La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

domingo, 29 de diciembre de 2013

Shenandoah

Anteriormente había dejado en la Gruta de los Olvidados a Rubén, el Conquistador. Se encontraba allí despues de un año de increibles aventuras persiguiendo una leyenda. Sin embargo, la fortuna le era esquiva y parecía que el destino jugaba con él como un pequeño pajarito juega con una diminuta ramita seca.
"Sólo un alma pura...."
Esas palabras rondaban por la cabeza del Conquistador. Una y otra vez maldecía su mala suerte. El tesoro de Barbanegra estaba ahí, casi lo rozaba con sus dedos y no podía abrir el jodido cofre. Y de verdad que lo había intentado pero no sabía que singular encantamiento mantenía la cerradura intacta. Seguramente Edward Teach, Barbanegra, habría hecho algún tipo de pacto con algún hechicero o quien sabe si con el mismísimo diablo. ¡Malditos sean todos los brujos repartidos por los confines del mundo conocido!
Rubén, sentado en la arena, escuchaba el monótono sonido de las olas. Ese ir y venir del agua le había sumido en un trance, puede que ayudado por la botella de ron que sostenía en la mano izquierda mientras que con la derecha jugaba con la fina arena blanca. Miró a la luna y empezó a cantar una bella balada que había aprendido de niño, la canción de los enamorados errantes. ".......Na na na na I tell you a story that happened one day about a beautiful girl, her age was sixteen, and a young English soldier with nice pretty eyes na na na na......".
Esa letra le traía recuerdos, imágenes lejanas de una mujer susurrandosela al oído mientras hacían el amor en la cama de una posada de Tortuga. Su primer te quiero, su primer suspiro, su primer y único corazón roto. Rubén había amado como jamás lo haría ya, puesto que después de que ella muriera al dar a luz una niña preciosa de ojos azules como el profundo mar se juró que no permitiría que su corazón le traicionara de nuevo. La niña, a la que llamó Shenandoah, falleció a las pocas semanas y Rubén quedó inmerso en una tristeza infinita la cual superó poco a poco tras varios meses deambulando por las tabernas más oscuras, desde Kingston a los Cayos, empapando su alma en alcohol. 
Así que, con los recuerdos del entierro de la pequeña Shenandoah en la retina, cantó a la enorme Luna y lloró. La impotencia, la crueldad del mundo, la soledad. Todos esos sentimientos afloraron en esa desconocida isla en la que Teach escondió su tesoro. Y de pronto el sollozo paró, se había dado cuenta de algo. Una increíble idea empezó a formarse en su cabeza. "Sólo un alma pura podrá abrir el cofre." ¿Alguna vez su alma había podido calificarse de pura e inocente? Si, sin duda. Ese día en la isla de Tortuga. El día que concibió a su niña, aquel en el que tumbado en el catre de la posada "Jenny's Grotto" escuchando los gritos lejanos de una pelea en la cantina de enfrente juró amor eterno a esa mujer de pelo rizado y rubio. 
Rubén el Conquistador se levantó del suelo y corriendo hacia el mar gritó. Lanzó un sobrecogedor aullido a la brillante Luna junto a una promesa al cielo y las estrellas. 
- ¡¡Juro por mi vida y por los espiritus de mis antepasados que mi alma volverá a ser pura!! Y ni todas las tempestades juntas, ni hechizos de mal nacidos brujos, ni monstruos de mil cabezas podrán detenerme, ¡¿me habéis oído?! 
Rubén tenía la estúpida idea que encontrando de nuevo ese amor, su verdadero amor, podría hacer que su alma volviera a ser pura. ¿Funcionaria? Por tonto que pudiera parecer tenía sentido, desde luego que lo tenía. Sólo hallando a esa mujer destinada para él podría calmar su corazón y devolver la inocencia a su maltrecha alma. 
Y con las olas golpeando su fuerte pecho miró desafiante el horizonte. La encontraría, estaba dispuesto a viajar donde fuera necesario, surcar los océanos infinitos y buscar por todos los rincones del planeta. Encontraría el amor y volvería de nuevo a esa isla para abrir el cofre de Barbanegra. El tesoro sería suyo. 
-¡Edward, tu oro será mío! Gritó a la oscuridad como si el propio Barbanegra se escondiera tras el lóbrego cielo. Y ante la decidida mirada de Rubén una estrella fugaz cruzó la negrura en ese instante como si el pirata de los piratas recogiera ese desafío. Atrevete, Conquistador, y toda mi furia caerá sobre ti.

