La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

miércoles, 23 de enero de 2013

Mente analítica V (getting strong now)

Rubén era llevado de nuevo a la pequeña celda de los calabozos. Mientras recorría los pasillos del juzgado, escoltado por un guardia de seguridad delante y otro detrás, pensaba en el desarrollo de los tres días anteriores. El juicio le había resultado realmente liberador. Había contado su punto de vista, sus opiniones, su análisis de los hechos. Y creía no desviarse demasiado de la realidad de lo sucedido. En líneas generales estaba satisfecho. 
Eso se traducía en un ánimo distinto al que había tenido en mucho tiempo. 
Al llegar a la celda número 15, en la que había pasado las últimas noches, se sentó en la cama. Se quitó la camiseta y el pantalón. Únicamente los calzoncillos le cubrían el cuerpo. Y se puso a dar pequeños saltitos. Quería entrar en calor. Ahí abajo la temperatura había bajado unos diez grados. Con los saltos la sangre empezó a circular por los finos vasos sanguíneos. Las venas se llenaban de sangre oxigenada que comenzó a vigorizar sus músculos. Cuando notó que su cuerpo ya estaba más caliente hizo estiramientos. Movió los brazos en círculos, rotaciones del hombro. Giraba tronco y cuello al unísono. La cintura describía circunferencias amplias. Las rodillas, juntas, hacían un movimiento de vaivén. Con una pierna en la pared y la otra en el suelo formando un ángulo de unos sesenta grados intentó tocar los dedos del pie situado en la pared. Rodillas rectas, sin flexionar. Notando como los abductores se tensaban. Primero una pierna, luego la otra. Ahora con las piernas juntas en el suelo intentó tocarlo, cada vez lograba bajar más abajo. Rozando las losas. Poniendo los dedos sobre ellas finalmente. Levantó la rodilla una y otra vez hasta el pecho. La izquierda y luego la derecha. Su mente estaba puesta en la realización de cada movimiento, proceder de la manera correcta, mover de la forma más óptima su cuerpo para que trabajara eficientemente. 
Y una vez hubo calentado se puso en el suelo. Manos a la altura de los hombros, piernas estiradas formando unas rectas paralelas con la manos si uniéramos ambos miembros. Comenzó su serie de flexiones, escuchando en su mente la canción de Rocky "the eye of the tiger". En ese momento Rubén tenía esa mirada, la de un felino que se siente poderoso, veloz, ágil. 
Una, recordaba las escenas de la película. Dos, eran motivadoras. Tres, sentía la música dentro de él. Cuatro, ritmo. Cinco, apretaba los dientes cuando subía. Seis, notaba los músculos de la espalda. Siete, los del pecho. Ocho, los músculos del brazo le empezaban a quemar. Nueve, las abdominales mantenían su tronco recto. Diez, las manos apoyadas en el frío suelo transmitían toda la fuerza de su cuerpo. Once, trying hard now. Doce, it's so hard now. Trece, trying hard now. Catorce, compases de guitarra aullentan el dolor. Quince, getting strong now. Dieciséis, won't be long now. Diecisiete, getting strong now. Dieciocho, la música envuelve la celda entera y hace que saque todo lo que lleva dentro. Diecinueve, gonna fly now. Veinte, flying high now. Veintiuno, gonna fly, fly, fly. Veintidós, finaliza la serie. Gotas de sudor le recorren la espalda proporcionándole un cosquilleo que le hace sonreír. Rubén se siente pletórico. 
Rocky es una de esas historias que tanto gustan. Donde un tío que no es nadie consigue todo a base de lucha, esfuerzo y un poco de suerte. El típico sueño americano. Historias como esa son las que fotograma a fotograma dan alas a Rubén. 
Ahora se tumba en el suelo, el contraste del frío de las baldosas con el calor de su espalda no hace mella en su determinación. Y hace abdominales. Manos en las sienes levanta el tren superior de su cuerpo hasta tocar con el codo derecho la rodilla izquierda que levanta al mismo tiempo. Repite este movimiento unas cincuenta veces, alternando los lados. Acompasando su ritmo al de la música que escucha en su mente. Después levanta la piernas aguantando el esfuerzo con la abdominales, cuenta hasta cuarenta y pasa al siguiente ejercicio, encoge las piernas hasta llegar casi al pecho. La cintura le arde. Buena señal. Muy buena. Se gira y pone los antebrazos en el suelo, pies apoyados. Y se sostiene con la espalda recta. Sin moverse. Cuenta hasta cien. 
Se levanta y mira alrededor. Se le ocurre una idea. Coge la cama y la levanta. Se agacha haciendo una sentadilla, y sube hacia arriba. Siente el peso de la estructura. Pero consigue ponerla por encima de sus hombros. Repite este movimiento hasta que no puede más. 
Cada vez está más cansado pero aún así sigue. No puede parar, no quiere parar. Aún no.
Con las manos en el suelo, apoya los pies en la pared. Y vuelve a hacer flexiones. Otra serie. Agotador.
Coge la sábana de la cama, mugrienta pero sirve. La pasa por los barrotes de la celda. Y la coge por ambos extremos. Boca arriba sube y baja solo sustentado por la sábana, los barrotes y su fuerza. 
Aún le queda una pizca de gasolina, y se propone hacer una serie de burpees. Se puede hacer en el pequeño espacio que tiene. Hace una flexión, mueve las rodillas al pecho y se levanta acabando con un salto. Hace 15 repeticiones.
Le interrumpe un trabajador del juzgado. Le trae una bandeja de comida.
Le menciona que en media hora comenzará el juicio de nuevo.
Rubén estaba hambriento y debora la comida de apariencia terrible y de sabor aún peor. No obstante no deja nada.
Al poco viene su abogado para acompañarle hasta la sala. Rubén sonríe, está preparado para acabar el juicio. Listo para el veredicto final

martes, 22 de enero de 2013

Mente analítica IV (disertación)

