las consecuencias? nada significa una mierda si no estoy en paz conmigo mismo.
(Abogado) - Muy bien, espera que pido una silla y empezamos. Tenemos algo más de una hora antes de que comience el juicio.
El empleado que había llevado algo para comer a Rubén trajo una pequeña silla y se llevó la bandeja de comida casi intacta. Y el abogado empezó a transcribir todo lo que Rubén le dijo. 
Juicio número xxxxxxxx. El estado contra Rubén Ferrán.
(Juez) - Veamos, la defensa tenía la palabra ayer cuando finalizamos. Señor abogado continúe con su interrogatorio al acusado.
(Abogado) - Gracias. Estábamos en los días posteriores a la ruptura. Rubén, nos describías como te sentías. ¿Durante esos días pensabas que podía haber una reconciliación?
(Rubén) - Si y no. Por lo que me decía parecía que había una lucha interna también en ella. Decía unas cosas y al día siguiente opinaba otras. Yo estaba confuso. Tras la primera semana en la que todo fueron lloros y enfrentamientos verbales realmente dañinos vinieron unos días de calma. Unos días llenos de frialdad.
(Abogado) - ¿Aún seguían viviendo juntos?
(Rubén) - Si. No me di cuenta, hasta pasados unos días, que yo sobraba allí. Era mi casa también, era mi vida, y me aferraba a cualquier reacción favorable por parte de ella, por minúscula que fuera. Sin embargo la frialdad imperaba esos días por la casa. Dejó de besarme. Incluso dejó de tocarme. Ya ni me daba las buenas noches. Simplemente decía un hasta mañana. 4 o 5 días así bastaron para que me enterara de que ya no era sostenible esa situación. Y decidí que tenía que marcharme.
(Abogado) - ¿Cuándo se marchó se llevó todas sus cosas?
(Rubén) - Imposible. Durante 10 años he acumulado cosas que no se puede uno llevar de una vez.
(Abogado) - ¿Ella le pidió que se llevara todas sus cosas?
(Rubén) - En ese momento no. Ella me vio guardar algo en la maleta y bolsas que hice con lo más importante. No me dijo nada de llevarme más. No fue hasta una semana o 10 días después que hablamos por teléfono y me pidió que me llevara todo de una vez. Fue una conversación dura. Le dije que le regalaba todo, que lo diera a beneficencia, que se lo diera a una ONG. Pero no quiso. Yo no deseaba nada, ella en cambio hasta me ofreció dinero por todo lo que habíamos comprado a medias. Estaba realmente furioso y hundido a la vez.
(Abogado) - ¿Y fue a recoger el resto?
(Rubén) - Si. El psicólogo me había recomendado recoger cuanto antes todo. Y así lo intenté. Fui tres veces. La primera fue muy duro, estuve durante una hora en "mi cama" llorando. Ese día fue el más horrible de toda mi vida. El segundo día la vi por primera vez en un mes. Encuentro muy distante. 15 minutos de una absoluta frialdad por su parte. El tercer día fue de un cabreo monumental. Por mensajes me pidió que dejara mis llaves en la casa. Que ya recogería lo que faltaba cuando a ella le viniera bien. Acepté por no discutir. No quise acabar la relación como cualquier vulgar pareja que se separa.
(Abogado) - ¿Ha vuelto a ir para acabar de recoger?
(Rubén) - En tres meses solo he estado allí esas tres veces. Cuando he conseguido el valor para decirle que si podía ir a terminar de llevarme mis cosas o me ha contestado que no estaba preparada aún o se ha enfadado porque, según ella, le exigía una fecha determinada.
(Abogado) - ¿Y la ha visto?¿Han quedado para hablar?
(Rubén) - Una vez, a finales de Diciembre. Hablamos pero ella seguía con rabia hacia mí. Le comenté lo de las llaves y me contestó que tenía miedo por si entraba por la noche. Que se encerraba en casa. ¿Cómo es posible que diga eso de mi? Me puse a llorar cuando me dijo eso. Que una mujer a la que has cuidado durante diez años piense eso, o necesite pensar eso para separarse de mi es un acto tan vil que no pude más que llorar. Sentí una pena infinita.
(Abogado) - Señoría, ahora mi cliente solicita la oportunidad de dirigirse al jurado. Esta misma mañana me ha dictado una carta, que el fiscal posee, y pide permiso para proceder a leerla.
(Juez) - ¿El fiscal está de acuerdo?
(Fiscal) - Si. Recibí ese escrito esta mañana. No tengo ninguna objeción a que el acusado la lea.
(Juez) - En ese caso finalicemos ya con el interrogatorio y lea su carta señor Ferrán.
El abogado se acerca al estrado y le da unos folios a Rubén. Este no los necesita, sabe exactamente cada palabra que va a decir, aún así los coge.
(Abogado) - ¿Estas seguro Rubén?
(Rubén) - Si.
(Abogado) - Entonces adelante.
Rubén se gira un poco en la silla para mirar al jurado de frente. Observa a esos hombres y mujeres que le están juzgando desde hace tres días. Piensa, que en realidad, no le importa gran cosa lo que ellos opinen. Sólo desea tener su mente en paz.
(Rubén) - El amor lo puede todo, omnia vincit amor, como diría Virgilio. Eso pensaba yo hace tres meses. Ahora ya no creo en eso. Soy culpable, ya lo he dicho en esta sala y lo repetiré cuantas veces sean necesarias. Yo soy el causante de este infierno. Y he pasado 3 meses en el purgatorio. Creo que es suficiente castigo. Mis pecados han sido ya pagados con el sufrimiento más terrible. Ella dejó de amarme, de acuerdo, pero ¿no merecía un poco de compasión y saber la verdad? Si me ha costado tanto superar esto es por lo que ella opinaba de mi, por lo que me dijo que era. Pensé, en un momento dado, que era un monstruo. Me creí todo lo que me dijo hasta el día que me enteré de que estaba con otra persona. Ese día fue un alivio para mi. Comprendí todo. Cada pieza del rompecabezas encajaba. Supe de él tres días después de cortar pero no le di importancia. Ella me juraba que estaba sola pasando este mal trago. Yo la creí. Confié en ella. Un mes después me enteré que estaba con él. No diré como lo supe, no quiero meter a otras personas en este embrollo, el caso es que lo supe. Después de enterarme la he visto dos veces y me ha mentido. No se equivoquen, ahora ya me da igual, no quiero saber si otro hombre duerme en mi cama o si se sienta en mi sofá. El momento de decirlo ya pasó. ¡Sufrí un primer mes tan horrendo! Desde el día 14 de Octubre ella era libre para hacer lo que quisiera, pero ¿a qué precio? Despreciarme, mentirme, ignorarme, humillarme, decir que era el diablo en persona. Todo para ella sentirse mejor consigo misma. Para qué su cerebro se creyera cada mentira que decía y fuera más sencillo alejarse de mi. Y aún así la amé hasta hace una semana. Hablé con ella por teléfono y me di cuenta de algo que no me había pasado con ella en 10 años. No supe de que hablar. Ella me contó cosas superficiales, y yo le contesté con otras igual de banales. Y en un instante me di cuenta de que ya no la amaba. No puedo amar a una persona que ya no tiene interés en saber que tal estoy. Para ella soy como cualquier tío que pasa a su lado por la calle y ni se cruzan la mirada. Ese desprecio es el que más me ha dolido. Más que enamorarse de otro, más que mentirme. Echo de menos la vida en pareja, por supuesto, cuando vives con alguien tanto tiempo y te gusta esa vida luego la echas en falta. Cuando me enamoré de ella, en el mismo instante de hacerlo, dejé de pensar en mi mismo. Ahora, señores del jurado, quiero ser egoísta, volver a pensar en mi. Quiero ser como una tablón de madera en medio del océano, un objeto en continuo movimiento. No quiero quedarme estancado en el dolor, en el sufrimiento. Y para eso necesito que me declaren inocente. ¡Quiero la libertad!
(Abogado) - Señoría, nada más que añadir.
(Juez) - Bien, después de estos momentos tan intensos necesitamos un receso. Luego continuaremos con las alegaciones finales. Se levanta la sesión.
Rubén se queda un instante en la silla sin escuchar nada. Una lágrima cae por su mejilla, desearía estar en el mar donde esa lágrima se perdería en el infinito.