Por segundo año consecutivo me encuentro en la playa intentando observar la primera luna del año, algo imposible por el momento porque un cubierto cielo la oculta. Huelo el salado aroma de un mar tranquilo, Poseidón debe estar dándome la bienvenida desde las profundidades del océano con ese suave susurro de las aguas. La brisa humeda acaricia mi cara mientras escribo mis pensamientos sentado en la terraza, con una manta cubriéndome las piernas. 
¿Por qué me ha dado por escribir sobre piratas? Sólo encuentro una posible respuesta, en una vida anterior fui uno de ellos. Solitario como los piratas, sin poder o querer confiar en nadie. Les es difícil encontrar el amor porque no quieren atarse a nada que no sea su precioso buque, al igual que yo que en su momento huí del compromiso. Soñadores, como yo mismo, en busca de tesoros inexistentes o al menos de dudosa veracidad. Incluso se asemejan a mi en su gusto por el ron. Ellos directamente de la botella, yo menos valiente sin duda, en forma de mojito. 
El mar siempre llamó mi atención por su misterio intrínseco, sus millones de historias atraían mi interés. Cuentos entre la realidad y la ficción, mapas de viejos marineros en los que se dibujaban monstruos de cuerpos gigantes y largas fauces. Quizá sea por eso, para desentrañar algunas de esas historias arcanas, que hace años intentara emularlos y ser uno de ellos matriculándome en la Escuela de Ingenieros Navales. Puede que sólo sea una casualidad, una extraña carambola del destino. 
Shenandoah es el título de una canción de marinos. Una de esas tonadillas que se cantaban en la cubierta de los buques mientras se surcaban las aguas de mares y ríos. Una balada romántica y evocadora que hace que las palabras fluyan suavemente, como se mueve el casco de una embarcación a través del líquido elemento. Sin embargo, Shenandoah tiene otros significados. Algunos dicen que es el nombre de un jefe indio iroqués, esos que poblaban la región de los grandes lagos de América del Norte. Pero yo me quedo con otra acepción más poética. Su traducción podría ser la de "hija de las estrellas". Esos mismos astros que en este preciso instante no puedo observar por las caprichosas nubes, aunque se con certeza que ahí están. Y ahora una compleja pregunta viene a mi mente, ¿hago bien siendo de la forma que soy? Tengo la extraña sensación de que como un pirata, moriré sólo. Buscando un tesoro que nada más que existe en mi cabeza, imágenes idealizadas por miles de historias y cuentos irreales. Quizá el verdadero amor, la idea que subyace en esas palabras, tan sólo pertenezca al mundo de la fantasía, como el tesoro de Barbanegra. Es probable que la realidad sea que no hay más que cariño y complicidad, y que el deseo haga que todo en su conjunto engañe a los sentidos y creamos tener amor confundido entre sentimientos de pasión. Si encontrara ese cariño, ¿debería conformarme "sólo" con eso? O como Rubén el Conquistador, ¿debo poner mi empeño en descubrir que hay en las entrañas de ese cofre pese a que pueda que el tesoro sea una leyenda pergeñada por una malvada mente?
En cualquier caso tengo la seguridad absoluta de dos cosas, que deseo amar de verdad y que Shenandoah es un bonito nombre para poner a una niña. La hija de las estrellas cuya madre era un ángel venido del cielo de preciosa sonrisa y voz dulce. 
....Shenandoah Ferrán, ¿suena demasiado pretencioso? Quizá no en el mundo de piratas del principio. Sigamos soñando....