Rubén se acababa de despertar cuando un trabajador del juzgado le trajo algo para desayunar. A los pocos minutos apareció su abogado. 
(Abogado) - ¿Que tal has dormido?¿Has descansado algo?
(Rubén) - Todo lo bien que puede uno dormir en una celda. Tengo que pedirte un favor, abogado.
(Abogado) - Dime, si está en mi mano lo haré.
(Rubén) - Quiero dictarte algo, quiero leerlo delante del jurado y que le des una copia al fiscal.
(Abogado) - Rubén, la cosa esta jodida, sinceramente del veredicto de culpable no te libras, ¿quieres empeorar las cosas?
(Rubén) - Tengo que hacerlo. Por mí. El resto no importa, ¿las consecuencias? nada significa una mierda si no estoy en paz conmigo mismo.
(Abogado) - Muy bien, espera que pido una silla y empezamos. Tenemos algo más de una hora antes de que comience el juicio.
El empleado que había llevado algo para comer a Rubén trajo una pequeña silla y se llevó la bandeja de comida casi intacta. Y el abogado empezó a transcribir todo lo que Rubén le dijo. 
Juicio número xxxxxxxx. El estado contra Rubén Ferrán.
(Juez) - Veamos, la defensa tenía la palabra ayer cuando finalizamos. Señor abogado continúe con su interrogatorio al acusado.
(Abogado) - Gracias. Estábamos en los días posteriores a la ruptura. Rubén, nos describías como te sentías. ¿Durante esos días pensabas que podía haber una reconciliación?
(Rubén) - Si y no. Por lo que me decía parecía que había una lucha interna también en ella. Decía unas cosas y al día siguiente opinaba otras. Yo estaba confuso. Tras la primera semana en la que todo fueron lloros y enfrentamientos verbales realmente dañinos vinieron unos días de calma. Unos días llenos de frialdad.
(Abogado) - ¿Aún seguían viviendo juntos?
(Rubén) - Si. No me di cuenta, hasta pasados unos días, que yo sobraba allí. Era mi casa también, era mi vida, y me aferraba a cualquier reacción favorable por parte de ella, por minúscula que fuera. Sin embargo la frialdad imperaba esos días por la casa. Dejó de besarme. Incluso dejó de tocarme. Ya ni me daba las buenas noches. Simplemente decía un hasta mañana. 4 o 5 días así bastaron para que me enterara de que ya no era sostenible esa situación. Y decidí que tenía que marcharme.
(Abogado) - ¿Cuándo se marchó se llevó todas sus cosas?
(Rubén) - Imposible. Durante 10 años he acumulado cosas que no se puede uno llevar de una vez.
(Abogado) - ¿Ella le pidió que se llevara todas sus cosas?
(Rubén) - En ese momento no. Ella me vio guardar algo en la maleta y bolsas que hice con lo más importante. No me dijo nada de llevarme más. No fue hasta una semana o 10 días después que hablamos por teléfono y me pidió que me llevara todo de una vez. Fue una conversación dura. Le dije que le regalaba todo, que lo diera a beneficencia, que se lo diera a una ONG. Pero no quiso. Yo no deseaba nada, ella en cambio hasta me ofreció dinero por todo lo que habíamos comprado a medias. Estaba realmente furioso y hundido a la vez.
(Abogado) - ¿Y fue a recoger el resto?
(Rubén) - Si. El psicólogo me había recomendado recoger cuanto antes todo. Y así lo intenté. Fui tres veces. La primera fue muy duro, estuve durante una hora en "mi cama" llorando. Ese día fue el más horrible de toda mi vida. El segundo día la vi por primera vez en un mes. Encuentro muy distante. 15 minutos de una absoluta frialdad por su parte. El tercer día fue de un cabreo monumental. Por mensajes me pidió que dejara mis llaves en la casa. Que ya recogería lo que faltaba cuando a ella le viniera bien. Acepté por no discutir. No quise acabar la relación como cualquier vulgar pareja que se separa.
(Abogado) - ¿Ha vuelto a ir para acabar de recoger?
(Rubén) - En tres meses solo he estado allí esas tres veces. Cuando he conseguido el valor para decirle que si podía ir a terminar de llevarme mis cosas o me ha contestado que no estaba preparada aún o se ha enfadado porque, según ella, le exigía una fecha determinada.
(Abogado) - ¿Y la ha visto?¿Han quedado para hablar?
(Rubén) - Una vez, a finales de Diciembre. Hablamos pero ella seguía con rabia hacia mí. Le comenté lo de las llaves y me contestó que tenía miedo por si entraba por la noche. Que se encerraba en casa. ¿Cómo es posible que diga eso de mi? Me puse a llorar cuando me dijo eso. Que una mujer a la que has cuidado durante diez años piense eso, o necesite pensar eso para separarse de mi es un acto tan vil que no pude más que llorar. Sentí una pena infinita.
(Abogado) - Señoría, ahora mi cliente solicita la oportunidad de dirigirse al jurado. Esta misma mañana me ha dictado una carta, que el fiscal posee, y pide permiso para proceder a leerla.
(Juez) - ¿El fiscal está de acuerdo?
(Fiscal) - Si. Recibí ese escrito esta mañana. No tengo ninguna objeción a que el acusado la lea.
(Juez) - En ese caso finalicemos ya con el interrogatorio y lea su carta señor Ferrán.
El abogado se acerca al estrado y le da unos folios a Rubén. Este no los necesita, sabe exactamente cada palabra que va a decir, aún así los coge.
(Abogado) - ¿Estas seguro Rubén?
(Rubén) - Si.
(Abogado) - Entonces adelante.
Rubén se gira un poco en la silla para mirar al jurado de frente. Observa a esos hombres y mujeres que le están juzgando desde hace tres días. Piensa, que en realidad, no le importa gran cosa lo que ellos opinen. Sólo desea tener su mente en paz.
(Rubén) - El amor lo puede todo, omnia vincit amor, como diría Virgilio. Eso pensaba yo hace tres meses. Ahora ya no creo en eso. Soy culpable, ya lo he dicho en esta sala y lo repetiré cuantas veces sean necesarias. Yo soy el causante de este infierno. Y he pasado 3 meses en el purgatorio. Creo que es suficiente castigo. Mis pecados han sido ya pagados con el sufrimiento más terrible. Ella dejó de amarme, de acuerdo, pero ¿no merecía un poco de compasión y saber la verdad? Si me ha costado tanto superar esto es por lo que ella opinaba de mi, por lo que me dijo que era. Pensé, en un momento dado, que era un monstruo. Me creí todo lo que me dijo hasta el día que me enteré de que estaba con otra persona. Ese día fue un alivio para mi. Comprendí todo. Cada pieza del rompecabezas encajaba. Supe de él tres días después de cortar pero no le di importancia. Ella me juraba que estaba sola pasando este mal trago. Yo la creí. Confié en ella. Un mes después me enteré que estaba con él. No diré como lo supe, no quiero meter a otras personas en este embrollo, el caso es que lo supe. Después de enterarme la he visto dos veces y me ha mentido. No se equivoquen, ahora ya me da igual, no quiero saber si otro hombre duerme en mi cama o si se sienta en mi sofá. El momento de decirlo ya pasó. ¡Sufrí un primer mes tan horrendo! Desde el día 14 de Octubre ella era libre para hacer lo que quisiera, pero ¿a qué precio? Despreciarme, mentirme, ignorarme, humillarme, decir que era el diablo en persona. Todo para ella sentirse mejor consigo misma. Para qué su cerebro se creyera cada mentira que decía y fuera más sencillo alejarse de mi. Y aún así la amé hasta hace una semana. Hablé con ella por teléfono y me di cuenta de algo que no me había pasado con ella en 10 años. No supe de que hablar. Ella me contó cosas superficiales, y yo le contesté con otras igual de banales. Y en un instante me di cuenta de que ya no la amaba. No puedo amar a una persona que ya no tiene interés en saber que tal estoy. Para ella soy como cualquier tío que pasa a su lado por la calle y ni se cruzan la mirada. Ese desprecio es el que más me ha dolido. Más que enamorarse de otro, más que mentirme. Echo de menos la vida en pareja, por supuesto, cuando vives con alguien tanto tiempo y te gusta esa vida luego la echas en falta. Cuando me enamoré de ella, en el mismo instante de hacerlo, dejé de pensar en mi mismo. Ahora, señores del jurado, quiero ser egoísta, volver a pensar en mi. Quiero ser como una tablón de madera en medio del océano, un objeto en continuo movimiento. No quiero quedarme estancado en el dolor, en el sufrimiento. Y para eso necesito que me declaren inocente. ¡Quiero la libertad!
(Abogado) - Señoría, nada más que añadir.
(Juez) - Bien, después de estos momentos tan intensos necesitamos un receso. Luego continuaremos con las alegaciones finales. Se levanta la sesión.
Rubén se queda un instante en la silla sin escuchar nada. Una lágrima cae por su mejilla, desearía estar en el mar donde esa lágrima se perdería en el infinito.

lunes, 21 de enero de 2013

Mente analítica III (meditación)

Rubén se encontraba en su celda de los calabozos del juzgado. En la oscuridad de su cubiculo se sentó en el catre. No podía dormir, una imagen se le quedó en la mente y no conseguía librarse de ella. Intentó, como había hecho otras veces cuando era más joven, dejar su mente en blanco. Sólo existir. 
Cuando contaba con tan solo 12 o 13 años a Rubén le gustaba la música de Elvis. Era su ídolo. Su padre se había comprado un cinta con sus grandes éxitos y Rubén la ponía en su Walkman a todas horas, a cada sitio que fuera se la llevaba encima para escucharla una y otra vez. 
Unos años más tarde su obsesión por el rock y las baladas del rey no había disminuido, sin embargo ya no solo oía su música. Empezó a comprar discos de lo que por aquel entonces se denominó new age. Melodías y ritmos envolventes. Tranquilos. Daban calma y al mismo tiempo le exaltaban el alma. También descubrió la música celta e irlandesa. Estos sonidos le hacían recordar que era humano. Que no era una simple oveja siguiendo al rebaño. Que era distinto. Lo que toda persona debería tener en mente en un momento u otro de su vida.
Con 18 o quizá 19 años observó que necesitaba calmar su corazón. Rubén se rebelaba contra todo, no estaba a gusto con el mundo en general. No encontraba su lugar. Y aún hoy, se dijo a si mismo mientras su mente divagaba, no lo he encontrado. 
Un día estaba muy furioso, ya no recordaba el motivo, pero si rememoraba el momento. Se sentía como un león a punto de cazar, salvajemente hostil. Fue a su habitación y se encerró. Cogió una revista pero no podía leer, miraba por la ventana pero no podía estarse quieto. Era una olla a presión. Pascales retenidos en un recipiente sin salida alguna. De pronto bajó la persiana, puso el primer disco que encontró en su equipo de música y apagó la luz. Completamente a oscuras se tiró en el suelo. Y extrañamente se relajó. Dejó que su cuerpo se liberara de la tensión. Su cerebro dejó de funcionar por unos instantes. Rubén era solo alma. 
La música que escuchó esa primera vez era de Enya. Una preciosa voz que surtía un efecto increíble en su espíritu. 
A partir de ese día empezó a meditar. No lo hacia todos los días, ni si quiera una vez al mes. Sólo cuando necesitaba liberarse. 
A veces no dejaba la mente en blanco sino que dejaba volar su imaginación. Ponía canciones irlandesas y se imaginaba en el Mayflower, yendo a conquistar nuevas tierras. O escuchaba sonidos celtas y su mente se perdía en las verdes montañas del norte de Inglaterra. O una melodía búlgara y pensaba en castillos medievales de centroeuropa. A veces le daba por llorar y ponía algún sonido que dejara fluir sus sentimientos y lágrimas. 
Era reconfortante. La furia desapareció. Empezó a hacer deporte, le gustaba ir en bici por el campo. Pedaleaba durante kilómetros por parajes pedregosos, escuchando al mismo tiempo los sonidos que salían del mp3 y el latido de su corazón. Con su música pacificadora recorría lugares a los que sólo él podía llegar. 
Ahora, sentado en la cama de la celda, quiso emular esos momentos. Quería paz. 
Se tumbó en la cama pero un muelle del colchón tan cutre que tenía se le clavaba en la espalda. Decidió tirarse en el suelo. Cerró los ojos e intentó pensar en las melodías que tenía memorizadas de tanto escucharlas. Consiguió que esa imagen que no podía borrar se esfumara. Y al cabo de unos minutos, empezó a volar. 
Y tras un rato pudo por fin relajarse y pensar en otros mundos, otras vidas. Sitios donde él sería libre, sin preocupaciones, sin tener que pensar que diría en el juicio al día siguiente.