lunes, 21 de enero de 2013

Mente analítica III (meditación)

Rubén se encontraba en su celda de los calabozos del juzgado. En la oscuridad de su cubiculo se sentó en el catre. No podía dormir, una imagen se le quedó en la mente y no conseguía librarse de ella. Intentó, como había hecho otras veces cuando era más joven, dejar su mente en blanco. Sólo existir. 
Cuando contaba con tan solo 12 o 13 años a Rubén le gustaba la música de Elvis. Era su ídolo. Su padre se había comprado un cinta con sus grandes éxitos y Rubén la ponía en su Walkman a todas horas, a cada sitio que fuera se la llevaba encima para escucharla una y otra vez. 
Unos años más tarde su obsesión por el rock y las baladas del rey no había disminuido, sin embargo ya no solo oía su música. Empezó a comprar discos de lo que por aquel entonces se denominó new age. Melodías y ritmos envolventes. Tranquilos. Daban calma y al mismo tiempo le exaltaban el alma. También descubrió la música celta e irlandesa. Estos sonidos le hacían recordar que era humano. Que no era una simple oveja siguiendo al rebaño. Que era distinto. Lo que toda persona debería tener en mente en un momento u otro de su vida.
Con 18 o quizá 19 años observó que necesitaba calmar su corazón. Rubén se rebelaba contra todo, no estaba a gusto con el mundo en general. No encontraba su lugar. Y aún hoy, se dijo a si mismo mientras su mente divagaba, no lo he encontrado. 
Un día estaba muy furioso, ya no recordaba el motivo, pero si rememoraba el momento. Se sentía como un león a punto de cazar, salvajemente hostil. Fue a su habitación y se encerró. Cogió una revista pero no podía leer, miraba por la ventana pero no podía estarse quieto. Era una olla a presión. Pascales retenidos en un recipiente sin salida alguna. De pronto bajó la persiana, puso el primer disco que encontró en su equipo de música y apagó la luz. Completamente a oscuras se tiró en el suelo. Y extrañamente se relajó. Dejó que su cuerpo se liberara de la tensión. Su cerebro dejó de funcionar por unos instantes. Rubén era solo alma. 
La música que escuchó esa primera vez era de Enya. Una preciosa voz que surtía un efecto increíble en su espíritu. 
A partir de ese día empezó a meditar. No lo hacia todos los días, ni si quiera una vez al mes. Sólo cuando necesitaba liberarse. 
A veces no dejaba la mente en blanco sino que dejaba volar su imaginación. Ponía canciones irlandesas y se imaginaba en el Mayflower, yendo a conquistar nuevas tierras. O escuchaba sonidos celtas y su mente se perdía en las verdes montañas del norte de Inglaterra. O una melodía búlgara y pensaba en castillos medievales de centroeuropa. A veces le daba por llorar y ponía algún sonido que dejara fluir sus sentimientos y lágrimas. 
Era reconfortante. La furia desapareció. Empezó a hacer deporte, le gustaba ir en bici por el campo. Pedaleaba durante kilómetros por parajes pedregosos, escuchando al mismo tiempo los sonidos que salían del mp3 y el latido de su corazón. Con su música pacificadora recorría lugares a los que sólo él podía llegar. 
Ahora, sentado en la cama de la celda, quiso emular esos momentos. Quería paz. 
Se tumbó en la cama pero un muelle del colchón tan cutre que tenía se le clavaba en la espalda. Decidió tirarse en el suelo. Cerró los ojos e intentó pensar en las melodías que tenía memorizadas de tanto escucharlas. Consiguió que esa imagen que no podía borrar se esfumara. Y al cabo de unos minutos, empezó a volar. 
Y tras un rato pudo por fin relajarse y pensar en otros mundos, otras vidas. Sitios donde él sería libre, sin preocupaciones, sin tener que pensar que diría en el juicio al día siguiente.

domingo, 20 de enero de 2013

Mente analítica II

Juicio número xxxxxxxx. El estado contra Rubén Ferrán.
La sala del juzgado está abarrotada. El público hace comentarios con la gente de su alrededor sobre que preguntará el fiscal, por donde llevará el interrogatorio al testigo y a la postre acusado. El alguacil entra en la sala y anuncia al juez.
(Alguacil) - Pónganse en pie, el excelentísimo juez señor x va a entrar en la sala.
(Juez) - De acuerdo,  sigamos donde lo dejamos. Acérquese el acusado al estrado y siéntese en la silla.
Rubén se levanta y andando pausadamente se sienta en la silla, mirando de frente a su abogado y al fiscal, así como a todo el público que llena la sala. 
(Juez) - Le recuerdo señor Ferrán que sigue bajo juramento y que si miente podría ser acusado de perjurio. ¿Lo ha entendido?
(Rubén) - Si señor juez.
(Juez) - Entonces continuemos. Señor fiscal el testigo es todo suyo. Adelante.
(Fiscal) - Gracias señoría. Hablamos ayer de Febrero de 2012, de su negativa a hacerse cualquier tipo de prueba médica. Pero, ¿que ocurrió en Abril de ese mismo año?
(Rubén) - Que fuimos a Tenerife en Semana Santa.
(Fiscal) - ¡Vamos señor Ferrán sabe a donde quiero ir a parar! ¿No es cierto que ella le pidió que se casaran?
(Rubén) - Si, es cierto. Una noche, tomando algo en una terraza, hablamos que el 12 de Diciembre del 2012 sería una bonita fecha para casarse. Al día siguiente, durante la comida planeamos lo que sería, pero le di largas, se podría decir.
(Fiscal) - ¿Le dio largas? Una forma interesante de decir que una vez más se negó, ¿me equivoco?
(Rubén) - Sí, se equivoca. No me negué, simplemente aplacé el tema para más adelante. De hecho, una noche en Junio, estábamos ambos en la cama y miré por internet que papeles eran necesarios para casarse en un juzgado. Ella estaba delante, y se lo comenté. Pero hizo poco o ningún caso. Quizá ya no quería casarse porque no hablamos más del tema.
(Fiscal) - ¿Me está diciendo que ella nunca más habló de boda desde Abril?
(Rubén) - Que yo recuerde así es.
(Fiscal) - ¿Y que ocurrió en Mayo y Junio para que ella cambiara de opinión?
(Rubén) - Obsesiones de las cuales no me di cuenta. Pero eso es un tema entre ella y yo.
(Fiscal) - ¿Que tipo de obsesiones señor Ferrán?
(Abogado) - ¡Protesto! El fiscal intenta coaccionar a mi cliente.
(Juez) - Vaya por otro camino señor fiscal.
(Fiscal) - Muy bien, digamos que ella se lo estaba pensando. ¿No se dio cuenta del cambio de actitud de ella?
(Rubén) - Mire, después de romper estuve yendo al psicólogo. Me abrió los ojos ante dos problemas básicos en mi, mi fobia a los médicos y mis obsesiones. No tengo miedo de una aguja o de ningún  procedimiento médico. Temo lo que me vayan a decir que pueda tener. En cuanto a mis obsesiones prefiero mantenerlo al margen. ¿Cree usted, o alguno de los que se encuentran en esta sala, que si hubiera sabido que ocurría no hubiera cambiado las cosas?
(Fiscal) - No me ha contestado a la pregunta, señor Ferrán.
(Rubén) - Evidentemente tuvimos un problema de comunicación durante unos meses.
(Fiscal) - Según informaciones que nos han llagado hasta la fiscalía, ella sentía que usted la controlaba, ¿es posible que tampoco se haya dado cuenta de eso?
(Rubén) - ¿Controlar? Habría que definir esa palabra. No se de quien habrá salido esa información pero no es nada objetiva. Ella ha tenido siempre la libertad de hacer cuanto deseaba. Yo simplemente le decía mi opinión de las cosas. Si ella me pregunta sobre cualquier cosa ¿debo responder lo que ella quiere oír o lo que yo pienso? Un día le dije a mi psicólogo que mi error había sido ser demasiado sincero con ella. Siempre la he animado a hacer nuevas cosas y enfrentarse a nuevos retos. Siempre he creído en la frase, vive y deja vivir. Llevo tatuada la palabra libertad en un brazo. No creo en el control, creo en desear lo mejor para la otra persona.
(Fiscal) - Pero sus deseos puede que no sean los de ella, ¿no cree?
(Rubén) - En eso estoy de acuerdo con usted.
(Fiscal) - No tengo más preguntas señoría.
(Juez) - ¿El abogado defensor quiere añadir alguna cosa más?
(Abogado) - Por supuesto, tengo varias preguntas. Rubén, hemos hablado de lo que ocurrió antes de la ruptura, pero ¿que pasó después?
(Rubén) - Me sentí el peor hombre que haya pisado este mundo.
(Abogado) - Explícate, por favor Rubén.
(Rubén) - Soy culpable.
El público empieza a murmurar, a increparse entre ellos. Los que están a favor de Rubén y los que opinan todo lo contrario. Los susurros suben de volumen y el juez tiene que mandar callar dando golpes con su mazo para hacerse oír sobre el ruido imperante.
(Juez) - ¡Cállense o tendré que desalojar la sala!
Una vez resuelto el pequeño caos el juez deja que Rubén prosiga.
(Juez) - Continúe señor Ferrán.
(Rubén) - Si yo fuera miembro del jurado, sin ninguna duda me juzgaría culpable. No estoy en contra de los motivos. Seguramente sus objeciones a seguir conmigo sean tan buenas como las mías para, durante el primer mes, implorar una oportunidad. Más que nada estoy desilusionado por las formas.
(Abogado) - ¿Cómo llevó durante los primeros días todo este asunto?
(Rubén) - Sinceramente, muy mal. Ella no hacía más que decir lo horrible que era, lo mal que lo había pasado. Incluso llegó a decirme que habían sido diez años de mierda. Yo no podía creer un ataque tan visceral por su parte y me pasaba el día llorando, queriendo morir. El día después a la ruptura le hice una tarta, al día siguiente le mandé unas rosas a su oficina. Escribía cartas de amor diarias. Quería hacer lo que fuera para revertir esa situación. Pero su mente estaba en otro sitio. Había conocido a otro.
(Fiscal) - ¡Protesto señoría! El acusado está conjeturando.
(Juez) - ¿Tiene pruebas la defensa que corroboren ese punto?
(Abogado) - Sí, las tenemos. Pero mi cliente se aferra a no rebelar su fuente. No quiere traicionar a terceras personas.
(Juez) - Tendrá que darnos algo más, señor Ferrán.
(Rubén) - Los primeros días no podía pensar con claridad. Mi mente estaba nublada por el dolor que sentía. La persona más importante en mi vida pensaba que era poco menos que el anticristo. Yo aún no me explicaba el por qué, fue un auténtico shock para mí. La primera semana fue extraña, me decía que me odiaba pero aún me daba un beso en los labios por la noche al irnos a dormir. Me pidió que me fuera, que tenía que averiguar si me quería o no, que tenía que solucionar sus problemas sola. Me di cuenta de que eso era falso. Se había enamorado de otro. Y lo supe un mes después de cortar. Ese día, todas las puñaladas que había asestado a mi corazón mataron el amor que aun había en mi.
(Abogado) - Vayamos por partes, ¿cuándo supiste de la existencia de la otra persona?
(Rubén) - Al tercer día después de romper conmigo. Quiero dejar claro al jurado que no le echo en cara que se enamorase de otro, de eso es de lo que soy culpable, sino que no fuera clara desde un principio y dejara que hiciera un ridículo tan espantoso arrastrándome olvidando cualquier tipo de orgullo. Me siento avergonzado, siento una terrible vergüenza.
(Abogado) - ¿Como lo supiste?
(Rubén) - Fue una maldita casualidad.
En ese mismo instante un timbre resuena al fondo de la sala, es hora de dejar al testigo hasta el día siguiente. El tiempo ha pasado volando. Esta historia tiene miga.
(Juez) - Temo fastidiar al acusado en su explicación pero debemos dejarlo para mañana. Les cito aquí para continuar con este juicio. Sean puntuales. Se levanta la sesión.
Rubén es llevado, de nuevo, esposado y escoltado hasta su celda en los sótanos del juzgado. Allí pensará, una y otra vez, en el jodido día que se enteró que ella le dejó por otro.