jueves, 26 de diciembre de 2013

The little mermaid

Estaba sentado en un teatro, una sala llena de niños. Nerviosos miraban espectantes el escenario deseando que Ariel apareciera y comenzara a cantar. Yo miraba alrededor observando a los padres, más atentos por hacer fotos de los niños que al ambiente que les rodeaba.
El sillón me envolvía y me recosté mirando el precioso techo y las paredes decoradas con motivos marineros. Todo era encantadoramente sugestivo. Y mi alma, en ese lugar, volvió a ser inocente como la de los cientos de niños que excitados les preguntaban a sus padres si también saldría el entrañable Sebastián, o el apuesto Eric. 
Y entonces sucedió. En un pequeño teatro de Orlando soñé con sirenas y príncipes, con encantamientos y lugares mágicos, con el triunfo del amor. El sentimiento más puro me sobrevino, y por unos instantes al ver a la pelirroja sirenita mi corazón latió con fuerza y cuando sonaron las primeras notas de la canción "part of your world" la piel se me erizó. 
No pude evitarlo y canté con ella, tarareé las partes que no me sabía y las que conocía las canturreé junto a la niña que a mi lado saltaba en su asiento. Una desconocida compañera de ilusiones. 
La actriz que hacia el papel de la sirenita era una belleza y su voz contagiaba la emoción de la música, por eso, cuando al acabar y decir eso de ".... wish I could be part of that world." Y salir del techo miles de pompas de jabón, unas lágrimas aparecieron en mi cara mientras las burbujitas caían haciendo que todo tuviera cierto aire asombroso y misterioso. La magia rodeaba todo y parecía que dentro de una historia de Hans Christian Andersen me hallaba. Increíble sensación llena de sensibilidad y de un extraño magnetismo. 
Me encantaría ser parte de ese mundo de fantasía. Un lugar en el que siempre triunfa la bondad, un sitio en el que los malos acaban derrotados y los buenos obtienen lo que desean. Daría mi vida por ser Eric y conocer a mi Ariel, esa mujer que me robe el corazón y haga que respire por ella. Esa chica que me tararee canciones al oído y haga que sienta tanto amor que llore de alegría. Esa mujer que diga que quiere ser parte de mi mundo, o quizá no sólo ser parte de él sino ser mi mundo completamente. 
Hay días en los que pienso que eso sólo sucede en las películas y que en realidad ese sentimiento tan intenso no existe, que todo es un engaño de la mente humana y que las traviesas hormonas juegan con nosotros haciéndonos creer en el amor enmascarandolo con atracciones físicas y deseos. 
Pero hay otros días en los que despierto por la mañana y necesito creer. Ahuyentar la cordura y el pragmatismo y soñar. Y por que no, cerrar los ojos y mantener esa idea de que sólo los que de verdad piensan que algo es posible son los que obtienen sus deseos más locos e irreales. 
Esta mañana al abrir la aplicación de Youtube me ha aparecido el video de esta canción en mis sugerencias. No tengo ni idea del motivo de colarse este corte de la sirenita entre sugerencias de vídeos de ejercicios de crossfit y de parkour, pero ahí estaba y lo he puesto. Me he emocionado de nuevo y he recordado ese día que la escuché en ese lejano teatro. Pero hoy la he visto de otro modo, me ha parecido que Ariel tenía una mirada melancólica y la última escena de la canción en la que no puede salir del mar y desea por todos los medios estar en la superficie para ver a su amado príncipe me ha entristecido porque me ha hecho pensar en mi. Hoy he llorado al escuchar la música pero no por el mismo motivo que lloré entonces. Aquel día era feliz, en ese instante estaba enamorado y la canción me decía que era maravilloso que al final la sirenita pudiera estar con Eric. Sin embargo hoy he observado que Ariel está apenada, que no desea estar en su mundo mágico bajo el mar sino en otro lugar menos extraordinario pero igual de fascinante para ella porque su verdadero amor se encuentra allí. El problema radica en que no puede salir del océano, por mucho que grite que desea subir sabe que es imposible, es una sirenita y eso le condiciona y no puede amar a quien desea amar. 
Es triste. Por eso al terminar de escuchar la canción he cerrado los ojos. Y tumbado en la cama me he repetido, la magia existe, la magia existe, ¡la magia existe!
La cola de sirena de Ariel se transforma en unas bonitas piernas. ¡Magia!. Y puede bailar con el príncipe y besarle. 
¿Por qué no puede sucederme a mi también? Que mi corazón quedé mágicamente hechizado, y pueda coger de la mano a mi princesita y bailar junto a ella, acariciar su carita y besarla con tanto amor que esta vez llore de una inmensa alegría por ser parte de su mundo.
De ese maravilloso mundo en el que todo es como en los cuentos. Una historia en la que Úrsula no consigue salirse con la suya, en la que el rey Tritón permite que su hija se case con Eric, y en la que el amor triunfa por encima de todas las cosas. 
Hoy quiero creer. Ahora mismo necesito pensar que hadas, magos, brujas y hechiceros existen. Y es posible que el influjo de la luna de Navidad haya hecho que esa mujer destinada a amarme se haya dado cuenta de que necesita ser parte de mi. Y me busque aunque seamos de mundos distintos, aunque ella tenga una esbelta cola de sirena y yo este en la superficie fuera de su alcance. 
Sirenita sigo buscando, esperando encontrarme con tus ojos, deseando acariciar tu mano, soñando con besar tus labios. Y por supuesto, anhelando ser parte de tu mundo.
La magia reside en el corazón. ¡¡I want to believe!!



martes, 17 de diciembre de 2013

Boho chic, hipster, trendy.....

