La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

martes, 8 de enero de 2013

El poder de la mente

Roma, año 1960. Una atleta americana gana tres oros olímpicos. Wilma Rudolph de 20 años de edad es la vencedora en los 100 m, en los 200 m y en relevos. Cuando tenía 6 años de edad sufrió un ataque de poliomielitis que hizo que tuviera paralizada una pierna durante varios años. En el año 1961 se convirtió en la mujer más rápida del planeta batiendo el récord mundial.
Leningrado, marzo de 1970. Una mentalista rusa para el corazón de una rana con la mente. Ninel Sergeyevna Kulagina aparentemente acelera y decelera un corazón animal a placer, logrando pararlo. Es famosa por los experimentos realizados en Rusia para mover objetos, sin contacto físico alguno, científicos soviéticos corroboraron la veracidad de estos y fue utilizada en la guerra fría por su poderes telequinésicos.
Bruselas, año 1970. Un padre inscribe a su hijo, bajito y enclenque, en una academia de Karate. Tras un arduo trabajo y mucha dedicación Jean-Claude Van Damme se convierte en uno de los actores mejor pagados en Hollywood, a principios de los 90, por sus películas sobre el Muai Thai y las artes marciales.
Ciudad de Ulm, Alemania. Año 1879. Nace un niño con problemas para el habla, hasta los tres años no dice una palabra y todo el mundo piensa que sufre algún tipo de retraso mental. Albert Einstein, tiempo más tarde, se convierte en el mejor físico del siglo XX, ganó el premio Nobel y formuló la teoría de la relatividad.
Nueva York, año 1879. Un hombre perseverante descubre un filamento que tarda dos días en fundirse. Esto cambia el mundo completamente. Thomas Alva Edison mejora la lámpara incandescente. Se asocia con J. P. Morgan y fundan General Electrics distribuyendo la electricidad por todo el país. A la edad de 8 años su profesor le echa de la escuela argumentando que es un alumno estéril e improductivo. A lo largo de su vida patentó más de mil inventos.
Hong kong, año 1971. Un niño de siete años, proveniente de una familia muy pobre, es matriculado en la Opera de Pekín. Durante 10 años soporta entrenamientos de hasta 18 horas, es instruido en el arte del baile, la interpretación y el kung fu. Aguanta con disciplina y tesón. Jackie Chan es venerado en China, y es considerado uno de los mejores actores de artes marciales por el riesgo de sus acrobacias.
Viena, mayo del año 1824. Un teatro a rebosar escucha con deleite la sinfonía n°9 en re menor de Ludwig Van Beethoven. Es su estreno y el compositor alemán contempla la sala con orgullo. Sin embargo no puede escuchar su obra. Está completamente sordo. Esta sinfonía, que es el actual himno de la Unión Europea, es compuesta por un Beethoven aquejado, entre otras muchas cosas, por una completa sordera.
He aquí unos pocos ejemplos del poder que tiene la mente. Gente desahuciada, niños dados por vagos o enfermos, personas a las que se les creía sin ningún futuro, o simplemente gente como Nina Kulagina. Todos utilizaron la mente como arma. Todos trataron de salir adelante con ingenio, perseverancia, inteligencia. Pusieron todo su empeño en lo que hacían. Creían en sí mismos.
Bueno, y os preguntaréis a que viene todo este despliegue de ejemplos de gente notable. ¿Qué momento de mi vida puede equipararse a estas increíbles hazañas de personas tan destacadas de la historia? Pues ninguno, no voy a compararme con estos monstruos intelectuales y extraordinarios. Pero hay un instante de lucidez en mi vida en el que durante unos minutos pude sentir ese poder mental.
Las Rozas de Madrid, año 1995. Último año de instituto. Un chico está en medio de un examen de química, necesita hacer una prueba casi perfecta para aprobar el curso. Es necesario sacar un 9.2 para compensar un mal primer examen. Lo difícil de la situación es que la materia la lleva cogida por los pelos, no se ha esmerado mucho en estudiar y ve complicado incluso aprobar. Pero en cuanto le dan las preguntas y se dispone a leerlas cierra los ojos y se dice a si mismo, puedes hacerlo. Confianza Rubén. Este chico lee las preguntas, coge el bolígrafo y empieza a escribir. Las palabras se escriben solas, las fórmulas químicas salen como si su mano estuviera poseída por algún ente divino. Durante la siguiente hora no para de garabatear en el folio. El profesor cuando acaba el tiempo recoge su examen y el chico se extraña de la rapidez con la que ha pasado todo. Alea iacta est.
A los dos o tres días ya están los resultados. Una inmensa sorpresa se adueña de este chico. Un 9.5 le salva de una convocatoria para septiembre.
Quizá fuera suerte, quizá fui afortunado en ese momento. Mi opinión al respecto es otra. Las sensaciones que tuve fueron poco menos que raras. Perdí la noción del tiempo, logré una concentración absoluta y mi mente buscó las respuestas a las preguntas. Nunca he vuelto a sentir algo parecido y he hecho miles de exámenes después de ese. No se el motivo pero ese día verifiqué que el poder de la mente es ilimitado. ¿Fue simple potra o un momento de claridad mental, de lucidez? Prefiero lo segundo. Al menos me gusta pensar que fue así.

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