domingo, 20 de enero de 2013

Mente analítica II

Juicio número xxxxxxxx. El estado contra Rubén Ferrán.
La sala del juzgado está abarrotada. El público hace comentarios con la gente de su alrededor sobre que preguntará el fiscal, por donde llevará el interrogatorio al testigo y a la postre acusado. El alguacil entra en la sala y anuncia al juez.
(Alguacil) - Pónganse en pie, el excelentísimo juez señor x va a entrar en la sala.
(Juez) - De acuerdo,  sigamos donde lo dejamos. Acérquese el acusado al estrado y siéntese en la silla.
Rubén se levanta y andando pausadamente se sienta en la silla, mirando de frente a su abogado y al fiscal, así como a todo el público que llena la sala. 
(Juez) - Le recuerdo señor Ferrán que sigue bajo juramento y que si miente podría ser acusado de perjurio. ¿Lo ha entendido?
(Rubén) - Si señor juez.
(Juez) - Entonces continuemos. Señor fiscal el testigo es todo suyo. Adelante.
(Fiscal) - Gracias señoría. Hablamos ayer de Febrero de 2012, de su negativa a hacerse cualquier tipo de prueba médica. Pero, ¿que ocurrió en Abril de ese mismo año?
(Rubén) - Que fuimos a Tenerife en Semana Santa.
(Fiscal) - ¡Vamos señor Ferrán sabe a donde quiero ir a parar! ¿No es cierto que ella le pidió que se casaran?
(Rubén) - Si, es cierto. Una noche, tomando algo en una terraza, hablamos que el 12 de Diciembre del 2012 sería una bonita fecha para casarse. Al día siguiente, durante la comida planeamos lo que sería, pero le di largas, se podría decir.
(Fiscal) - ¿Le dio largas? Una forma interesante de decir que una vez más se negó, ¿me equivoco?
(Rubén) - Sí, se equivoca. No me negué, simplemente aplacé el tema para más adelante. De hecho, una noche en Junio, estábamos ambos en la cama y miré por internet que papeles eran necesarios para casarse en un juzgado. Ella estaba delante, y se lo comenté. Pero hizo poco o ningún caso. Quizá ya no quería casarse porque no hablamos más del tema.
(Fiscal) - ¿Me está diciendo que ella nunca más habló de boda desde Abril?
(Rubén) - Que yo recuerde así es.
(Fiscal) - ¿Y que ocurrió en Mayo y Junio para que ella cambiara de opinión?
(Rubén) - Obsesiones de las cuales no me di cuenta. Pero eso es un tema entre ella y yo.
(Fiscal) - ¿Que tipo de obsesiones señor Ferrán?
(Abogado) - ¡Protesto! El fiscal intenta coaccionar a mi cliente.
(Juez) - Vaya por otro camino señor fiscal.
(Fiscal) - Muy bien, digamos que ella se lo estaba pensando. ¿No se dio cuenta del cambio de actitud de ella?
(Rubén) - Mire, después de romper estuve yendo al psicólogo. Me abrió los ojos ante dos problemas básicos en mi, mi fobia a los médicos y mis obsesiones. No tengo miedo de una aguja o de ningún  procedimiento médico. Temo lo que me vayan a decir que pueda tener. En cuanto a mis obsesiones prefiero mantenerlo al margen. ¿Cree usted, o alguno de los que se encuentran en esta sala, que si hubiera sabido que ocurría no hubiera cambiado las cosas?
(Fiscal) - No me ha contestado a la pregunta, señor Ferrán.
(Rubén) - Evidentemente tuvimos un problema de comunicación durante unos meses.
(Fiscal) - Según informaciones que nos han llagado hasta la fiscalía, ella sentía que usted la controlaba, ¿es posible que tampoco se haya dado cuenta de eso?
(Rubén) - ¿Controlar? Habría que definir esa palabra. No se de quien habrá salido esa información pero no es nada objetiva. Ella ha tenido siempre la libertad de hacer cuanto deseaba. Yo simplemente le decía mi opinión de las cosas. Si ella me pregunta sobre cualquier cosa ¿debo responder lo que ella quiere oír o lo que yo pienso? Un día le dije a mi psicólogo que mi error había sido ser demasiado sincero con ella. Siempre la he animado a hacer nuevas cosas y enfrentarse a nuevos retos. Siempre he creído en la frase, vive y deja vivir. Llevo tatuada la palabra libertad en un brazo. No creo en el control, creo en desear lo mejor para la otra persona.
(Fiscal) - Pero sus deseos puede que no sean los de ella, ¿no cree?
(Rubén) - En eso estoy de acuerdo con usted.
(Fiscal) - No tengo más preguntas señoría.
(Juez) - ¿El abogado defensor quiere añadir alguna cosa más?
(Abogado) - Por supuesto, tengo varias preguntas. Rubén, hemos hablado de lo que ocurrió antes de la ruptura, pero ¿que pasó después?
(Rubén) - Me sentí el peor hombre que haya pisado este mundo.
(Abogado) - Explícate, por favor Rubén.
(Rubén) - Soy culpable.
El público empieza a murmurar, a increparse entre ellos. Los que están a favor de Rubén y los que opinan todo lo contrario. Los susurros suben de volumen y el juez tiene que mandar callar dando golpes con su mazo para hacerse oír sobre el ruido imperante.
(Juez) - ¡Cállense o tendré que desalojar la sala!
Una vez resuelto el pequeño caos el juez deja que Rubén prosiga.
(Juez) - Continúe señor Ferrán.
(Rubén) - Si yo fuera miembro del jurado, sin ninguna duda me juzgaría culpable. No estoy en contra de los motivos. Seguramente sus objeciones a seguir conmigo sean tan buenas como las mías para, durante el primer mes, implorar una oportunidad. Más que nada estoy desilusionado por las formas.
(Abogado) - ¿Cómo llevó durante los primeros días todo este asunto?
(Rubén) - Sinceramente, muy mal. Ella no hacía más que decir lo horrible que era, lo mal que lo había pasado. Incluso llegó a decirme que habían sido diez años de mierda. Yo no podía creer un ataque tan visceral por su parte y me pasaba el día llorando, queriendo morir. El día después a la ruptura le hice una tarta, al día siguiente le mandé unas rosas a su oficina. Escribía cartas de amor diarias. Quería hacer lo que fuera para revertir esa situación. Pero su mente estaba en otro sitio. Había conocido a otro.
(Fiscal) - ¡Protesto señoría! El acusado está conjeturando.
(Juez) - ¿Tiene pruebas la defensa que corroboren ese punto?
(Abogado) - Sí, las tenemos. Pero mi cliente se aferra a no rebelar su fuente. No quiere traicionar a terceras personas.
(Juez) - Tendrá que darnos algo más, señor Ferrán.
(Rubén) - Los primeros días no podía pensar con claridad. Mi mente estaba nublada por el dolor que sentía. La persona más importante en mi vida pensaba que era poco menos que el anticristo. Yo aún no me explicaba el por qué, fue un auténtico shock para mí. La primera semana fue extraña, me decía que me odiaba pero aún me daba un beso en los labios por la noche al irnos a dormir. Me pidió que me fuera, que tenía que averiguar si me quería o no, que tenía que solucionar sus problemas sola. Me di cuenta de que eso era falso. Se había enamorado de otro. Y lo supe un mes después de cortar. Ese día, todas las puñaladas que había asestado a mi corazón mataron el amor que aun había en mi.
(Abogado) - Vayamos por partes, ¿cuándo supiste de la existencia de la otra persona?
(Rubén) - Al tercer día después de romper conmigo. Quiero dejar claro al jurado que no le echo en cara que se enamorase de otro, de eso es de lo que soy culpable, sino que no fuera clara desde un principio y dejara que hiciera un ridículo tan espantoso arrastrándome olvidando cualquier tipo de orgullo. Me siento avergonzado, siento una terrible vergüenza.
(Abogado) - ¿Como lo supiste?
(Rubén) - Fue una maldita casualidad.
En ese mismo instante un timbre resuena al fondo de la sala, es hora de dejar al testigo hasta el día siguiente. El tiempo ha pasado volando. Esta historia tiene miga.
(Juez) - Temo fastidiar al acusado en su explicación pero debemos dejarlo para mañana. Les cito aquí para continuar con este juicio. Sean puntuales. Se levanta la sesión.
Rubén es llevado, de nuevo, esposado y escoltado hasta su celda en los sótanos del juzgado. Allí pensará, una y otra vez, en el jodido día que se enteró que ella le dejó por otro.