Hace unos días me hacía esta pregunta. ¿Qué coño es el estilo boho chic?
Después de pensar unos segundos e imaginarme como iría una chica que describiera su estilo de vestir de tal forma recurrí al buscador de Google. Leí el primer enlace que salió en la pantalla. Es un movimiento liderado por Sienna Miller, estilo bohemio que crea tendencias este año. Esto más que aclararme las ideas me suscitó nuevas incógnitas. ¿Un movimiento?¿Sienna Miller?¿tendencia a finales del otoño del 2013? ¡¡Pero si yo por la calle sólo veo a chicas con ropa de Zara, H&M, Mango....!!
Seguí tecleando en el buscador de internet y más información vino en mi ayuda. Sienna Rose Miller, actual pareja de Tom Sturridge. Modelo y actriz. Es la cara de Coca cola, Vogue, Hugo Boss y ha ganado un Globo de Oro por hacer de Tippi Hedren en "The girl". Entonces dirigí mi mirada hacia la foto de más abajo. ¡Anda, joder!¡Ya se quien es!
Comencé a mirar fotos de Sienna. Su famoso estilo boho chic era en realidad algo que englobaba de todo. La vi con vestidos de todo tipo, sombreros, gorros de lana, vaqueros ajustados, blusas vaporosas, americanas grandes, ceñidas camisetas, hasta una chupa de cuero con chinchetas. Los peinados tampoco me decían demasiado ya que su rubio pelo estaba de mil formas distintas. Trencitas, ondulado, liso, media melena, recogido en una coleta, con flequillo o sin el. En fin, ¿qué leches es el estilo boho chic?
Esto era un camino sin salida así que fui a otro enlace. Este era más clarificador. Es la forma de combinar ciertas prendas. Ya veo. Una camisa es una simple camisa pero si la unes a un vaquero ya es otra historia y un mundo nuevo se abre ante tus ojos. 
Y entonces recordé esos viajes en avión en los que, para pasar el rato, ojeaba el Glamour. Y una sección me hacia mucha gracia. Una mujer, no se si con algún tipo de experiencia en el mundo textil, valoraba lo que las famosas del momento llevaban al salir a la calle en sus quehaceres diarios. A algunas las ponía a parir por llevar botas de un estilo determinado y otras le parecían adorables y valientes por ponerse una sudadera al llevar a sus críos al cole. Sinceramente, me descojonaba por los comentarios.
Hace un par de meses Cristiano Ronaldo acudía a una rueda de prensa que había organizado el Real Madrid para hacer pública su renovación de contrato. Más allá de las mareantes cifras de las que se hablaron ese día, Ronaldo llamó la atención. Todos los medios hablaban del estilo hipster de CR7. 
Bien, volvamos al buscador (bendita wikipedia). Tecleo hipster y sale.....pues sale un montón de gente guapa que parece desaliñada pero que a ellos parece sentarles bastante bien, o eso dicen. Barba, camisas de cuadros, pantalones vaqueros doblados a la altura del tobillo, sudaderas y gorros de lana, gafas de pasta que en muchos casos son falsas. Pero esto de ser hipster tiene más miga y sigo leyendo. Subcultura de los años 40 asociada con la música independiente y estilos de vida alternativos. Interesante. ¿Sabrá esto Ronaldo o sólo se vistió de esa manera para dar de que hablar?
Como hago siempre que escribo, pongo algo de música para motivarme y que las palabras salgan de mi corazón y mi mente. ¿Qué escucho hoy? Bueno pues recordando mis años de infancia me he bajado una cancioncilla pensando en mi hermana, que la ponía en su radiocasette de enormes altavoces. Mecano y su canción "Maquillaje". La música sonando a todo volumen llegaba hasta mi habitación. La escuchaba y la cantaba a solas, bailando a la vez que tarareaba eso de ".... Sombra aquí y sombra allá, maquíllate maquíllate. Un espejo de cristal y mírate y mírate....". Me movía mientras me reía de lo tonto que era al bailar una canción "de chicas".
Pero la verdad es que viene al pelo el hit de Mecano. Si alguien me preguntara que estilo tengo yo, ¿qué diría? Pensándolo un ratito corto me definiría como un chico trendy con cierto estilo casual y un poco surfero. ¡Vaya mezcla! 
Creo que no se ha inventado un sólo estilo que me describa, o quizá si y lo desconozco. Yo sólo llevo lo que pienso que me sienta bien y cuando me pruebo algo me hago dos preguntas. ¿Me gusta?¿Le gustará a las chicas? Si ambas respuestas son afirmativas me lo compro. Esa es mi sencilla metodología cuando voy de tiendas. 
De todas formas queda bien eso de ser un "trendy boy". Pese a que hasta hace bien poco no tenía ni idea de que era.
El cambiante mundo de la moda. Misterioso e insondable. Un tema que me produce muchos sentimientos contrapuestos. Admiración, aburrimiento, belleza, curiosidad, agotamiento, estrés. 
Me admira la veneración de las chicas ante una prenda, verse delante del espejo y gustarse. Entendible por otro lado, porque cuando encuentras esos vaqueros que te sientan tan bien que te dices "¡coño, que culito tengo!" Eso, amigos, no tiene precio. 
Aburrimiento de estar horas y horas dando vueltas sin encontrar nada que te emocione o te llame la atención. Eso lo odio y ha sido causa de disputas en el pasado.
La belleza de contemplar a una bonita chica como, con la autoestima por la nubes por sentirse guapa, camina ante ti y te pregunta, ¿qué tal me queda?.
La curiosidad en la mirada ante un escaparate, observando un maniquí de proporciones irreales y dudando si adentrarte en la tienda porque una cuestión asoma por la cabeza, ¿me sentará igual?.
El agotamiento que te produce el probarte una talla y otra y otra y no dar con lo jodidos pantalones. ¡¿Es que he engordado en los últimos cinco minutos?! ¡Malditos modelos de la talla 38 y cinturas imposibles!
El estrés de las rebajas, temidas e idolatradas a partes iguales. ¡No me tiréis de la lengua!
Esta mañana al salir de la ducha y ponerme unos pantalones y una sudadera me he mirado al espejo y he sonreído. Rubén, no estas nada mal. Me he dicho mientras pensaba en una frase que lei una vez en algun sitio. "La simplicidad es la clave de la verdadera elegancia". ¡Qué cabronazo más vanidoso eres, Rubén!
En fin, yo sigo escuchando a Ana Torroja y tarareando "....mira ahora, mira ahora, mira mira mira ahora mira ahora mira ahora puedes mirar, que ya me he puesto el maquillaje je je y si ves mi imagen te vas a alucinar y me vas a querer besar...."




sábado, 14 de diciembre de 2013

Los diminutos y otros extraños seres.