sábado, 19 de enero de 2013

Mente analítica I

Juicio número xxxxxxxx. El estado contra Rubén Ferrán.
(Alguacil) - Todo el mundo en píe, el honorable juez señor x va a entrar en la sala.
El juez toma asiento ante su mesa.
(Juez) - Muy bien, comencemos. Señor abogado defensor, exponga su caso.
(Abogado) - Gracias señoría. Miembros del jurado, tenemos aquí un hombre al que se le acusa de mil tropelías, se le ha tratado injustamente. Demostraré, más allá de la duda razonable, que los hechos acaecidos antes de la fatídica fecha no hacían presagiar un desenlace tan horrendo. Demostraré que a mi cliente le han mentido, le han maltratado psicológicamente. Este hombre que tienen ante ustedes en el banquillo de los acusados es inocente. Y lo probaré con hechos. Los hechos son realidades que sabemos, y en este juicio daré a conocer varios. Luego están los supuestos, que intentaremos clarificar lo mejor que podamos desde la defensa. Espero que escuchen bien, señores del jurado. Estén atentos, la vida de este hombre está en juego.
(Juez) - Su turno señor fiscal.
(Fiscal) - De acuerdo con el señor abogado defensor ese hombre que ven ahí es una alma cándida, un cordero que viene al matadero. ¡Ni mucho menos señores del jurado! No se dejen engañar. La mente de ese hombre es un laberinto enrevesado, ha maquinado ideas fatales, ha ideado planes absurdos, ha pensado en ideas descabelladas. Desde la fiscalía lo tenemos muy claro, ¡Rubén Ferrán es culpable!
(Juez) - Pasemos a llamar a los testigos. Abogado defensor, ¿quien es su primer testigo?
(Abogado) - Quiero llamar a declarar a mi cliente.
Un murmullo suena en la sala. 
(Alguacil) - Ponga la mano sobre la Biblia , ¿jura decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?
(Rubén) - Lo juro.
(Juez) - Muy bien, sólo para que conste en acta, diga su nombre completo.
(Rubén) - Mi nombre es Rubén Ferrán Vázquez.
El juez hace un gesto con la cabeza para que el abogado defensor comience con las preguntas.
(Abogado) - Rubén, relátanos de forma breve lo que sucedió días antes del 14 de Octubre.
(Rubén) - ¿Cuantos días antes?
(Abogado) - Cuéntenos que pasó en Septiembre.
(Rubén) - Fue un mes con tiranteces, con pequeñas discusiones. Pero hablábamos, íbamos a pasear por las tardes, salíamos a dar una vuelta la mayoría de los días aprovechando las últimas tardes de calor estival.
(Abogado) - ¿De que hablaron esos días?
(Rubén) - De todo un poco, de su trabajo, de mis cosas, del futuro.
(Abogado) - ¿Hicieron planes para el futuro?
(Rubén) - Sí, algún viaje teníamos en mente. Ella miró su calendario laboral y vió que tenía un par de puentes y fiestas que podíamos aprovechar para ir a algún sitio.
(Abogado) - ¿Se la veía animada?¿Estaba contenta al planear esos días?
(Rubén) - Yo diría que sí. La veía con ilusión.
(Abogado) - Muy bien, vayamos un poco más adelante. Principios de Octubre. Ahora te ruego Rubén que seas conciso en las fechas. Explícanos que pasó con respecto a esos planes.
(Rubén) - De acuerdo. Decidimos ir en el puente de todos los santos a Burgos. Un par de días. Hicimos la reserva el día 24 de Septiembre.
(Abogado) - Prueba número 1 de la defensa, la reserva del hotel. ¿La hicieron juntos?
(Rubén) - Sí, una tarde. Queríamos ir porque teníamos una noche gratis de un regalo que la hicieron.
(Abogado) - Donde quiero llegar señores del jurado es que vean que mi cliente no tenía, de momento, indicios de la infelicidad de su pareja. Salvo unas pequeñas discusiones, todo induce a pensar que nada ocurría. ¿Algún plan más de futuro?
(Rubén) - Bueno, hablamos durante días de la posibilidad de ir a París en Navidad. Nos gustaba ir allí en esas fechas y surgió la idea. De hecho fue idea suya.
(Abogado) - ¿Llegaron a hacer algún tipo de reserva?¿Fue algo más que una simple idea?
(Rubén) - El 8 de Octubre nos decidimos, me convenció. Yo quería ir también pero andaba algo corto de dinero. Al final compré los billetes ese mismo día. Y al día siguiente reservamos los hoteles. Estábamos muy contentos e ilusionados. La Navidad en París es realmente preciosa.
(Abogado) - Pruebas 2 y 3 de la defensa. Billetes de avión y reserva de hotel de París. Días 8 y 9 de Octubre. ¿Algo más destacable de estos días?
(Rubén) - El día 8 de Octubre me envió un email diciéndome que me pagaba un curso de dirección de cine que tenia descuento por su trabajo. Me gustó la idea pero denegué su oferta, no quería que se gastara ese dinero.
(Abogado) - Prueba número 4, el susodicho email. Vayamos a horas antes del día 14. ¿Pensó en algún momento entre el 9 y el 14 de Octubre que fuera a haber un desenlace como el que hubo?
(Rubén) - No. Jamás lo hubiera adivinado. El día 11, víspera del Pilar, cuando llegó a casa le dije que fuéramos a la feria que ponen en la Vaguada, ella aceptó gustosa. Dimos una vuelta, paseamos cogidos de la mano comentando cosas que veíamos o lo que haríamos al día siguiente. Hubo momentos de silencio, de contemplación. Cómodos, agarrándonos el uno al otro. Volvimos a casa para cenar. Y al día siguiente fuimos a Toledo. No me apetecía demasiado porque tenía que llenar el depósito del coche y estaba intentando ahorrar para gastos que tuve por esas fechas. Pero ella insistió y accedí. Siempre me gustó ir a sitios con ella. Pasamos un buen día, caminando, hablando, comiendo. Nos tomamos un helado en la plaza, observábamos a la gente. Volvimos a casa sobre las 9 y cenamos, vimos una película en la tele y nos fuimos a la cama. Nos dimos las buenas noches como cualquier otro día de los 10 años anteriores.
(Abogado) - Bien, nos acercamos al día D. ¿Qué nos puedes decir del día anterior?
(Rubén) - Poca cosa. No la vi en todo el día. Ella se fue antes de que yo me despertara. Tenía que trabajar por la mañana y yo por la tarde. Cuando llegué a casa por la noche ya dormía. A las 11 de la noche le mandé unos mensajes para saber que planes teníamos para el domingo. Acordamos ir a un parque a pasear. Sus palabras en los mensajes eran cordiales, sin enfado, normales.
(Abogado) - Prueba número 5, mensajes entre el móvil del acusado y su pareja. ¿Y el domingo, como fue el día que te cambió la vida?