sábado, 19 de enero de 2013

Mente analítica I

Juicio número xxxxxxxx. El estado contra Rubén Ferrán.
(Alguacil) - Todo el mundo en píe, el honorable juez señor x va a entrar en la sala.
El juez toma asiento ante su mesa.
(Juez) - Muy bien, comencemos. Señor abogado defensor, exponga su caso.
(Abogado) - Gracias señoría. Miembros del jurado, tenemos aquí un hombre al que se le acusa de mil tropelías, se le ha tratado injustamente. Demostraré, más allá de la duda razonable, que los hechos acaecidos antes de la fatídica fecha no hacían presagiar un desenlace tan horrendo. Demostraré que a mi cliente le han mentido, le han maltratado psicológicamente. Este hombre que tienen ante ustedes en el banquillo de los acusados es inocente. Y lo probaré con hechos. Los hechos son realidades que sabemos, y en este juicio daré a conocer varios. Luego están los supuestos, que intentaremos clarificar lo mejor que podamos desde la defensa. Espero que escuchen bien, señores del jurado. Estén atentos, la vida de este hombre está en juego.
(Juez) - Su turno señor fiscal.
(Fiscal) - De acuerdo con el señor abogado defensor ese hombre que ven ahí es una alma cándida, un cordero que viene al matadero. ¡Ni mucho menos señores del jurado! No se dejen engañar. La mente de ese hombre es un laberinto enrevesado, ha maquinado ideas fatales, ha ideado planes absurdos, ha pensado en ideas descabelladas. Desde la fiscalía lo tenemos muy claro, ¡Rubén Ferrán es culpable!
(Juez) - Pasemos a llamar a los testigos. Abogado defensor, ¿quien es su primer testigo?
(Abogado) - Quiero llamar a declarar a mi cliente.
Un murmullo suena en la sala. 
(Alguacil) - Ponga la mano sobre la Biblia , ¿jura decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?
(Rubén) - Lo juro.
(Juez) - Muy bien, sólo para que conste en acta, diga su nombre completo.
(Rubén) - Mi nombre es Rubén Ferrán Vázquez.
El juez hace un gesto con la cabeza para que el abogado defensor comience con las preguntas.
(Abogado) - Rubén, relátanos de forma breve lo que sucedió días antes del 14 de Octubre.
(Rubén) - ¿Cuantos días antes?
(Abogado) - Cuéntenos que pasó en Septiembre.
(Rubén) - Fue un mes con tiranteces, con pequeñas discusiones. Pero hablábamos, íbamos a pasear por las tardes, salíamos a dar una vuelta la mayoría de los días aprovechando las últimas tardes de calor estival.
(Abogado) - ¿De que hablaron esos días?
(Rubén) - De todo un poco, de su trabajo, de mis cosas, del futuro.
(Abogado) - ¿Hicieron planes para el futuro?
(Rubén) - Sí, algún viaje teníamos en mente. Ella miró su calendario laboral y vió que tenía un par de puentes y fiestas que podíamos aprovechar para ir a algún sitio.
(Abogado) - ¿Se la veía animada?¿Estaba contenta al planear esos días?
(Rubén) - Yo diría que sí. La veía con ilusión.
(Abogado) - Muy bien, vayamos un poco más adelante. Principios de Octubre. Ahora te ruego Rubén que seas conciso en las fechas. Explícanos que pasó con respecto a esos planes.
(Rubén) - De acuerdo. Decidimos ir en el puente de todos los santos a Burgos. Un par de días. Hicimos la reserva el día 24 de Septiembre.
(Abogado) - Prueba número 1 de la defensa, la reserva del hotel. ¿La hicieron juntos?
(Rubén) - Sí, una tarde. Queríamos ir porque teníamos una noche gratis de un regalo que la hicieron.
(Abogado) - Donde quiero llegar señores del jurado es que vean que mi cliente no tenía, de momento, indicios de la infelicidad de su pareja. Salvo unas pequeñas discusiones, todo induce a pensar que nada ocurría. ¿Algún plan más de futuro?
(Rubén) - Bueno, hablamos durante días de la posibilidad de ir a París en Navidad. Nos gustaba ir allí en esas fechas y surgió la idea. De hecho fue idea suya.
(Abogado) - ¿Llegaron a hacer algún tipo de reserva?¿Fue algo más que una simple idea?
(Rubén) - El 8 de Octubre nos decidimos, me convenció. Yo quería ir también pero andaba algo corto de dinero. Al final compré los billetes ese mismo día. Y al día siguiente reservamos los hoteles. Estábamos muy contentos e ilusionados. La Navidad en París es realmente preciosa.
(Abogado) - Pruebas 2 y 3 de la defensa. Billetes de avión y reserva de hotel de París. Días 8 y 9 de Octubre. ¿Algo más destacable de estos días?
(Rubén) - El día 8 de Octubre me envió un email diciéndome que me pagaba un curso de dirección de cine que tenia descuento por su trabajo. Me gustó la idea pero denegué su oferta, no quería que se gastara ese dinero.
(Abogado) - Prueba número 4, el susodicho email. Vayamos a horas antes del día 14. ¿Pensó en algún momento entre el 9 y el 14 de Octubre que fuera a haber un desenlace como el que hubo?
(Rubén) - No. Jamás lo hubiera adivinado. El día 11, víspera del Pilar, cuando llegó a casa le dije que fuéramos a la feria que ponen en la Vaguada, ella aceptó gustosa. Dimos una vuelta, paseamos cogidos de la mano comentando cosas que veíamos o lo que haríamos al día siguiente. Hubo momentos de silencio, de contemplación. Cómodos, agarrándonos el uno al otro. Volvimos a casa para cenar. Y al día siguiente fuimos a Toledo. No me apetecía demasiado porque tenía que llenar el depósito del coche y estaba intentando ahorrar para gastos que tuve por esas fechas. Pero ella insistió y accedí. Siempre me gustó ir a sitios con ella. Pasamos un buen día, caminando, hablando, comiendo. Nos tomamos un helado en la plaza, observábamos a la gente. Volvimos a casa sobre las 9 y cenamos, vimos una película en la tele y nos fuimos a la cama. Nos dimos las buenas noches como cualquier otro día de los 10 años anteriores.
(Abogado) - Bien, nos acercamos al día D. ¿Qué nos puedes decir del día anterior?
(Rubén) - Poca cosa. No la vi en todo el día. Ella se fue antes de que yo me despertara. Tenía que trabajar por la mañana y yo por la tarde. Cuando llegué a casa por la noche ya dormía. A las 11 de la noche le mandé unos mensajes para saber que planes teníamos para el domingo. Acordamos ir a un parque a pasear. Sus palabras en los mensajes eran cordiales, sin enfado, normales.
(Abogado) - Prueba número 5, mensajes entre el móvil del acusado y su pareja. ¿Y el domingo, como fue el día que te cambió la vida?
(Rubén) - Me desperté temprano, a las 10 creo recordar. Quería quedarme un poco más en la cama y como no sabía si hacia buen tiempo o no para ir a pasear le mande un mensaje y ella me contestó que quería hacer un pastel. Me enfadé un poco porque quería salir y me levanté, y nada más verme me comentó que quería comprar una fregona que necesitábamos. El viernes, dos días antes, le dije que si la comprábamos y dijo que a la siguiente semana. Buscaba pelea. Me conoce y sabe como picarme y lo hizo. Me puse a refunfuñar, nada del otro mundo, y como quería calmarme me vestí y me fuí. Estaba en el portal, y la dije que si no le gustaba como era que me dejara. Ella me tomó la palabra y me dejó. Yo me fui a un banco de un parque cercano a llorar. Hablaba en serio, me dejaba por una pelea sobre una fregona.
(Abogado) - ¿Le dijo ella los motivos de la ruptura?
(Rubén) - Sí, dijo que había llegado al límite. Que no aguantaba más.
(Abogado) - ¿Cree que ella buscó la pelea?
(Rubén) - Si, así lo creo.
(Fiscal) -¡Protesto! ¡Que el acusado crea algo no hace que sea la verdad!
(Juez) - Se acepta. Ruego al jurado se abstenga de tener en cuenta este comentario. Continúe abogado.
(Abogado) - Mi cliente habla de sensaciones, ruego me disculpe señoría, más tarde volveremos sobre este punto. De momento no hay más preguntas.
(Juez) - Espero que pueda probar algo señor abogado. Señor fiscal, ¿alguna pregunta?
(Fiscal) - Si señoría, vayamos al grano. Rubén, ¿qué ocurrió por febrero del 2012? Estaban intentando tener un hijo, ¿no es cierto?
(Rubén) - Sí. Llevábamos intentándolo un par de años y por esas fechas que usted dice ella fue a hacerse las pruebas de fertilidad. Y una tarde, paseando, me pidió que yo me las hiciera.
(Fiscal) - Adjunto como prueba A de la fiscalía el informe del ginecólogo. ¿Qué respondió usted?
(Rubén) - Me negué, dije que no.
(Fiscal) - No quería tener hijos.
(Abogado) - ¡Protesto señoría! El señor fiscal está afirmando una cosa de la cual no sabe la respuesta.
(Juez) - Se admite la protesta. Señor fiscal, haga usted la pregunta al acusado.
(Fiscal) - Muy bien. Rubén, ¿quería usted tener hijos?
(Rubén) - Sí, lo deseaba. Pero tenía miedo de las pruebas, tenía miedo de que el culpable de que no se quedara embarazada fuera yo. Tenía pánico a ser estéril.
Una exclamación del público se escuchó en la sala.
(Juez) - Me temo que se ha hecho tarde, y necesitamos descansar. Mañana continuará su turno de preguntas señor fiscal.
(Fiscal) - Muy bien señoría.
(Juez) - Les convoco aquí mañana para la reanudación del juicio del estado contra Rubén Ferrán. Se levanta la sesión.
El juez da un golpe con su maza y se levanta. El acusado es llevado al calabozo para su confinamiento hasta el día siguiente.