Esta mañana me he despertado con una canción en la cabeza. Si, la de los diminutos.
".....pequeños seres bondadosos, están viviendo con nosotros. ¡Pero seguro que no los veras!...."
Entrañables dibujos animados que veía los sábados por la tarde en la tele cuando era niño. ¡Que curiosa es la memoria! Mientras desayunaba una concha de chocolate me he puesto a pensar que sería bonito que detrás de la pared del salón se escondieran, como en la casa de kike, esos seres minúsculos. Que tras ella se encontraran Lucy, Tito, el abuelo o la mismísima flecha. Sería genial, ¿no creéis?
Acto seguido la mente me ha llevado a otro mundo escondido tras los muros de las casas. "....el centro del universo es, sin duda, un maravilloso lugar excavado en la roca llamado Fraggle Rock....". ¡Que muñequitos más divertidos y musicales! De pequeño de verdad que creía que existían. Pensaba que bajo mi casa vivían Gobo, Musi, el tío Matt, Rosi.... todos cantando y bailando, los curris construyendo, la montaña de basura aconsejando. 
Así que he terminado de desayunar y con una sonrisa en mi cara, deseando ver al tío Matt el viajero, he mirado tras la puerta. Nada. ¡Mecachis! Ningún agujero por el que bajar al mundo Fraggel. Me he quedado en silencio para ver si escuchaba a Gobo tocando su guitarra pero debían estar aún durmiendo o quizá tenían miedo de mi y se han callado de pronto. 
Quería escribir sobre esto y hace unos minutos me he preguntado que podía contar sobre este tema. No he tenido que pensar mucho, de hecho me ha salido una relación evidente y como si el Espíritu Santo hubiera hecho acto de presencia para iluminarme me he dado cuenta de una cosa increíble. ¡Ya se el motivo de que me gusten tanto los aeropuertos!
Desde siempre me ha encantado ir a un aeropuerto. Hace años incluso me acercaba por las tardes y me sentaba a ver a la gente llevando sus pesadas maletas, llenas de ilusión por ir a lugares lejanos. Observaba el ir y venir de los pasajeros delante de la puerta de seguridad y soñaba con algún día ser yo el que traspasara la barrera hasta el otro lado. Miraba la pantalla con los destinos y aleatoriamente elegía un lugar, dejaba volar mi mente hasta los increíbles sitios que visitaría en esa ciudad. 
Soñar. Siempre andaba soñando. Hasta que llegó mi momento, ese en el que ya me tocaba a mi ser el protagonista y ver con mis propios ojos el maravilloso mundo del Duty Free, las puertas de embarque y las salas de espera. 
En los aeropuertos me he reído, llorado, enfadado, discutido, dormido, me ha tocado abrir mi maleta tirando todo por el suelo, he pasado controles de todo tipo, me he puesto nervioso, me he sorprendido.....
Quizá pueda contar tres pequeñitas historias.
La primera vez en el aeropuerto JFK de Nueva York. El agente de Aduanas me mira con cara de pocos amigos comprobando mi pasaporte. Miro su chapa y veo que se llama George, un enorme negro de brazos musculosos. Me dice en un inglés que apenas entiendo....ponga ahí el dedo pulgar de la mano derecha. Nervioso, pongo el dedo donde me dice. De pronto me mira y me dice sonriendo, su otra mano derecha por favor. Confundido bajo la mirada y veo que es el pulgar de la izquierda el que esta sobre el escáner. Me rio y pronuncio un tímido sorry. Instantes después George se puso a preguntarme que lugares visitaría de la Gran Manzana, y amablemente me dio algunos consejos. Un par de minutos para teclear los datos y con una sonrisa de blancos dientes en su cara me dijo, welcome Rubén! Next!!!
Aeropuerto Charles De Gaulle, creo. O puede que Orly. Llegaba tarde. Miraba el reloj una y otra vez y para mi que a cada instante las manecillas se movían más rápido. Había que coger un shuttle, una lanzadera hasta mi terminal. Una vez en el anden y con los nervios cojo el primer trenecito que se acerca. ¡Bien! ¡Creo que al final llego! Exclamé entre suspiros. Despistado, miro a los pasajeros que junto a mi se acomodan y juego con el billete. Diez minutos después el altavoz anuncia que hemos llegado. Sonriendo salgo y....¡mierda! ¡Estoy en la otra punta! ¡Que cojones....! Había escogido el anden que no era, con las prisas no me había fijado que ese tren llevaba hasta la terminal opuesta a la que debía ir. Bueno, al final para tranquilidad de todos cogí el vuelo de vuelta a Madrid ya que después de tantos nervios el avión salía con retraso.
Aeropuerto de Atlanta. El avión se disponía a tomar tierra. Ese día había sido una locura. Por la mañana había estado en Orlando, montando en mi atracción favorita de DisneyWorld, Pirates of the
Caribbean en Magic Kingdom. Nada hacia presagiar mientras, triste, montaba en ese barquito escuchando la frase "dead man tell no tales" que horas después todo se precipitaría de una forma irreal hacia la locura. Hacia las doce y media o la una nos fuimos al aeropuerto de Orlando tras salir de Piratas y hacer que mi acompañante me jurara que volveríamos alguna vez. El autobús de Disney nos recogió en el hotel y directos fuimos al Orlando International AirPort. Un aeropuerto, debo decir, increíble. Teniamos hambre al llegar así que paramos en un restaurante del mismo aeropuerto sin ir siquiera a la puerta de embarque. Comimos tranquilamente y un rato antes de salir el avión nos acercamos. ¡Coño, retraso! Primero media hora, luego una, para más tarde cancelarse. ¡Joder, la conexión en Atlanta! Nervios, impaciencia, caos. Un lio tremendo que afortunadamente pasó tras un par de horas de angustia. Nos recolocaron en otro vuelo pero la cosa andaba muy justa, en Atlanta tendríamos que correr y mucho si deseabamos coger nuestra conexión a Madrid. Asi que, al aterrizar es lógico que mirando al reloj dijera a mi acompañante, ¡ahora a muerte!. Dándola un beso y cogiendo cada uno una bolsa del maletero que pesaba como un muerto, malditas compras, salimos escopetados hacia la nueva puerta de embarque. El dramatismo en estado puro llegó cuando en un momento en el que por un pasillo interminable miré hacia atras viendo que ella, unas decenas de metros retrasada, se paraba y me gritó....¡Ru coge tu el avión, yo me quedo aqui! Me paré y me dieron ganas de reir. Me descojoné. ¡Pero que chorradas dices! Cogí su bolsa y le solté, ¡anda tira para delante! Eramos los primeros en llegar a la puerta. Mala suerte, el embarque se habia cerrado y el avión salia ya. Empezaron a llegar pasajeros al mostrador que como nosotros iban en el vuelo de Orlando a Atlanta y al final logramos hacer que el avion diera marcha atras. Nos dejarían subir al ver que seria muy dificil ubicar a unas 30 personas en otros vuelos a Madrid. Media hora después, suspirando en el asiento para alejar los nervios, ella me besó y me dio las gracias por no dejarla atrás. ¡Estas boba! Dije mirando por la ventanilla como los edificios se alejaban del suelo. Los nervios dejaron paso a la tristeza infinita. Volvia a Madrid, ¡que coñazo!
¿¡Y que diantres tienen que ver los aeropuertos, los diminutos y los Fraggle!? Pues muy sencillo. 
Un cúmulo de sensaciones se debate en mi interior. Primero inquietud, ¿será aquí?. Luego nerviosismo, ¿las ves?. Más tarde inseguridad, ¿habrán llegado?. Pasando por una alegría tremenda, ¡ahí están!. Si, las cintas transportadoras de las maletas y esos agujeros misteriosos de las que salen, escupidas, del mismísimo centro de la tierra. 
Quizá me gusten los aeropuertos porque me traen recuerdos de cuando veía a las marionetas de 
Henson, o cuando cantaba la canción de los diminutos con mis hermanos. Quizá me guste soñar que la magia existe y esos seres fascinantes viven tras los misteriosos agujeros, ya sean en casas o aeropuertos. ¿Quien me dice que no sea posible que sean los curris quienes están detrás del manejo de esas miles de cintas transportadoras en las entrañas de los aeropuertos?
¡Esperad! Escucho un murmullo. ¡Silencio!
".....¿cantaréis y construiréis con nuestra canción? Sí señor, si señor, si si si señor. Si señor, sí señor, sí sí sí señor. ¿Sabes que es un balancín? Sí sí señor. ¿Y un cimiento de musgón? Sí señor, lo se. ¿Y una sierra y un cincel? Si señor, lo se. ¿Y una curri-excavadora? Sí sí señor....."
¡El juramento de los curris! ¡Existen! 