(Rubén) - Me desperté temprano, a las 10 creo recordar. Quería quedarme un poco más en la cama y como no sabía si hacia buen tiempo o no para ir a pasear le mande un mensaje y ella me contestó que quería hacer un pastel. Me enfadé un poco porque quería salir y me levanté, y nada más verme me comentó que quería comprar una fregona que necesitábamos. El viernes, dos días antes, le dije que si la comprábamos y dijo que a la siguiente semana. Buscaba pelea. Me conoce y sabe como picarme y lo hizo. Me puse a refunfuñar, nada del otro mundo, y como quería calmarme me vestí y me fuí. Estaba en el portal, y la dije que si no le gustaba como era que me dejara. Ella me tomó la palabra y me dejó. Yo me fui a un banco de un parque cercano a llorar. Hablaba en serio, me dejaba por una pelea sobre una fregona.
(Abogado) - ¿Le dijo ella los motivos de la ruptura?
(Rubén) - Sí, dijo que había llegado al límite. Que no aguantaba más.
(Abogado) - ¿Cree que ella buscó la pelea?
(Rubén) - Si, así lo creo.
(Fiscal) -¡Protesto! ¡Que el acusado crea algo no hace que sea la verdad!
(Juez) - Se acepta. Ruego al jurado se abstenga de tener en cuenta este comentario. Continúe abogado.
(Abogado) - Mi cliente habla de sensaciones, ruego me disculpe señoría, más tarde volveremos sobre este punto. De momento no hay más preguntas.
(Juez) - Espero que pueda probar algo señor abogado. Señor fiscal, ¿alguna pregunta?
(Fiscal) - Si señoría, vayamos al grano. Rubén, ¿qué ocurrió por febrero del 2012? Estaban intentando tener un hijo, ¿no es cierto?
(Rubén) - Sí. Llevábamos intentándolo un par de años y por esas fechas que usted dice ella fue a hacerse las pruebas de fertilidad. Y una tarde, paseando, me pidió que yo me las hiciera.
(Fiscal) - Adjunto como prueba A de la fiscalía el informe del ginecólogo. ¿Qué respondió usted?
(Rubén) - Me negué, dije que no.
(Fiscal) - No quería tener hijos.
(Abogado) - ¡Protesto señoría! El señor fiscal está afirmando una cosa de la cual no sabe la respuesta.
(Juez) - Se admite la protesta. Señor fiscal, haga usted la pregunta al acusado.
(Fiscal) - Muy bien. Rubén, ¿quería usted tener hijos?
(Rubén) - Sí, lo deseaba. Pero tenía miedo de las pruebas, tenía miedo de que el culpable de que no se quedara embarazada fuera yo. Tenía pánico a ser estéril.
Una exclamación del público se escuchó en la sala.
(Juez) - Me temo que se ha hecho tarde, y necesitamos descansar. Mañana continuará su turno de preguntas señor fiscal.
(Fiscal) - Muy bien señoría.
(Juez) - Les convoco aquí mañana para la reanudación del juicio del estado contra Rubén Ferrán. Se levanta la sesión.
El juez da un golpe con su maza y se levanta. El acusado es llevado al calabozo para su confinamiento hasta el día siguiente.

viernes, 18 de enero de 2013

Miedo

Hasta los 13 años viví en Vicalvaro. Un barrio de Madrid que por aquel entonces estaba lleno de gente extraña a ojos de un pequeño chaval.
Yo no era un chico especialmente miedoso con la gente, aunque esta fuera un poquito rara.
Por ejemplo, tenía un amigo que en vez de tener un ojo le habían insertado una bola de cristal. Sí, ni yo ahora mismo me lo creo. Pero es cierto, o al menos es el recuerdo que yo tengo. El chico sacándose el ojo de cristal para mostrarlo a todo el colegio. Interesante visión.
Uno de mis amigos era un gitano, y un día su hermano mayor se acercó a mi y me dijo, "si alguna vez necesitas que alguien te defienda, avísame". Era su forma de agradecerme que jugara con su hermano menor ya que por su condición pocos se acercaban a él.
Otro día a un amigo de mi clase, cuando volvía al cole por la tarde, le mangaron las zapatillas y llegó al colegio llorando porque eran nuevecitas.
Incluso a mi me intentaron atracar también. Iba con mi hermano en bici por un descampado que había cerca de mi casa. Un grupo de cuatro chavales se puso en medio del camino para que nos detuviéramos. El que parecía ser el jefe de los matones me preguntó si tenía hora. Yo, claro, se la dije. Y acto seguido sacó una navaja y nos dijo que le diéramos los relojes y las bicis. Yo tendría unos 11 o 12 años y mi hermano 4 años menos. Viendo que perdía mi preciada bici actué del único modo que pude. Vi una oportunidad de salir de aquella situación. Pasaba un desconocido a lo lejos, bastante lejos diría yo, y se me ocurrió gritar ¡papá!. Al momento le dije a Dani, mi hermano, ¡vámonos, rápido! Y pedaleamos lo más fuerte y veloz que pudimos. Los chavales, distraídos por mi grito y mirando al hombre a lo lejos, no pudieron darnos alcance. A partir de ahora, le dije a mi hermano, cada vez que salgamos en bici aprietate la correa del reloj lo máximo que puedas para que no nos lo quiten.
Como veis, no era un niño que me asustara la gente, de hecho, yo me solía meter en bastantes peleas y más de una vez acababa con las zapatillas en el tejado del colegio por meterme con quien no debía.
Parece el salvaje oeste y por aquella época si que lo era. Vicalvaro era una zona oscura donde en el colegio a parte de jugar a los cromos aprendíamos como abrir una mariposa o lo que era una cheira.
Pues bien, un día sucedió algo inquietante. Un hecho inexplicable.
Cierto día mi madre tenía que salir para comprar. Y mis hermanos se fueron con ella. A mi no me apetecía y le dije que me quedaba en casa viendo los dibujos en la tele. Al poco de irse sonó el teléfono de casa y descolgué. Una voz de hombre sonó por el auricular. Dijo textualmente, "hola, se que estas solo en casa. Voy a ir a por ti.". Después escuché el armario de una de las habitaciones abrirse. Me entró tal pánico que tuve que salir corriendo de casa y buscar a mi madre en la calle. Corrí desesperado hasta encontrarla casi entrando en la tienda y le dije, mamá mejor voy contigo.
Pensé que un espíritu o un fantasma iba a por mi. Sentí auténtico miedo.
Pudo ser una broma de alguien. No se. Pudo ser cualquier cosa.
Lo que me deja impresionado es que reaccionara tan bien con un atraco de verdad, con gente peligrosa que llevaban armas blancas y que una triste llamada me asustara tanto.
Esto me hace pensar que temo más a lo desconocido, lo intangible, que a lo real, a lo que se ve.
Curioso.
Una confesión. Me dan miedo los fantasmas y las apariciones. Son mi kriptonita.

