La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

jueves, 21 de febrero de 2019

4. El Principio de Incertidumbre de Heisenberg y el amor verdadero.

En una de las primeras clases de aquel curso, el profesor distribuyó por las mesas un simple folio en el que había unas pocas líneas escritas. 
Esto, nos dijo, será lo más importante que aprendáis nunca en este aula. Miré con curiosidad la hoja que con cierta parsimonia resbaló por mi mesa. Principio de incertidumbre de Heisenberg. 
Para ser sinceros, leí las pocas líneas y la fórmula matemática que ejemplificaba lo dicho por el físico alemán y no le hice gran caso. Al terminar la clase guardé el folio en la carpeta y no lo volví a sacar hasta diez minutos antes del examen final. 

La forma de mirarme cambió por completo mi propia mirada. ¿No os ha ocurrido alguna vez eso? Saber que a ella o a él le gustas y eso provocar que vuestra propia percepción de las cosas evolucione de una forma diferente. 

A mí, desde luego, me ha ocurrido en varias ocasiones. En algunas de ellas, esa distorsión varió la realidad de una forma extravagante y curiosa llegando a creer que el amor llamaba a mi puerta. En otras, en cambio, fue cierto eso que dicen de que enamorarse es cosa de dos. 


Ella subió al coche. Yo arranqué el motor. Una enorme luna iluminaba su rostro. Puse cara de bobo. Tendrás que guiarme, no se ir. Dije, dirigiendo la vista hacia la carretera. Observaba mis gestos, mi cara, mi forma de conducir. La miraba de reojo, y la ví sonreír. Noté que yo le gustaba, y eso incitó mi deseo hacia ella. 
El camarero nos dio la carta. La abrí y posé la mirada por los diferentes platos. De pronto, levanté la vista y me topé con los ojos de ella. Con voz dulce preguntó, ¿tú qué vas a pedir? La hamburguesa, repuse. Mi elección, con total seguridad, cambió la suya y con una mueca graciosa dijo, pues creo que yo tomaré lo mismo. ¡Copiota! Respondí yo. 
¿Qué te apetece hacer? Me preguntó tras la cena. La verdad es que ese día estaba cansado, había madrugado y quería irme a dormir. ¿Te apetece un vino? Interpeló viendo una duda en mi rostro. Conozco una vinoteca cerca de aquí, añadió. Su posicionamiento, queriendo seguir la velada, cambio mi propia velocidad deseando no irme a dormir por el momento. Vale, respondí. Me apetece. 

Sostenía una copa de balón en la mano. El ron transitaba por mis venas mezcladose con los glóbulos rojos en su azaroso camino por cada recoveco de mi cuerpo. Ella con otra copa similar a la mía dio un enorme sorbo. Se mordió el labio y armándose de valor preguntó, ¿te quieres quedar a dormir? Ese gesto persuadió a mi mente, me hechizó hasta tal punto que me vi contestando, sin poder remediarlo de forma alguna...Sí pero solo a dormir, ¿eh?

Lo que Heisenberg averiguó, estudiando partículas tan diminutas como los fotones, fue la imposibilidad de predecir con exactitud dos propiedades relacionadas de las mismas. Es decir, que por ejemplo no podíamos conocer la posición y velocidad de un fotón al mismo tiempo. O dicho de otra manera más poética, el acto de observar cambia lo que es observado.

Estaba sentado en el laboratorio de física. Delante de mí había un par de hojas con una serie de cuestiones sobre el cálculo de errores y distintas formas y métodos de medir diferentes variables. Me quedé pensativo ante la primera pregunta del examen. Esta rezaba, exponga brevemente que postula el principio de incertidumbre de Heisenberg. Mis ojos, por inercia, se posaron en la segunda cuestión. ¿Qué consecuencias tiene en la teoría de errores? 

Hubiera estado divertido contestar a esa primera pregunta que Heisenberg hablaba del amor en sus estudios. Según mi teoría experimental un tanto excéntrica bien es verdad, lo que concluyó en su observación de las partículas de la luz es que uno se enamora cuando siente que el observador u observadora en cierta forma ha sido hechizado por él o ella. De esta manera, el corazón fascinado cambia el destino del corazón que empieza a ser deslumbrado. Posiblemente habría suspendido igualmente y hubiera sido inútil, a parte de objeto de chascarrillos jocosos por los pasillos de la facultad, el exponer como ejemplos de mi teoría los transcritos un poquito más arriba. 

Sin embargo, creo que mi respuesta a la segunda pregunta habría calado de forma diferente en la mentalidad del profesor, hombre casado y ya anciano. ¿Qué consecuencias tiene el principio de incertidumbre en la teoría de errores? Calibrar un corazón, ponderar en qué posición está conlleva un error asociado a su velocidad. Esta también recoge su propia inexactitud multiplicándose con el error de la primera variable. Por tanto, cuando dos corazones se aman y se unen en una sola alma, son impredecibles de determinarse con exactitud sus cualidades, entrando en el indeseable mundo de las probabilidades. Las consecuencias del error en las medidas del amor sometidas a la irrefutable teoría de la indeterminación de Heisenberg son la infidelidad, el engaño, la falta de sinceridad, el desamor.

No obstante, ante esta enrevesada respuesta, hay cierta controversia. Algunos físicos (entre ellos Stephen Hawking, por ejemplo) han creido en el determinismo de la física de lo más pequeño, de todas esas partículas infinitesimales de las que están compuestas los corazones y las almas.
Esos locos científicos no piensan en posiciones y velocidades como variables separadas de las propias particulas sino que observan y evaluan el conjunto de todas esas cualidades. A esas partículas los deterministas las denominan ondas. Ellos piensan que el universo y cada cosa que en él se encuentra está plagado de esas ondas y éstas pueden calcularse con exactitud.

Sospechan, por tanto, que el principio de Heisenberg está concebido bajo una premisa equivocada, un simple error conceptual, cuya última consecuencia en el campo de los corazones y las almas es la de afirmar que el amor verdadero existe y es aquel en el que el error al encontrarlo y determinarlo es nulo. La dificultad estriba, por tanto, en encontrar dos corazones que vibren al unísono.




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