viernes, 13 de diciembre de 2013

Historias y leyendas de piratas y fantasmas

El conquistador estaba sentado en el suelo frío y húmedo. En su mano sostenía un pedazo de tela, raido y maltrecho por el paso inexorable del tiempo. Con mirada triste volvió a leer la demoledora frase que alguien escribió hacia ya mucho tiempo. "Sólo un alma pura podrá abrirlo."
Dejó el sucio trapo en el lugar que lo encontró, una pequeña caja de madera, y miró hacia el baúl que había a su lado. ¡Maldita sea la estampa de Johnny el cojo! Gritó en medio de la Gruta de los Olvidados. 
Un año antes se encontraba en una taberna, bebiendo a mansalva junto a su, por aquel entonces, compañero de juergas. Johnny, apodado el cojo por la falta de la pierna izquierda, era un viejo marino. Curtido en mil batallas, dedicaba el tiempo a beber y a contar locas historias a quien quisiera oírlo. 
- Amigo mío, brindemos por todas las sirenas del mundo.
- ¡Bien dicho, Johnny! ¡Bebamos por ellas, porque nos sigan volviendo locos y nos torturen con sus bonitos cantos!
- Aún recuerdo aquella pelirroja que llenó mi corazón y vació mi bolsillo. ¡Qué mujer! La muy zorra sabía moverse. 
- ¡Vamos John, un trago por la pelirroja!
- ¡Por sus besos y sus caricias, por sus largas piernas y por sus grandes pechos!
Rubén y John, borrachos, bebían y reían. No importaba más que ese instante, ese momento en el que el ron fluía por sus venas.
De pronto John, se acercó a Rubén y en un susurro casi inaudible le dijo....
- ¿Quieres que te cuente algo que me sucedió siendo un grumete en el Mar de los 
Sargazos? 
Rubén, siguiendo el juego, se apoyó en la mesa aproximándose más a la cara del cojo sintiendo su aliento a alcohol al escuchar su siguiente frase.
- Estando de ayudante del calafate en "El Dorado" me aconteció un hecho tremendamente extraño.
- Johnny, ¿no me dirás que viste a una sirena de verdad?
- Conquistador, esto es serio y tan real como que no tengo un sólo diente sano en mi maldita boca. Una oscura noche sin luna me encontraba en la cubierta comiendo unas sobras de la cena a escondidas, abstraído en darle buena cuenta al caldo que había sobrado no me percaté del oficial que se acercaba. Tuve la suerte de que antes de que me viera pude escabullirme por una escotilla, yendo a parar a un camarote en el que había un hombre postrado en la cama. Tenía el cuerpo lleno de llagas. Unas pústulas que me hicieron echar hacia atrás en cuanto las vi. Pero por temor al oficial no salí de allí. Ese hombre habló en sueños, o quizá deliraba por la fiebre. El caso es que empezó a contar una historia inverosímil. Dijo que había un tesoro escondido. Un alijo impresionante de oro y joyas, escondido por nuestro venerado Barbanegra.
- ¡Eso es tan leyenda como el jodido Kraken! ¿De verdad te lo creíste Johnny?
- Mencionó la Gruta de los Olvidados.
Al oír esto, Rubén bebió de un trago lo que restaba de su copa. 
- Explicate cabronazo. ¿Cómo sabía él lo de la gruta?
El cojo le contó la historia. Una increíble secuencia de hechos fortuitos que llevó al hombre que yacía, moribundo, en la cama a conocer el secreto del tesoro perdido de Barbanegra. 
Tres días más tarde Johnny moría en una trifulca en una casa de juegos ilegal intentando ganar unas monedas para pagarse la siguiente borrachera. 
Después de un año buscado ese recóndito lugar, el conquistador lograba adentrarse en la cueva y, sorprendido, toparse de bruces con el cofre del tesoro. Sus sueños de riqueza y gloria comenzaban. 
Pero la nota le devolvió a la realidad. ¿Cómo abriría el jodido cofre?