viernes, 18 de enero de 2013

Miedo

Hasta los 13 años viví en Vicalvaro. Un barrio de Madrid que por aquel entonces estaba lleno de gente extraña a ojos de un pequeño chaval.
Yo no era un chico especialmente miedoso con la gente, aunque esta fuera un poquito rara.
Por ejemplo, tenía un amigo que en vez de tener un ojo le habían insertado una bola de cristal. Sí, ni yo ahora mismo me lo creo. Pero es cierto, o al menos es el recuerdo que yo tengo. El chico sacándose el ojo de cristal para mostrarlo a todo el colegio. Interesante visión.
Uno de mis amigos era un gitano, y un día su hermano mayor se acercó a mi y me dijo, "si alguna vez necesitas que alguien te defienda, avísame". Era su forma de agradecerme que jugara con su hermano menor ya que por su condición pocos se acercaban a él.
Otro día a un amigo de mi clase, cuando volvía al cole por la tarde, le mangaron las zapatillas y llegó al colegio llorando porque eran nuevecitas.
Incluso a mi me intentaron atracar también. Iba con mi hermano en bici por un descampado que había cerca de mi casa. Un grupo de cuatro chavales se puso en medio del camino para que nos detuviéramos. El que parecía ser el jefe de los matones me preguntó si tenía hora. Yo, claro, se la dije. Y acto seguido sacó una navaja y nos dijo que le diéramos los relojes y las bicis. Yo tendría unos 11 o 12 años y mi hermano 4 años menos. Viendo que perdía mi preciada bici actué del único modo que pude. Vi una oportunidad de salir de aquella situación. Pasaba un desconocido a lo lejos, bastante lejos diría yo, y se me ocurrió gritar ¡papá!. Al momento le dije a Dani, mi hermano, ¡vámonos, rápido! Y pedaleamos lo más fuerte y veloz que pudimos. Los chavales, distraídos por mi grito y mirando al hombre a lo lejos, no pudieron darnos alcance. A partir de ahora, le dije a mi hermano, cada vez que salgamos en bici aprietate la correa del reloj lo máximo que puedas para que no nos lo quiten.
Como veis, no era un niño que me asustara la gente, de hecho, yo me solía meter en bastantes peleas y más de una vez acababa con las zapatillas en el tejado del colegio por meterme con quien no debía.
Parece el salvaje oeste y por aquella época si que lo era. Vicalvaro era una zona oscura donde en el colegio a parte de jugar a los cromos aprendíamos como abrir una mariposa o lo que era una cheira.
Pues bien, un día sucedió algo inquietante. Un hecho inexplicable.
Cierto día mi madre tenía que salir para comprar. Y mis hermanos se fueron con ella. A mi no me apetecía y le dije que me quedaba en casa viendo los dibujos en la tele. Al poco de irse sonó el teléfono de casa y descolgué. Una voz de hombre sonó por el auricular. Dijo textualmente, "hola, se que estas solo en casa. Voy a ir a por ti.". Después escuché el armario de una de las habitaciones abrirse. Me entró tal pánico que tuve que salir corriendo de casa y buscar a mi madre en la calle. Corrí desesperado hasta encontrarla casi entrando en la tienda y le dije, mamá mejor voy contigo.
Pensé que un espíritu o un fantasma iba a por mi. Sentí auténtico miedo.
Pudo ser una broma de alguien. No se. Pudo ser cualquier cosa.
Lo que me deja impresionado es que reaccionara tan bien con un atraco de verdad, con gente peligrosa que llevaban armas blancas y que una triste llamada me asustara tanto.
Esto me hace pensar que temo más a lo desconocido, lo intangible, que a lo real, a lo que se ve.
Curioso.
Una confesión. Me dan miedo los fantasmas y las apariciones. Son mi kriptonita.

