La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

jueves, 31 de enero de 2013

Memoria

¿Qué es lo que hace que recordemos unos hechos determinados y otros pasen a formar parte del olvido?
El cerebro es algo intrincado, ni lo comprendemos ahora ni en un futuro próximo. En alguna ocasión he escuchado que solo utilizamos el 10% de la capacidad de este. ¿Qué hay del resto?¿Por qué no podemos más que vislumbrar nuestro potencial?
Ayer hablé con dos personas de mi pasado más lejano. Dos personas que fueron una fracción importante de mi niñez. Al menos ese es mi recuerdo. Sería interesante ver que recuerdan esas dos personas de mi. Se lo preguntaré algún día. Bueno, una de ellas me dió un par de nombres, personas que como ellas dos fueron a mi clase de pequeño. A una de ellas no la recuerdo y la otra tuve que pensar varios minutos hasta caer en la cuenta. Sin embargo, de las personas con las que contacté ayer, recordaba sus apellidos. Incluso hay un par de personas más que también puedo decir sus nombres completos. ¿Por qué?¿Fueron más importantes para mi?¿Me caían mejor?¿O sólo es que tenía más trato con ellos?
La mente juega con nosotros a veces. Es curioso pensar, y a todos nos ha pasado esto, que en un examen no podemos recordar algo que hemos leído un par de horas antes y si que recitamos el estribillo de la canción que suena por la radio.
Cuando menos esperamos nos vienen a la mente datos que parecen ser irrelevantes para la vida diaria. De pronto el nombre de un actor te viene a la cabeza y piensas, ¡vaya, me gustaría ver de nuevo esa película! O quizá estas leyendo el periódico y tu mente deambula por sus pasadizos secretos y saca a colación un escritor del que te apetece leer algo en ese instante.
Ayer, me di cuenta de lo asombroso de la memoria. Vi alguna foto de esas personas y cientos de recuerdos vinieron a mi, inundando de nostalgia mi frágil mundo en el que ahora me encuentro. Recordar la infancia no deja indiferente. Algunas personas tendrán recuerdos buenos y otras malos. Los míos en general son de esos que te hacen sonreír. También quizá porque tendemos a sacar a la luz la historias felices y puede que algún asunto turbio quede enterrado bajo miles de neuronas. Quien sabe. Pero sin duda es fascinante pensar que después de tanto tiempo una mirada, unos simples ojos pueden llevarte tan lejos en el tiempo. Será porque esa mirada la tenía grabada a fuego en mi mente.
Una cara hace que vueles 25 años atrás. La máquina del tiempo más efectiva hasta el momento. La memoria. Claro que sólo funciona para un sentido. ¡Vaya por dios!
Interesante es el tema de lo que podemos hacer o no. Me explico, los mentalistas, psíquicos, sensitivos, y todo ese tipo de personas dicen que son capaces de realizar funciones para las que la gente de a pie, tu y yo, no soñaríamos con hacer. Mover objetos, leer pensamientos, intuir donde se encuentra una cosa o persona, ver a través del tiempo, bilocaciones, etc, etc. Todo eso, que es discutible, se produce mediante un ejercicio mental. Es decir, esa gente utiliza más del 10%. ¿Cómo?
Gente excepcional, sean engaños o no. Si es cierto, da miedo. Sino, se lo han currado bastante. En cualquier caso son personas fuera de lo común.
Más fácil de probar son ese otro tipo de gente cuyo coeficiente intelectual es superior a la media. Su cerebro trabaja más rápido, es más ágil, más potente, más efectivo. ¿Por qué unas personas tienen ese don y otras nos tenemos que conformar con leer mil veces una cosa para memorizarla?
Según las teorías de Darwin, el naturalista, el ser que mejor se adapta es el que sobrevive. El que perpetuará sus genes para el futuro. ¿Cuál de las especies es la que sobrevivirá? ¿Los que somos gente corriente o los que extrañamente tienen un don excepcional?
Me da a mi que la mediocridad gana la batalla. Ahora vale más ser un pirata que un navegante. Los corsarios se adueñan del mundo mientras los exploradores se agazapan esperando no ser aniquilados.
En fin, yo me quedaré con mis recuerdos de niño. Época en la que solo pensaba en jugar, reír, y por qué no, mirar a los ojos a una pequeña niña con sonrisa risueña. ¡Ah, que tiempos!



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