Ella tenía el arma en la mano. Ensangrentada. Miraba el cuchillo como si no fuera posible que estuviera en sus manos. Y se sentó. Miraba sin observar, ida. Entonces una lágrima recorrió su rostro. Había apuñalado a Rubén. 
Él estaba tirado en el suelo. Se agarraba el estómago sujetando las tripas que se le salían. Las manos no le daban a basto, se le salía el alma. Se le escapaba poco a poco. Apenas podía mantenerse despierto sin desmayarse, y antes de expulsar su último extertor, escupió una pregunta junto a un montón de sangre. ¿Por qué lo has hecho cosita?
En el suelo el charco oscuro, de un tono rojo tirando a marrón, se hacía cada vez mayor. Lo envolvía todo. Rubén se desangraba. Rubén se moría. 
Esta es una historia de fantasmas, la mía. Estoy muerto. Flotando, alrededor de mi cuerpo sin vida, mi espíritu ve la dantesca escena y me pregunto, ¿como sucedió todo?
La respuesta me viene como por arte de magia. Se donde comenzó y quisiera volver atrás. Sería maravilloso volver a aquel día, en un hotel de San Sebastián junto a la playa de La Concha. Ese día en el que todo empezó a desvariar de tal forma, tan calamitosa y surrealista, que ha hecho que yo termine con mis tripas por los suelos y ella con un cuchillo teñido de rojo en las manos. 
Corría el mes de Agosto de.....

Intento decidir que contar. Dos pequeños relatos. Dos historias que son una misma. Sin embargo hay una tercera que no quiero dejar fuera. 
Hace unos días me encontraba buscando una fotografía, una que deseaba publicar en mi perfil de Facebook. Sabía que la tenía por algún lado, pero no podía ubicarla en el tiempo. Anduve buscándola durante horas sin éxito alguno pero me topé con otra.
Un Rubén mucho más joven, cuya mirada se pierde en algún punto indefinido. Pensativo. Hablando conmigo mismo quizá. El lugar era propicio para ello, un sitio que vió muchos juicios en el pasado. En ese punto eran juzgadas muchas personas. Llevado por el aura y el aire impregnado de todas esas gentes sentenciadas, como si tuviera una premonición, me sometí a un proceso contra mi propia alma. Antes de que nada sucediera, antes de que nada pasara, yo tuve la posibilidad de escuchar mi corazón. 
Eso es lo que sentí al volver a ver esa foto. Una instantánea de hace 8 o 10 años. Íbamos a visitar el monasterio de El Paular, y paseando por la ribera del Lozoya pasamos por el puente de El Perdón. Y ahí, en un descuido por mi parte, me hicieron una foto. Una imagen robada, puede que la más íntima por ello. 
¿Por qué es importante ahora? Me encuentro en ese estado de reflexión. A solas mi alma y yo. Debatiendo si salgo absuelto de esta querella contra mi propia vida o si me llevan reo por el puente hasta los calabozos. Los cargos, mi insensatez, mi desidia, mi absoluta dejadez ante una vida que se me abría ante los ojos y dejé escapar. 
Son tres historias con algo en común, yo. Mi alter ego, el capitán en busca de aventuras. Mi pasado, el hombre apuñalado. Y el más actual, el ajusticiado en busca de redención. 
No puedo olvidar a ninguno. Rubén el conquistador, que busca su tesoro. Lo que guarda ese misterioso cofre no es otra cosa que el bien más preciado, el amor. El fantasma que recuerda el pasado, saber de donde ha venido, conocer los errores que le llevaron hasta la muerte. Y el juez que a la vez es el fiscal acusador y el acusado que se defiende. No, no puedo obviar a ninguno. 
¿Qué historia debo contar?
¿Logrará el conquistador abrir el cofre?¿Qué diablos habrá ocurrido en San Sebastián para que un fantasma deambule hasta allí?¿Será posible algún día que el juicio a Rubén acabe? 
Supongo que toda buena historia tiene un final incierto, así que dejaré para más adelante la continuación de ellas. Eso si, mostraré esa foto que me ha llevado a escribir la entrada de hoy. Una imagen de una primavera de hace algunos años, cuando yo era más inocente y mi corazón no había sido roto en mil pedazos. 