jueves, 17 de enero de 2013

Día D

El desembarco de Normandía.
Hace mucho tiempo, cuando se estrenó, vi la película "Salvar al soldado Ryan". Spielberg rodó unos 45 primeros minutos primorosos. El rodaje del desembarco fue increíblemente realista. Quedé impactado por las imágenes. La fuerza, la crudeza, la brutalidad de algunas tomas, las escenas pasaban sin que pudiera si quiera respirar. Cámara en mano rodó el devenir de los soldados a través de la playa. Salí del cine deseando saber más. Y empecé a interesarme por la Segunda Guerra Mundial.
Nunca me llamó la atención la historia. En realidad la historia que se enseñaba en el colegio o el instituto. Una sucesión de fechas y datos. Sin profundizar demasiado en nada. Supongo que para un primer contacto estará bien, no soy profesor. En fin, que a mi lo que me gusta son las historias dentro de la Historia. Los personajes. Las vivencias.
Unos años antes vi otra película que me hizo pensar. "La lista de Schindler". Me interesé por este hombre, leí la novela en la que se basaba la película, busqué datos, vi documentales. Fue una de las primeras veces que lloré con un filme. Ahí comenzó, en realidad, mi curiosidad por saber más de esta guerra.
Más tarde estuve en la zona de Normandía. Recorrí esas playas. Rememoré las escenas vistas en documentales y películas.
Empecé mi "tour" por Caen. Lugar que durante esa época quedó destrozado. Una ciudad bombardeada y destruida en casi su totalidad. Es una ciudad bonita, todo el norte de Francia lo es en realidad. Pero al recorrer sus calles sientes que todo es muy nuevo, reconstruido.
Después de comer cogí el coche y me dirigí a las playas. Utah, Omaha, Juno, Sword y Gold. Sus nombres en clave.
La Operación Overlord. Recuperar Europa del dominio nazi. Y dentro de esta, la Operación Neptuno. Fue una locura, un suicidio para muchos soldados. Un plan descabellado. Sin embargo, funcionó. A medias, también es verdad. Un plan complejo, con muchos vericuetos. Una batalla naval que implicó a miles de buques de todo tamaño y condición.
El desembarco está lleno de pequeños relatos. Trucos de los aliados por ejemplo. Maniobras de distracción geniales como el de crear tanques de goma. Idea ingeniosa. ¿Quién, en su sano juicio, pensaría que algo así fuera a funcionar? Un ejército inventado para distraer. Y lo más alucinante es que lo alemanes picaron. Relatos de agentes dobles pasando informaciones falsas, datos erróneos en ambos bandos. Debieron ser días de confusión. Decidir en base a algo a lo que no puedes agarrarte. Algo en lo que no confías. Días interesantes para vivirlos desde dentro.
Al llegar a la costa ya notas que allí ocurrió algo grande. Observas los diques artificiales en el horizonte. La sensación al ver las barcas que utilizaron, boca abajo en la playa, con miles de agujeros de metralla o de bombas en sus cascos. Da miedo. Yo sentí terror. ¿Cómo pudieron enfrentarse a eso los soldados aliados? La adrenalina, supongo. Cuando ya estas metido en el ajo mandas todo a la mierda y tiras para adelante con lo que sea. Sobrevivir o morir en el intento. Me senté un rato en una de las playas. Y pensé que todo debió ser enormemente sangriento, para ambos bandos. Me imaginé los aviones aliados atacando las defensas nazis, a su vez los  nazis disparando bombas antiaéreas y con un ojo puesto en los buques de guerra que soltaban cañonazos a diestra y siniestra. Las gabarras llenas de soldados y tanquetas, al mismo tiempo, surcaban las olas producidas por los motores. Los alemanes masacrando a los aliados que se atrevían a pisar la costa, y los que lograban sortear las balas porque un ángel se les puso en su camino caían en las miles de minas diseminadas por la arena. Los ángeles de la guarda tuvieron mucho trabajo ese día.
Hay miles de tributos por toda la zona. A los soldados caídos. Hay estatuas, ametralladoras, tanques, barcos, plataformas, museos, exposiciones. Todo repartido a lo largo de los cerca de 80 km en los que se fraguó la batalla.
Descubres historias personales, tal soldado que se tiró en paracaídas cayó en el tejado de ese edificio, otro valiente murió al atravesar un puente pero consiguió que su unidad lo atravesara, un hombre sin miedo se adentró en el infierno y logró matar a un teniente alemán. Historias con nombres propios que hacen que todo sea más cercano a ti.
Toda la tarde estuve de un lado para otro, respirando un aroma a mar pero con una sensación agridulce. Tenía muchas ganas de ver todo aquello pero, si soy sincero, me dejó un poco triste. Tuve sentimientos encontrados, la excitación de saberme en un sitio fundamental en el siglo XX y la aflicción por darme cuenta de la atrocidades de las que es capaz el ser humano. Sentí pena en el coche de vuelta a Rennes donde estaba mi hotel.
Me atrae. La historia me fascina. La Segunda Guerra Mundial es un cúmulo de relatos, curiosidades, excentricidades, casualidades. Hace unos meses estuve en otro lugar primordial en el desarrollo de esta contienda. Fui a ver la bahía de Pearl. Ya lo contaré algún día. Visitar Pearl Harbor fue un momento trascendental. Quizá nunca hable de ello o quizá lo haga mañana. Quien sabe.
Me despediré hoy con una frase de Tom Hanks en su papel del capitán Miller. "Cada centímetro de esta playa es un objetivo, si os quedáis aquí moriréis".

miércoles, 16 de enero de 2013

Tabata

El doctor Izumi Tabata es el inventor de este método de entrenamiento. Se dió cuenta, mediante una serie de experimentos, que se podía trabajar el cuerpo de forma aeróbica y anaeróbica  al mismo tiempo. Consiste en hacer ocho series de ejercicios de veinte segundos cada uno con un descanso de 10 segundos entre cada serie. Estas deben ser de mucha intensidad, cuantas más repeticiones se hagan mejores son los resultados. Y evidentemente no vale cualquier ejercicio. Debe ser uno en el que se trabajen bastantes músculos a la vez.
Esto, que parece una banalidad, es muy importante. Realizar un tabata bien es algo difícil, muy complicado. Acabas extenuado.
Esta pequeña introducción me da pie a contar un momento. Uno actual. Del presente.
La intensidad es muy importante, hacer cualquier cosa con pasión es fundamental para el éxito. Cuanto más intenso más recompensa.
Estoy avanzando en mi forma física. Es la vez que más orgulloso estoy de mis logros. Siento más flexibilidad, siento más potencia, siento más fuerza, siento más resistencia.
Hay posibilidades de mejora, por supuesto, pero veo avances.
Y la intensidad y la pasión son fundamentales. Hace años entrenaba de forma distinta. Tuve una época en la que, como ahora, me dediqué durante varios meses a cultivar mi cuerpo. Descansaba entre cada serie de ejercicios, los repetía varias veces, era otra filosofía. Ahora no hago repeticiones de series, trabajo de forma intensa, sin descanso. Trabajo el mismo músculo con ejercicios distintos. E intento variarlos. Hacer muchos, y mezclarlos. Primero trabajo abdominales, las distintas partes de estas, la parte baja, los oblicuos. Luego paso a las piernas, caliento un poco, hago estiramientos. Ejército la flexibilidad. Más tarde paso a flexiones, trabajo pecho y espalda. Ganar en musculatura. Vuelvo a hacer ejercicios de abdominales, distintos esta vez a la primera. Luego tocan las mancuernas. Musculación del bíceps, de los hombros, el deltoides, el trapecio, los tríceps, el serrato. Vuelvo a hacer piernas, sentadillas con mancuernas. Y multisaltos si tengo tiempo. Ejercicios pliométricos. Para acabar, de nuevo vuelvo a las abdominales. Todos muy variados. Y sin descansar más que unos pocos segundos entre ellos. Con ello consigo durante una hora y media o dos, dependiendo del tiempo que posea, una intensidad increíble que no deja que piense más que en lo que estoy haciendo. Concentración en cada movimiento, cada flexión de la articulación. Recabo información que me transmite mi cuerpo y varío la carga a la que lo someto. No soy especialista en entrenamientos deportivos, pero si se las sensaciones de mi cuerpo. Y son realmente buenas.
He probado a hacer el tabata con sentadillas y levantado unos kettelbells de 4.5 kg cada uno pero no he conseguido hacer las 8 series. Mi nivel ahora está en 6 series. Pero seguiré intentándolo.
Entreno todos los días, salvo algún que otro día que el tiempo no me lo permite o alguna situación especial. Ayer por ejemplo no pude por algo que contaré después.
En cuanto a lo del parkour, aún no he salido a la calle salvo una pequeña toma de contacto en la manga hace unos días. Quiero ganar en potencia de piernas para poder saltar. No estoy conforme aún con la altura de mi salto. Y estoy aprendiendo a hacer el handstand, por ahora levantado piernas por el método del trípode. Ya me mantengo. Tengo que seguir mejorando. Quiero llegar a hacer giros en el aire. El límite lo pondrá la gravedad y mi fuerza.
Con respecto al día 1 de Enero que dije que quería hacer parkour he subido mi nivel físico. Un avance de 15 días, dentro de dos semanas volveré a hablar sobre el tema. Espero progresar.