jueves, 17 de enero de 2013

Día D

El desembarco de Normandía.
Hace mucho tiempo, cuando se estrenó, vi la película "Salvar al soldado Ryan". Spielberg rodó unos 45 primeros minutos primorosos. El rodaje del desembarco fue increíblemente realista. Quedé impactado por las imágenes. La fuerza, la crudeza, la brutalidad de algunas tomas, las escenas pasaban sin que pudiera si quiera respirar. Cámara en mano rodó el devenir de los soldados a través de la playa. Salí del cine deseando saber más. Y empecé a interesarme por la Segunda Guerra Mundial.
Nunca me llamó la atención la historia. En realidad la historia que se enseñaba en el colegio o el instituto. Una sucesión de fechas y datos. Sin profundizar demasiado en nada. Supongo que para un primer contacto estará bien, no soy profesor. En fin, que a mi lo que me gusta son las historias dentro de la Historia. Los personajes. Las vivencias.
Unos años antes vi otra película que me hizo pensar. "La lista de Schindler". Me interesé por este hombre, leí la novela en la que se basaba la película, busqué datos, vi documentales. Fue una de las primeras veces que lloré con un filme. Ahí comenzó, en realidad, mi curiosidad por saber más de esta guerra.
Más tarde estuve en la zona de Normandía. Recorrí esas playas. Rememoré las escenas vistas en documentales y películas.
Empecé mi "tour" por Caen. Lugar que durante esa época quedó destrozado. Una ciudad bombardeada y destruida en casi su totalidad. Es una ciudad bonita, todo el norte de Francia lo es en realidad. Pero al recorrer sus calles sientes que todo es muy nuevo, reconstruido.
Después de comer cogí el coche y me dirigí a las playas. Utah, Omaha, Juno, Sword y Gold. Sus nombres en clave.
La Operación Overlord. Recuperar Europa del dominio nazi. Y dentro de esta, la Operación Neptuno. Fue una locura, un suicidio para muchos soldados. Un plan descabellado. Sin embargo, funcionó. A medias, también es verdad. Un plan complejo, con muchos vericuetos. Una batalla naval que implicó a miles de buques de todo tamaño y condición.
El desembarco está lleno de pequeños relatos. Trucos de los aliados por ejemplo. Maniobras de distracción geniales como el de crear tanques de goma. Idea ingeniosa. ¿Quién, en su sano juicio, pensaría que algo así fuera a funcionar? Un ejército inventado para distraer. Y lo más alucinante es que lo alemanes picaron. Relatos de agentes dobles pasando informaciones falsas, datos erróneos en ambos bandos. Debieron ser días de confusión. Decidir en base a algo a lo que no puedes agarrarte. Algo en lo que no confías. Días interesantes para vivirlos desde dentro.
Al llegar a la costa ya notas que allí ocurrió algo grande. Observas los diques artificiales en el horizonte. La sensación al ver las barcas que utilizaron, boca abajo en la playa, con miles de agujeros de metralla o de bombas en sus cascos. Da miedo. Yo sentí terror. ¿Cómo pudieron enfrentarse a eso los soldados aliados? La adrenalina, supongo. Cuando ya estas metido en el ajo mandas todo a la mierda y tiras para adelante con lo que sea. Sobrevivir o morir en el intento. Me senté un rato en una de las playas. Y pensé que todo debió ser enormemente sangriento, para ambos bandos. Me imaginé los aviones aliados atacando las defensas nazis, a su vez los  nazis disparando bombas antiaéreas y con un ojo puesto en los buques de guerra que soltaban cañonazos a diestra y siniestra. Las gabarras llenas de soldados y tanquetas, al mismo tiempo, surcaban las olas producidas por los motores. Los alemanes masacrando a los aliados que se atrevían a pisar la costa, y los que lograban sortear las balas porque un ángel se les puso en su camino caían en las miles de minas diseminadas por la arena. Los ángeles de la guarda tuvieron mucho trabajo ese día.
Hay miles de tributos por toda la zona. A los soldados caídos. Hay estatuas, ametralladoras, tanques, barcos, plataformas, museos, exposiciones. Todo repartido a lo largo de los cerca de 80 km en los que se fraguó la batalla.
Descubres historias personales, tal soldado que se tiró en paracaídas cayó en el tejado de ese edificio, otro valiente murió al atravesar un puente pero consiguió que su unidad lo atravesara, un hombre sin miedo se adentró en el infierno y logró matar a un teniente alemán. Historias con nombres propios que hacen que todo sea más cercano a ti.
Toda la tarde estuve de un lado para otro, respirando un aroma a mar pero con una sensación agridulce. Tenía muchas ganas de ver todo aquello pero, si soy sincero, me dejó un poco triste. Tuve sentimientos encontrados, la excitación de saberme en un sitio fundamental en el siglo XX y la aflicción por darme cuenta de la atrocidades de las que es capaz el ser humano. Sentí pena en el coche de vuelta a Rennes donde estaba mi hotel.
Me atrae. La historia me fascina. La Segunda Guerra Mundial es un cúmulo de relatos, curiosidades, excentricidades, casualidades. Hace unos meses estuve en otro lugar primordial en el desarrollo de esta contienda. Fui a ver la bahía de Pearl. Ya lo contaré algún día. Visitar Pearl Harbor fue un momento trascendental. Quizá nunca hable de ello o quizá lo haga mañana. Quien sabe.
Me despediré hoy con una frase de Tom Hanks en su papel del capitán Miller. "Cada centímetro de esta playa es un objetivo, si os quedáis aquí moriréis".