       





viernes, 6 de diciembre de 2013

Sonidos de una tierra distante

- Coronel, ¿nos toca ganar esta vez?
- Esta vez depende de ti, John.
Estas dos frases son parte del inicio de la segunda parte de First Blood. Un comienzo que pudiera ser un tanto esperanzador para el que observa en la distancia, pero que viendo la mueca de Rambo no deja lugar a dudas. Él tiene sus reservas, la cosa es difícil que pueda mejorar. No confía más que en sí mismo y quizá un poco en el Coronel, más que nada por los viejos tiempos. Aquellos en los que era reconocido como el mejor de entre los boinas verdes, el más reputado de los integrantes de ese cuerpo de élite. 
En otro momento de la película, la chica vietnamita que le acompaña en su misión poco menos que suicida, le pregunta.....¿qué es lo que te da suerte? Y señalando su enorme cuchillo dice....esto, sólo esto. 
Cada vez me siento más identificado con Rambo. Soy como él se denomina a sí mismo prescindible. Y lo define muy bien. Es lo que siempre he creído que era yo. Alguien a quien invitan a una fiesta y que si no aparece a nadie le importa una mierda. Así se lo explica Rambo a Koh, la muchacha asiática que no comprende el significado de ser prescindible. 
Anoche vi Rambo II metido en la cama y con el IPad apoyado en el pecho. Sólo y taciturno observaba la pantalla de nueve pulgadas y escuchaba la amargura de Rambo al definirse. El ya se había hecho a la idea de que su vida sería así para siempre. Sin embargo, en cierto punto de la historia Koh le pide que la lleve a Estados Unidos con él y una chispa hace que se le iluminen los ojos. Una pequeña esperanza de no acabar sus días sólo, de no sucumbir ante la triste idea de la soledad. Acto seguido, cuando él ha aceptado llevarla y ha creído que la felicidad era posible se la arrebatan de golpe. Un disparo y ella muere. Por un instante Rambo creyó. Unos pocos segundos en los que vió luz y el arco iris, millones de colores en su mundo gris y apagado. Fue terrible. Y la tristeza volvió al semblante del ex boina verde. 
Ayer tuve la oportunidad de no quedarme en casa, de no estar compadeciendome de mi mismo. Salir y quizá reír un rato. Una chica a la que ya fallé una vez, quería estar conmigo. Volvía a decirme que nos viéramos para compartir unos instantes. Y dos horas antes de la cita le escribí un mensaje. Lo siento, no me apetece quedar. 
¿Por qué lo hice? Ni yo mismo lo se realmente. Estuve haciendo ejercicio para no pensar demasiado, cené y me puse a ver la película metido en la cama. 
Quiero estar sólo pero a la vez quiero encontrar a mi princesa, dos ideas contrapuestas. Dos pensamientos que me tienen hecho un lío. Que marean tanto a los que estan a mi alrededor como a mi mismo. Un vaivén ilógico de emociones, una montaña rusa en la que tan pronto estoy eufórico como llorando tapado con la manta hasta las orejas. 
Hace un año la cosa era diferente. Sólo había tristeza. Ahora, hay momentos en los que la Koh de turno me invita a pasar un buen rato y una luz ilumina mi mirada para instantes después decaer en un estado de total incapacidad de tomar las riendas de mi propio ser. 
Decisiones que se que son erróneas, pero que no puedo hacer nada por evitar. ¿Es miedo?¿A que?¿Estoy chiflado?¿Necesito tratamiento psicológico de algún tipo?¿Quizá más tiempo?¿O puede que sólo me falte echar un buen polvo?
Tanta gente me ha dicho tantas cosas, teorías tan variadas que se podría escribir un buen mamotreto aburrido sobre las historias de Rubén y lo que pasa por su desquiciada mente. 
Y como si del día de la marmota se tratara hoy ha vuelto a suceder. Una mujer me ha preguntado a las doce de la mañana que si hacíamos algo y yo, estúpido, he negado su ofrecimiento. Más que estúpido soy un gilipollas porque ella ha insistido y yo me he vuelto a cerrar. Probabilidad de salir de aquí un 10%, siendo generosos.
Incluso me ha escrito un email para hacerme ver que yo soy el único dueño de mi destino. El día es precioso, aprovéchalo. Pese a sus palabras, aquí me encuentro. Expresando unos sentimientos que a poca gente importan ya que como Rambo soy prescindible. Las vidas de todo el mundo siguen girando y yo me encuentro apartado viéndolas girar. Sonidos de un mundo distante, en el que los niños se divierten y juegan en la calle, las parejas pasean abrazadas, los padres juegan al fútbol con sus hijos, los árboles ofrecen las pocas hojas que les quedan al suave viento del final del otoño, el sol ilumina los rojizos tejados de las casas. Murmullos de un planeta feliz, de un lugar placentero y rebosante de alegría. Ecos lejanos que llegan a mi mesa mientras sentado observo lo que sucede a mi alrededor sin querer, o poder, tomar partido.
Deseo amar. Deseo ser feliz. Deseo bailar la danza de los sioux agradeciendo un año de bondad. Deseo tener una sonrisa en mi rostro al despertar. Deseo cantar. Deseo mover mis pies sobre la arena de una playa y dibujar un corazón junto a dos iniciales, la mía y la de mi princesa. Deseo gritar de alegría. Deseo soñar más que nada en el mundo. 
Y sin embargo todo eso se desvanece de pronto. 
Al final de la película el Coronel se despide de un Rambo de mirada dura......
- ¿Como vivirás, Johnny?
Día a día.

"Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma." Nelson Mandela.