Post Scriptum :  Al final no me darán la chapa de la semana sin hablar con ella. Conversación reveladora. Necesaria. Ya no estoy enamorado. No puedo amar a alguien que se quiere alejar de mi. Creo que no hablaré más de ella. Como dijo Ali "soy joven, soy guapo, soy rapido y no seré derrotado....soy mejor que cuando tenia 22. Ahora tengo más experiencia. Me han roto la mandibula, he perdido, me han tumbado un par de veces. Estoy entrenando cosas nuevas, he cortado arboles, he luchado con cocodrilos, peleé con una ballena, atrapé un rayo, puse en la carcel a un trueno. Soy malo. La semana pasada asesiné a una roca, lesioné a una piedra, mandé al hospital a un ladrillo. Soy tan malo que enfermo a la medicina.....y tú me alabarás cuando gane....te mostraré lo grande que soy." Me encantaría tener esa confianza en mi mismo. Intenciones. ¿Realidad?


martes, 15 de enero de 2013

Desintoxicación

Estoy con ansiedad desde esta mañana.
He tenido un sueño maravilloso mientras lo soñaba y horrendo al despertar. Y no logro quitármelo de la cabeza. Un sueño de compensación, lo que no se produce en la vida se hace real mientras duermes.
Me siento solo. Intento no pensar en la soledad, sin embargo mis intentos no fructifican.
Empecé a escribir este blog por no encerrarme en mi mismo, para sacar todo lo que hay dentro de mi. Nunca pensé que nadie me leería y por eso escribí cosas muy interiores, cosas de las que nadie sabe, nadie intuye, nadie si quiera podría adivinar. Mis pensamientos siempre han sido míos, siempre los he guardado celosamente en mi mente. Y ahora necesito hacer un ejercicio de introspección, necesito averiguar quien soy. Y si realmente soy una persona terriblemente egoísta, sin sentimientos, sin corazón.
Estoy en un proceso de desintoxicación. Curándome de mi adicción a la mujer de la que he estado completamente enamorado durante una década. Cada día es una lucha continúa, mi cabeza dice una cosa, mi corazón otra. Durante el terremoto que fue la ruptura dijo de mi cosas duras, hirientes, mentiras que en su mente transformó en realidades. Su punto de vista, claro. ¿Cómo es posible que siga pensando en ella? Es un esfuerzo enorme no escribirla, aún sabiendo que después de romper me ha mentido, aún sabiendo que fue por otro. Iba en el autobús hace apenas una hora pensando en cuando me bañé con ella en Miami, en sus aguas claras llenas de pececillos. En el beso que la di mientras nadábamos juntos. En el abrazo que nos dimos mientras nos decíamos cuanto nos amábamos. ¿Por qué me martirizo de esta forma?¿Por qué pienso en alguien a quien ya no intereso lo más mínimo? Ella toma pastillas para superar, para olvidar. En algún momento tendrá que dejarlas y enfrentarse a lo que su mente le obligue. Sus miedos. Yo dejé de medicarme, mi opinión es que tengo que poder pensar con claridad y las pastillas me adormecen, me dejan k.o., y no quiero ser un muerto viviente. Enfrentarme a mis fantasmas. Y ahí estoy, pasando el mono. El amor es la droga más dura y más difícil de superar. Me llamo Rubén Ferrán y llevo 6 días sin escribirla, podría decir en un teórico grupo de apoyo a modo de presentación. Mañana me darían la chapita de la primera semana, luego la del mes, la del medio año más tarde. ¿Una utopía?¿Soy realista? No se que haré esta tarde, mucho menos que pasará dentro de 6 meses.
Me dicen que tengo que valorarme. Soy lo que soy, no puedo engañar a nadie. Mis obsesiones, mis temores, mis pasiones, todo viene conmigo. Me miro en el espejo y veo a un chico que no esta mal físicamente, pero por dentro esta librando una guerra y esta destrozado, herido, mutilado. Gana batallas y pierde otras. En un momento esta en la colina celebrando la victoria y horas más tarde esta en el foso, cubriéndose como puede del enemigo.
El tiempo va pasando, me hago más viejo día a día. No es que madure sino que mi alma envejece, se hace más dura, menos pasional, la ilusión se esfuma, el futuro se hace oscuro.
Quizá hoy este así por el sueño, el subconsciente me ha traicionado, me ha vendido. He dejado correr mi fantasía durante mi descanso nocturno y eso ha sido la perdición.
¿Cómo se domina a la mente? ¿Pastillas? No creo que sea la solución, más bien un parche. ¿Pensar mal de la otra persona? Lo intenté, pero no pude. Es imposible para mi. Quizá a ella le funcione, a mi me resulta una tarea complicada. ¿Un clavo saca a otro clavo? Injusto para ambos clavos y para mi.
Por ahora lo único que me funciona es el ejercicio físico. Pero la resistencia es finita y no puedes estar sudando todo el día. Hay que recuperar, descansar. Y es en esos momentos de descanso donde mi cerebro clava el puñal a mi corazón. Duele. Intento agotarme lo máximo posible durante la práctica de deporte para que mi mente este cansada y las conexiones sinápticas sean más lentas, que incluso se extingan en los primeros pasos. Pero una vez he recuperado, mi maldito cerebro vuelve a funcionar. Y revisa ideas, preguntas y planteamientos ya desechados.
¿Qué he de hacer? Durante tres meses he revisado en mi mente toda clase de recuerdos, y desde hace algo más de uno los plasmo en el blog. Me ha ayudado. He visto que no soy tan malo, ni egoísta, ni he faltado al respeto a nadie. Mi vida, básicamente, se ha reducido a ir por mi lado sin molestar, sin meterse con nadie, sin inmiscuirme en la vida de los demás. Jamás hablé mal de nadie, ni siquiera de ella, en estos momentos en lo que lo más sencillo sería discutir, pelear, luchar. Me he sumido en un estado de sumisión. Para mi nunca ha sido importante de quien es un libro o un disco, lo esencial, lo trascendental, lo que realmente me preocupa es como ocurrió sin enterarme, sin que ella dijera nada, sin previo aviso. ¿Cómo pudo pasar algo tan demoledor sin ser yo consciente de lo que ocurría?
Eso es lo que no me deja dormir tranquilo. He estado ciego. De haber sabido la realidad, ¿habría actuado de otra forma? Seguramente. Ciertamente sí.
Solo puedo esperar que esto pase. Que el tiempo corra rápido y no se detenga. Nunca deseé tanto que la vida pasara veloz.
¿Vendrán tiempos mejores?¿La tristeza tornará en alegría?¿Existen los milagros? Preguntas sin una respuesta clara.