miércoles, 16 de enero de 2013

Tabata

El doctor Izumi Tabata es el inventor de este método de entrenamiento. Se dió cuenta, mediante una serie de experimentos, que se podía trabajar el cuerpo de forma aeróbica y anaeróbica  al mismo tiempo. Consiste en hacer ocho series de ejercicios de veinte segundos cada uno con un descanso de 10 segundos entre cada serie. Estas deben ser de mucha intensidad, cuantas más repeticiones se hagan mejores son los resultados. Y evidentemente no vale cualquier ejercicio. Debe ser uno en el que se trabajen bastantes músculos a la vez.
Esto, que parece una banalidad, es muy importante. Realizar un tabata bien es algo difícil, muy complicado. Acabas extenuado.
Esta pequeña introducción me da pie a contar un momento. Uno actual. Del presente.
La intensidad es muy importante, hacer cualquier cosa con pasión es fundamental para el éxito. Cuanto más intenso más recompensa.
Estoy avanzando en mi forma física. Es la vez que más orgulloso estoy de mis logros. Siento más flexibilidad, siento más potencia, siento más fuerza, siento más resistencia.
Hay posibilidades de mejora, por supuesto, pero veo avances.
Y la intensidad y la pasión son fundamentales. Hace años entrenaba de forma distinta. Tuve una época en la que, como ahora, me dediqué durante varios meses a cultivar mi cuerpo. Descansaba entre cada serie de ejercicios, los repetía varias veces, era otra filosofía. Ahora no hago repeticiones de series, trabajo de forma intensa, sin descanso. Trabajo el mismo músculo con ejercicios distintos. E intento variarlos. Hacer muchos, y mezclarlos. Primero trabajo abdominales, las distintas partes de estas, la parte baja, los oblicuos. Luego paso a las piernas, caliento un poco, hago estiramientos. Ejército la flexibilidad. Más tarde paso a flexiones, trabajo pecho y espalda. Ganar en musculatura. Vuelvo a hacer ejercicios de abdominales, distintos esta vez a la primera. Luego tocan las mancuernas. Musculación del bíceps, de los hombros, el deltoides, el trapecio, los tríceps, el serrato. Vuelvo a hacer piernas, sentadillas con mancuernas. Y multisaltos si tengo tiempo. Ejercicios pliométricos. Para acabar, de nuevo vuelvo a las abdominales. Todos muy variados. Y sin descansar más que unos pocos segundos entre ellos. Con ello consigo durante una hora y media o dos, dependiendo del tiempo que posea, una intensidad increíble que no deja que piense más que en lo que estoy haciendo. Concentración en cada movimiento, cada flexión de la articulación. Recabo información que me transmite mi cuerpo y varío la carga a la que lo someto. No soy especialista en entrenamientos deportivos, pero si se las sensaciones de mi cuerpo. Y son realmente buenas.
He probado a hacer el tabata con sentadillas y levantado unos kettelbells de 4.5 kg cada uno pero no he conseguido hacer las 8 series. Mi nivel ahora está en 6 series. Pero seguiré intentándolo.
Entreno todos los días, salvo algún que otro día que el tiempo no me lo permite o alguna situación especial. Ayer por ejemplo no pude por algo que contaré después.
En cuanto a lo del parkour, aún no he salido a la calle salvo una pequeña toma de contacto en la manga hace unos días. Quiero ganar en potencia de piernas para poder saltar. No estoy conforme aún con la altura de mi salto. Y estoy aprendiendo a hacer el handstand, por ahora levantado piernas por el método del trípode. Ya me mantengo. Tengo que seguir mejorando. Quiero llegar a hacer giros en el aire. El límite lo pondrá la gravedad y mi fuerza.
Con respecto al día 1 de Enero que dije que quería hacer parkour he subido mi nivel físico. Un avance de 15 días, dentro de dos semanas volveré a hablar sobre el tema. Espero progresar.

Post Scriptum :  Al final no me darán la chapa de la semana sin hablar con ella. Conversación reveladora. Necesaria. Ya no estoy enamorado. No puedo amar a alguien que se quiere alejar de mi. Creo que no hablaré más de ella. Como dijo Ali "soy joven, soy guapo, soy rapido y no seré derrotado....soy mejor que cuando tenia 22. Ahora tengo más experiencia. Me han roto la mandibula, he perdido, me han tumbado un par de veces. Estoy entrenando cosas nuevas, he cortado arboles, he luchado con cocodrilos, peleé con una ballena, atrapé un rayo, puse en la carcel a un trueno. Soy malo. La semana pasada asesiné a una roca, lesioné a una piedra, mandé al hospital a un ladrillo. Soy tan malo que enfermo a la medicina.....y tú me alabarás cuando gane....te mostraré lo grande que soy." Me encantaría tener esa confianza en mi mismo. Intenciones. ¿Realidad?


martes, 15 de enero de 2013

Desintoxicación

Estoy con ansiedad desde esta mañana.
He tenido un sueño maravilloso mientras lo soñaba y horrendo al despertar. Y no logro quitármelo de la cabeza. Un sueño de compensación, lo que no se produce en la vida se hace real mientras duermes.
Me siento solo. Intento no pensar en la soledad, sin embargo mis intentos no fructifican.
Empecé a escribir este blog por no encerrarme en mi mismo, para sacar todo lo que hay dentro de mi. Nunca pensé que nadie me leería y por eso escribí cosas muy interiores, cosas de las que nadie sabe, nadie intuye, nadie si quiera podría adivinar. Mis pensamientos siempre han sido míos, siempre los he guardado celosamente en mi mente. Y ahora necesito hacer un ejercicio de introspección, necesito averiguar quien soy. Y si realmente soy una persona terriblemente egoísta, sin sentimientos, sin corazón.
Estoy en un proceso de desintoxicación. Curándome de mi adicción a la mujer de la que he estado completamente enamorado durante una década. Cada día es una lucha continúa, mi cabeza dice una cosa, mi corazón otra. Durante el terremoto que fue la ruptura dijo de mi cosas duras, hirientes, mentiras que en su mente transformó en realidades. Su punto de vista, claro. ¿Cómo es posible que siga pensando en ella? Es un esfuerzo enorme no escribirla, aún sabiendo que después de romper me ha mentido, aún sabiendo que fue por otro. Iba en el autobús hace apenas una hora pensando en cuando me bañé con ella en Miami, en sus aguas claras llenas de pececillos. En el beso que la di mientras nadábamos juntos. En el abrazo que nos dimos mientras nos decíamos cuanto nos amábamos. ¿Por qué me martirizo de esta forma?¿Por qué pienso en alguien a quien ya no intereso lo más mínimo? Ella toma pastillas para superar, para olvidar. En algún momento tendrá que dejarlas y enfrentarse a lo que su mente le obligue. Sus miedos. Yo dejé de medicarme, mi opinión es que tengo que poder pensar con claridad y las pastillas me adormecen, me dejan k.o., y no quiero ser un muerto viviente. Enfrentarme a mis fantasmas. Y ahí estoy, pasando el mono. El amor es la droga más dura y más difícil de superar. Me llamo Rubén Ferrán y llevo 6 días sin escribirla, podría decir en un teórico grupo de apoyo a modo de presentación. Mañana me darían la chapita de la primera semana, luego la del mes, la del medio año más tarde. ¿Una utopía?¿Soy realista? No se que haré esta tarde, mucho menos que pasará dentro de 6 meses.
Me dicen que tengo que valorarme. Soy lo que soy, no puedo engañar a nadie. Mis obsesiones, mis temores, mis pasiones, todo viene conmigo. Me miro en el espejo y veo a un chico que no esta mal físicamente, pero por dentro esta librando una guerra y esta destrozado, herido, mutilado. Gana batallas y pierde otras. En un momento esta en la colina celebrando la victoria y horas más tarde esta en el foso, cubriéndose como puede del enemigo.
El tiempo va pasando, me hago más viejo día a día. No es que madure sino que mi alma envejece, se hace más dura, menos pasional, la ilusión se esfuma, el futuro se hace oscuro.
Quizá hoy este así por el sueño, el subconsciente me ha traicionado, me ha vendido. He dejado correr mi fantasía durante mi descanso nocturno y eso ha sido la perdición.
¿Cómo se domina a la mente? ¿Pastillas? No creo que sea la solución, más bien un parche. ¿Pensar mal de la otra persona? Lo intenté, pero no pude. Es imposible para mi. Quizá a ella le funcione, a mi me resulta una tarea complicada. ¿Un clavo saca a otro clavo? Injusto para ambos clavos y para mi.
Por ahora lo único que me funciona es el ejercicio físico. Pero la resistencia es finita y no puedes estar sudando todo el día. Hay que recuperar, descansar. Y es en esos momentos de descanso donde mi cerebro clava el puñal a mi corazón. Duele. Intento agotarme lo máximo posible durante la práctica de deporte para que mi mente este cansada y las conexiones sinápticas sean más lentas, que incluso se extingan en los primeros pasos. Pero una vez he recuperado, mi maldito cerebro vuelve a funcionar. Y revisa ideas, preguntas y planteamientos ya desechados.
¿Qué he de hacer? Durante tres meses he revisado en mi mente toda clase de recuerdos, y desde hace algo más de uno los plasmo en el blog. Me ha ayudado. He visto que no soy tan malo, ni egoísta, ni he faltado al respeto a nadie. Mi vida, básicamente, se ha reducido a ir por mi lado sin molestar, sin meterse con nadie, sin inmiscuirme en la vida de los demás. Jamás hablé mal de nadie, ni siquiera de ella, en estos momentos en lo que lo más sencillo sería discutir, pelear, luchar. Me he sumido en un estado de sumisión. Para mi nunca ha sido importante de quien es un libro o un disco, lo esencial, lo trascendental, lo que realmente me preocupa es como ocurrió sin enterarme, sin que ella dijera nada, sin previo aviso. ¿Cómo pudo pasar algo tan demoledor sin ser yo consciente de lo que ocurría?
Eso es lo que no me deja dormir tranquilo. He estado ciego. De haber sabido la realidad, ¿habría actuado de otra forma? Seguramente. Ciertamente sí.
Solo puedo esperar que esto pase. Que el tiempo corra rápido y no se detenga. Nunca deseé tanto que la vida pasara veloz.
¿Vendrán tiempos mejores?¿La tristeza tornará en alegría?¿Existen los milagros? Preguntas sin una respuesta clara.

lunes, 14 de enero de 2013

Tatuaje

El tatuaje es una forma de expresión. Siempre cuenta algo de lo que somos o de lo que nos gustaría ser.
Desde la antigüedad el ser humano se ha dibujado cosas en la piel, por diversos motivos. Bien por cuestiones de poder, bien por misticismo o por distinguirse del resto.
El tatuador es un artista del dibujo, de las formas, de la tinta. Diseñan y transportan del papel a la piel. Mucha presión ya que en el cuerpo no hay margen para el error.
Yo tengo dos tatuajes, uno en cada brazo. Cerca del hombro. ¿Por qué me los hice? Cada uno por distintos motivos aunque tienen algo en común. Ambos son animales alados.
Mi naturaleza soñadora, algo intrínseco en mi, hace que mi mente al igual que mi cuerpo deseen volar. Siempre he admirado la altura. Ver la vida desde una posición superior. Divisar todas las posibilidades. Cuando me hospedo en un hotel siempre pido habitaciones altas, cuando veo un castillo quiero subir a su torre, cuando hay un observatorio en cualquier edificio quiero ascender hasta su cima, adoro viajar en avión y pasarme el rato mirando por la ventanilla, contemplar a vista de pájaro el mundo. Sientes una excitación increíble. Incluso te sientes poderoso. Estas más cerca del cielo y te crees alguien divino. Un habitante del Olimpo. Dejando atrás la arrogancia, me encantaría poder volar.
De pequeño veía una serie en la televisión, "gran héroe americano", en la que un tío se encontraba un traje parecido al de Superman y al ponérselo conseguia tener poderes, entre los cuales estaba volar. Yo imaginaba que era él y que tan solo dando esos fantásticos tres pasos me lanzaría en un vuelo increíble. Y probaba en mi habitación dando saltitos pero a lo más que llegaba era a planear hasta el suelo desde mi corta estatura. Imagen infantil y graciosa pero clarificadora. Desde tan corta edad ya pensaba en surcar los cielos.
El primer tatuaje que me hice fue un dragón alado en el brazo izquierdo. Un ser mitológico.
Estaba decidido a hacerme un tatuaje, y sabía que quería algo con alas. Pero no sabía que exactamente. Fue en el estudio de tatuajes, donde mirando dibujos, lo vi. Me llamó poderosamente la atención. Un dragón, eso era lo que buscaba. El chico que atendía se puso a mi lado y me dijo, ese es uno muy bueno y es un diseño propio, la autora está hoy por sí quieres hacértelo. Y no me lo pensé dos veces. La chica era un genio. Lo hizo perfecto. Cuando un par de años más tarde fui al mismo lugar para hacerme el segundo, el tatuador se quedo alucinado de la perfección del primero. De los detalles. Un trabajo de diez. No sabía nada sobre dragones, su universo mitológico era desconocido para mi. Aún así fue una imagen que me atrajo y por eso la elegí. Con este primer tatuaje quería demostrar al mundo que mi felicidad estaba en dejar volar mi imaginación, deseaba soñar en un momento de mi vida difícil, complicado.
El segundo, como ya he comentado, decidí hacérmelo un par de años después. El motivo era distinto. Los animales alados para mi tienen un significado muy claro. Libertad. Un pájaro puede desplazarse a cualquier lugar del planeta, alzar el vuelo y disfrutar de algo que mucha gente no posee. El placer de sentirse libre, sin ataduras ni a lugares ni a ideas. ¿Y que pájaro simboliza claramente esto? Quería un águila. Alas poderosas, fuertes patas, pico que infunde temor. Es el rey del cielo. Deseaba que cualquiera que viera mi tatuaje supiera que mi lema es la libertad personificada en ese águila.
Llegué al estudio y me puse a ver diseños y al igual que con el primero, en cuanto lo vi me enamoré de él. Un águila con la palabra "liberty" entre las patas. Ese era. La letras redundaban en la idea que tenía en mente, por si alguien no entendía el por qué. Había un problema, el águila tenía entre las alas unos arcos y en el interior no había nada. Tenía que decidir que poner dentro. Como no lo tenía claro, el chico me dijo que lo dejara vacío y que cuando supiera lo que deseaba me lo tatuaría. Ese pequeño hueco aún sigue en mi brazo. Como detalle curioso he de decir que lo quería en la espalda. Uno grande, muy grande. Que las propias alas del águila parecieran ser las mías. Sin embargo, el diseño que elegí hubiera quedado mal a una escala mayor y acabamos decidiendo, entre el artista y yo, que lo mejor sería el brazo. Así tendría las alas del dragón en un lado y las del águila en el otro. Dos emperadores de los cielos que sostendrían mi vuelo.
Hace dos meses decidí que quiero un tercero. No estoy tan seguro como con los otros dos. Debido, claramente, a que no estoy seguro de nada en mi vida. Pero deseo marcar este instante en mi cuerpo. Quiero mirarlo cada mañana al ducharme y recordar lo que soy y lo que deseo ser. Y como no podía ser de otra forma quiero alas. He pensado en un fénix. Otra criatura surgida de los mitos. ¿En qué lugar debería estar? Sin duda en el pecho, en el corazón. Aún no he ido a mirar dibujos porque se que sí alguno me atrae me lo haré en ese mismo instante. Quiero rumiar la idea un poco más. Probabilidad del tercer tatuaje, 75%. Probabilidad de volar, 50%. Probabilidad de soñar, 25%. Probabilidad de amar 0%.
Meras posibilidades, cierto. Y como todas ellas llevan consigo asociadas un error. Espero equivocarme. Deseo creer en la falsedad de mi premisa. Deseo poder amar.

domingo, 13 de enero de 2013

Domingo

It's a new dawn, it's a new day, it's a new life for me and i'm feeling good.
Hoy voy a ser corto. Breve.
Voy a hacer ejercicio. Veo una amplia gama de colores, no solo grises.
Sintonía entre mi cuerpo y mi alma.
Ya veremos dentro de unas horas, ahora aprovecharé este momento de exaltación y fuerza.

sábado, 12 de enero de 2013

Desmontando a Rubén

A lo largo de mi vida, tengo 35 años, siempre ha habido una constante. Algo que he buscado cada día, algo que me ha hecho soñar. El amor.
He sido una persona tremendamente enamoradiza. Siempre, desde que tengo uso de razón. Cada mañana de estos 35 años me levanté pensando en la chica que en ese momento ocupara mi mente. Deseando estar a su lado, hablar con ella cada minuto del día, reírnos juntos, llorar abrazados, sostener su mano.
La primera fue Vanesa. Con diez años me enamoré perdidamente de esta chica. En el colegio jugábamos juntos, éramos amigos, y ella me parecía la niña más maravillosa de todo mi mundo. Comíamos en el colegio, y mientras lo hacíamos, nos retábamos a ver quien desviaba antes la mirada. Yo siempre perdía. Hasta los 13 años estuvo cada día en mi mente, quería sentir esa mirada sobre mí durante toda mi vida.
Me mudé de casa. Para un chaval de esa edad fue triste. Su primer amor, aunque fuera no correspondido, se quedaba y el se iba. Ese último verano allí supe que era la melancolía por primera vez.
Sin embargo, al empezar de nuevo el colegio nueva gente encontré y de otra chica me enamoré. Esta era distinta a la anterior, pero con algo en común con todas las chicas que aquí mencionaré. Todas me parecieron muy especiales.
El sentimiento evolucionó, lo que de niño eran juegos inocentes y soñar con mirarla eternamente se transformó en querer besarla. Un simple beso. Un contacto también inocente pero muy expresivo. Y cada día que veía a esta niña  en el colegio deseaba hacerlo. Ella me encantaba, ¡era tan dulce y simpática! Fui al instituto con ella, y vivía cerca de mi. No obstante nunca la dije nada, sabía que también ese sentimiento era no correspondido. Aún así muchas noches soñé que ella era mi princesa y yo su príncipe encantado. Su nombre es Itziar.
Al salir del instituto otra mujer ocupó mi mente. Ya eran cosas mayores. Ángela era de otra ciudad, de otro mundo. Y el sentimiento acabó por madurar del todo. Ahora era amor completo, desear un contacto físico. Con esta chica mantuve una atracción cercana a la locura. Muy intenso. Dos jóvenes enamorados que descubren la vida, que sienten el azote del deseo, que comienzan a hablar de familia. La lejanía acabó por desquiciarnos y todo se volvió escabroso y duro.
Silvia vino después. Era un espíritu libre. Su locura es lo que me tenía enganchado. Además era preciosa. Intentaba estar a su lado cada oportunidad que tenía. Ella ya tenía novio y yo no pude más que  soñar con ella. Mirarla y sonreír mientras en mi interior me moría de ganas de fundirme en un beso pasional que durara hasta que el mundo ya no fuera mundo. Un par de años sufrí esta impotencia.
Luego llegó Paola, una chica muy guapa. Exótica. Distinta. Trabajaba conmigo, éramos buenos amigos. Pero una vez más alguien ahí arriba se reía de mi y Paola ya estaba comprometida con otro tío.
Mi corazón y mi alma empezaban a inquietarse. Deseaba encontrar un amor correspondido.
Sin embargo apareció Lules, una mujer extremadamente bella. Una mujer impresionante. Me encantaba su forma de hablar, de expresarse, de contar las cosas. Acabé enamorado de ella en cuanto me miró pero ella jugaba en otra liga y yo solo pude disfrutar de su compañía durante un brevísimo espacio de tiempo.
Mi desazón era obvia, mi alma estaba turbada. Sentía un desasosiego tremendo. Gritaba al destino. Si había alguien para mí deseaba encontrarla ya.
Almudena apareció en mi vida de pronto. Un día de verano. Me enamoré de ella por su bondad. Una mujer adulta con alma de niña, al igual que yo. Dos personas muy parecidas en su corazón y en su pensamiento. Y ella se enamoró de mi también. Mario Benedetti escribió que para estar total, completa, absolutamente enamorado, hay que tener plena conciencia de que uno también es querido, que uno también inspira amor. Y no podría estar más de acuerdo con él. Diez años y unos meses después ella dejó de amarme y todo se acabó. La bondad que vi en ella se había transformado. 
Tres meses después de ese impacto tremendo que es no saberte amado estoy en una zona extraña. Por las mañanas ya no me levanto pensando en nadie. Algo que he necesitado durante los últimos 25 años. Me siento raro, creo que he perdido la capacidad de soñar.
Ese impedimento para fantasear, para una persona como yo, es la muerte. Vivir como un zombie. Mi corazón necesita alguien por quien latir, aunque sea una utopía, inalcanzable. Y lo más desmoralizador es que no veo a nadie especial, ¿se habrán extinguido esos seres?¿o será que no quiero encontrar a nadie por miedo a qué mi pobre y recompuesto corazón se rompa de nuevo en mil pedazos?¿o quizá es el tiempo?
Ciertamente no lo se. Ahora lo único que se es que soy un pedazo de carne sin alma.¡Quiero sentir!¡Quiero soñar!
Escribo esto escuchando música celta, incitadora, evocadora, con un punto de pasión, de romanticismo. Y una lágrima cae. Un punto de partida. Un cuerpo que llora tiene algo de alma, ¿no?  





viernes, 11 de enero de 2013

The Star-Spangled Banner

La primera vez que escuché, en directo, el himno de Estados Unidos fue en un partido de la NBA.
Nueva York, Madison Square Garden. Templo mítico del deporte americano y en especial del baloncesto. Knicks contra Memphis. En aquel momento era un partido más entre un equipo de la conferencia este y otro de la oeste, sin nada en juego. Sin embargo yo iba con una emoción inmensa que estalló en el momento del himno. Lo cantó una niña, con una voz vibrante, llena de potencia, una entonación perfecta. Se me hizo un nudo en el estómago y la piel se me erizó. ¿Qué tiene esa canción que emociona tanto? ¿Quizá fue el ver a los americanos levantarse al unísono, como si tuvieran un resorte en las piernas, y ponerse la mano derecha en el corazón? ¿Quizá oír cantar y tararear a cientos de personas a la vez? ¿Quizá ver en los video-marcadores la bandera en tamaño gigante de las barras y estrellas? ¿Quizá sea yo, que soy un poco friqui y me gustan ese tipo de cosas? Puede que sea una mezcla de todo ello. Lo único cierto es que en ese momento, al acabar la niña de cantar, silbé y aplaudí como un estadounidense más. Me había convertido en un yanqui en ese ritual deportivo.
Pasa con muchos de los himnos americanos, que lo de ser patriotas lo dominan que da gusto. ¿Habéis oído el de los marines? Seguro que sí os sonará. Buscadlo por internet. Escuchadlo. "From the Halls of Montezuma, to the shores of Tripoli; we fight our country's battles, in the air, on land, and sea; first to fight for right and freedom, and to keep our honor clean; we are proud to claim the title of United States Marine." Te dan ganas de alistarte, de coger un fusil y largarte a cualquier guerra absurda con el tatuaje de Semper Fidelis en el brazo. Es extremadamente motivadora, y la música apoya la letra en todo momento.
Otra canción que usaron como himno, o como representación de unos ideales fue Yankee Doodle. La letra es maravillosa, es alucinante. "Yankee Doodle went to town, a-riding on a pony; he stuck a feather in his hat and called macaroni. Yankee Doodle keep it up, Yankee Doodle dandy; mind the music and the step, and with the girls be handy!". Hay una película que en inglés se llama Yankee Doodle dandy, en la que sale James Cagney, y verle cantarla y bailarla es una delicia. Su voz y sus pasos te dejan con la boca abierta de par en par.
Esta no es americana pero no puedo dejar de mencionarla. "The British Grenadiers" es una marcha inglesa. La podeis oir en la genial pelicula de Kubrick "Barry Lyndon". Los tambores resuenan, las flautas lanzan su melodia y escuchas esta letra, "Some talk of Alexander, and some of HerculesOf Hector and Lysander, and such great names as these. But of all the world's great heroes, there's none that can compare. With a tow, row, row, row, row, row, to the British Grenadiers."
Te imaginas que estas en la batalla, ingleses contra los colonos americanos. Casacas rojas contra casacas azules. Emocionante. Exaltación del alma. Tu yo guerrero se levanta de las sombras.
"Dixie" o "I wish I was in Dixie" es una canción sureña de la época de la guerra civil. Y aun hoy es toda una declaración de sentimientos. La versión por la que yo la conocí fue la que hizo Elvis Presley. Es una joya. "I wish I was in the land of cotton, old times they are not forgotten; Look away! Look away! Look away! Dixie Land. In Dixie Land where I was born, Early on one frosty morning, Look away! Look away! Look away! Dixie Land.". Tiene algo, ¿verdad?
Ahora recuerdo otra con una fuerza tremenda, música poderosa, sonido que engancha, letra que conmueve. La cantaban ambos bandos de la guerra civil, y es un deseo de que los soldados vuelvan a casa. Me refiero a "When Johnny comes marching home". La habéis oído, seguro, en la tercera parte de La jungla de cristal. "When Johnny comes marching home again. Hurrah! Hurrah! We'll give him a hearty welcome then. Hurrah! Hurrah! The men will cheer and the boys will shout. The ladies they will all turn out. And we'll all feel gay. When Johnny comes marching home."
De esta época también es "oh, Susanna". Una de los primeros mega éxitos americanos. Y la adoro. Me encanta. "Well I come from Alabama with my banjo on my knee, and I'm bound for Louisiana, my own true love for to see. It did rain all night the day I left, the weather was bone dry. The sun was so hot I froze myself, Suzanne, don't you go on and cry. I said, oh, Susannah, now, don't you cry for me, as I come from Alabama with this banjo on my knee."
La última que menciono para no aburrir, es una con toques de gaita. "The Irish Brigade". Preciosa. Si cierras los ojos y dejas la mente volar, te traslada a otros tiempos y lugares. Evocadora. Melancólica. 
No iba a hablar de esto hoy, pero las canciones me han venido a la mente y no he podido resistirme. Por cierto, ya que me he puesto ha escribir sobre música de la guerra civil americana, ahora esta de moda la película de Spielberg. "Lincoln" tiene 12 nominaciones a los Óscar. ¡Habrá que verla!