lunes, 14 de enero de 2013

Tatuaje

El tatuaje es una forma de expresión. Siempre cuenta algo de lo que somos o de lo que nos gustaría ser.
Desde la antigüedad el ser humano se ha dibujado cosas en la piel, por diversos motivos. Bien por cuestiones de poder, bien por misticismo o por distinguirse del resto.
El tatuador es un artista del dibujo, de las formas, de la tinta. Diseñan y transportan del papel a la piel. Mucha presión ya que en el cuerpo no hay margen para el error.
Yo tengo dos tatuajes, uno en cada brazo. Cerca del hombro. ¿Por qué me los hice? Cada uno por distintos motivos aunque tienen algo en común. Ambos son animales alados.
Mi naturaleza soñadora, algo intrínseco en mi, hace que mi mente al igual que mi cuerpo deseen volar. Siempre he admirado la altura. Ver la vida desde una posición superior. Divisar todas las posibilidades. Cuando me hospedo en un hotel siempre pido habitaciones altas, cuando veo un castillo quiero subir a su torre, cuando hay un observatorio en cualquier edificio quiero ascender hasta su cima, adoro viajar en avión y pasarme el rato mirando por la ventanilla, contemplar a vista de pájaro el mundo. Sientes una excitación increíble. Incluso te sientes poderoso. Estas más cerca del cielo y te crees alguien divino. Un habitante del Olimpo. Dejando atrás la arrogancia, me encantaría poder volar.
De pequeño veía una serie en la televisión, "gran héroe americano", en la que un tío se encontraba un traje parecido al de Superman y al ponérselo conseguia tener poderes, entre los cuales estaba volar. Yo imaginaba que era él y que tan solo dando esos fantásticos tres pasos me lanzaría en un vuelo increíble. Y probaba en mi habitación dando saltitos pero a lo más que llegaba era a planear hasta el suelo desde mi corta estatura. Imagen infantil y graciosa pero clarificadora. Desde tan corta edad ya pensaba en surcar los cielos.
El primer tatuaje que me hice fue un dragón alado en el brazo izquierdo. Un ser mitológico.
Estaba decidido a hacerme un tatuaje, y sabía que quería algo con alas. Pero no sabía que exactamente. Fue en el estudio de tatuajes, donde mirando dibujos, lo vi. Me llamó poderosamente la atención. Un dragón, eso era lo que buscaba. El chico que atendía se puso a mi lado y me dijo, ese es uno muy bueno y es un diseño propio, la autora está hoy por sí quieres hacértelo. Y no me lo pensé dos veces. La chica era un genio. Lo hizo perfecto. Cuando un par de años más tarde fui al mismo lugar para hacerme el segundo, el tatuador se quedo alucinado de la perfección del primero. De los detalles. Un trabajo de diez. No sabía nada sobre dragones, su universo mitológico era desconocido para mi. Aún así fue una imagen que me atrajo y por eso la elegí. Con este primer tatuaje quería demostrar al mundo que mi felicidad estaba en dejar volar mi imaginación, deseaba soñar en un momento de mi vida difícil, complicado.
El segundo, como ya he comentado, decidí hacérmelo un par de años después. El motivo era distinto. Los animales alados para mi tienen un significado muy claro. Libertad. Un pájaro puede desplazarse a cualquier lugar del planeta, alzar el vuelo y disfrutar de algo que mucha gente no posee. El placer de sentirse libre, sin ataduras ni a lugares ni a ideas. ¿Y que pájaro simboliza claramente esto? Quería un águila. Alas poderosas, fuertes patas, pico que infunde temor. Es el rey del cielo. Deseaba que cualquiera que viera mi tatuaje supiera que mi lema es la libertad personificada en ese águila.
Llegué al estudio y me puse a ver diseños y al igual que con el primero, en cuanto lo vi me enamoré de él. Un águila con la palabra "liberty" entre las patas. Ese era. La letras redundaban en la idea que tenía en mente, por si alguien no entendía el por qué. Había un problema, el águila tenía entre las alas unos arcos y en el interior no había nada. Tenía que decidir que poner dentro. Como no lo tenía claro, el chico me dijo que lo dejara vacío y que cuando supiera lo que deseaba me lo tatuaría. Ese pequeño hueco aún sigue en mi brazo. Como detalle curioso he de decir que lo quería en la espalda. Uno grande, muy grande. Que las propias alas del águila parecieran ser las mías. Sin embargo, el diseño que elegí hubiera quedado mal a una escala mayor y acabamos decidiendo, entre el artista y yo, que lo mejor sería el brazo. Así tendría las alas del dragón en un lado y las del águila en el otro. Dos emperadores de los cielos que sostendrían mi vuelo.
Hace dos meses decidí que quiero un tercero. No estoy tan seguro como con los otros dos. Debido, claramente, a que no estoy seguro de nada en mi vida. Pero deseo marcar este instante en mi cuerpo. Quiero mirarlo cada mañana al ducharme y recordar lo que soy y lo que deseo ser. Y como no podía ser de otra forma quiero alas. He pensado en un fénix. Otra criatura surgida de los mitos. ¿En qué lugar debería estar? Sin duda en el pecho, en el corazón. Aún no he ido a mirar dibujos porque se que sí alguno me atrae me lo haré en ese mismo instante. Quiero rumiar la idea un poco más. Probabilidad del tercer tatuaje, 75%. Probabilidad de volar, 50%. Probabilidad de soñar, 25%. Probabilidad de amar 0%.
Meras posibilidades, cierto. Y como todas ellas llevan consigo asociadas un error. Espero equivocarme. Deseo creer en la falsedad de mi premisa. Deseo poder amar.

domingo, 13 de enero de 2013

Domingo

It's a new dawn, it's a new day, it's a new life for me and i'm feeling good.
Hoy voy a ser corto. Breve.
Voy a hacer ejercicio. Veo una amplia gama de colores, no solo grises.
Sintonía entre mi cuerpo y mi alma.
Ya veremos dentro de unas horas, ahora aprovecharé este momento de exaltación y fuerza.

sábado, 12 de enero de 2013

Desmontando a Rubén

A lo largo de mi vida, tengo 35 años, siempre ha habido una constante. Algo que he buscado cada día, algo que me ha hecho soñar. El amor.
He sido una persona tremendamente enamoradiza. Siempre, desde que tengo uso de razón. Cada mañana de estos 35 años me levanté pensando en la chica que en ese momento ocupara mi mente. Deseando estar a su lado, hablar con ella cada minuto del día, reírnos juntos, llorar abrazados, sostener su mano.
La primera fue Vanesa. Con diez años me enamoré perdidamente de esta chica. En el colegio jugábamos juntos, éramos amigos, y ella me parecía la niña más maravillosa de todo mi mundo. Comíamos en el colegio, y mientras lo hacíamos, nos retábamos a ver quien desviaba antes la mirada. Yo siempre perdía. Hasta los 13 años estuvo cada día en mi mente, quería sentir esa mirada sobre mí durante toda mi vida.
Me mudé de casa. Para un chaval de esa edad fue triste. Su primer amor, aunque fuera no correspondido, se quedaba y el se iba. Ese último verano allí supe que era la melancolía por primera vez.
Sin embargo, al empezar de nuevo el colegio nueva gente encontré y de otra chica me enamoré. Esta era distinta a la anterior, pero con algo en común con todas las chicas que aquí mencionaré. Todas me parecieron muy especiales.
El sentimiento evolucionó, lo que de niño eran juegos inocentes y soñar con mirarla eternamente se transformó en querer besarla. Un simple beso. Un contacto también inocente pero muy expresivo. Y cada día que veía a esta niña  en el colegio deseaba hacerlo. Ella me encantaba, ¡era tan dulce y simpática! Fui al instituto con ella, y vivía cerca de mi. No obstante nunca la dije nada, sabía que también ese sentimiento era no correspondido. Aún así muchas noches soñé que ella era mi princesa y yo su príncipe encantado. Su nombre es Itziar.
Al salir del instituto otra mujer ocupó mi mente. Ya eran cosas mayores. Ángela era de otra ciudad, de otro mundo. Y el sentimiento acabó por madurar del todo. Ahora era amor completo, desear un contacto físico. Con esta chica mantuve una atracción cercana a la locura. Muy intenso. Dos jóvenes enamorados que descubren la vida, que sienten el azote del deseo, que comienzan a hablar de familia. La lejanía acabó por desquiciarnos y todo se volvió escabroso y duro.
Silvia vino después. Era un espíritu libre. Su locura es lo que me tenía enganchado. Además era preciosa. Intentaba estar a su lado cada oportunidad que tenía. Ella ya tenía novio y yo no pude más que  soñar con ella. Mirarla y sonreír mientras en mi interior me moría de ganas de fundirme en un beso pasional que durara hasta que el mundo ya no fuera mundo. Un par de años sufrí esta impotencia.
Luego llegó Paola, una chica muy guapa. Exótica. Distinta. Trabajaba conmigo, éramos buenos amigos. Pero una vez más alguien ahí arriba se reía de mi y Paola ya estaba comprometida con otro tío.
Mi corazón y mi alma empezaban a inquietarse. Deseaba encontrar un amor correspondido.
Sin embargo apareció Lules, una mujer extremadamente bella. Una mujer impresionante. Me encantaba su forma de hablar, de expresarse, de contar las cosas. Acabé enamorado de ella en cuanto me miró pero ella jugaba en otra liga y yo solo pude disfrutar de su compañía durante un brevísimo espacio de tiempo.
Mi desazón era obvia, mi alma estaba turbada. Sentía un desasosiego tremendo. Gritaba al destino. Si había alguien para mí deseaba encontrarla ya.
Almudena apareció en mi vida de pronto. Un día de verano. Me enamoré de ella por su bondad. Una mujer adulta con alma de niña, al igual que yo. Dos personas muy parecidas en su corazón y en su pensamiento. Y ella se enamoró de mi también. Mario Benedetti escribió que para estar total, completa, absolutamente enamorado, hay que tener plena conciencia de que uno también es querido, que uno también inspira amor. Y no podría estar más de acuerdo con él. Diez años y unos meses después ella dejó de amarme y todo se acabó. La bondad que vi en ella se había transformado. 
Tres meses después de ese impacto tremendo que es no saberte amado estoy en una zona extraña. Por las mañanas ya no me levanto pensando en nadie. Algo que he necesitado durante los últimos 25 años. Me siento raro, creo que he perdido la capacidad de soñar.
Ese impedimento para fantasear, para una persona como yo, es la muerte. Vivir como un zombie. Mi corazón necesita alguien por quien latir, aunque sea una utopía, inalcanzable. Y lo más desmoralizador es que no veo a nadie especial, ¿se habrán extinguido esos seres?¿o será que no quiero encontrar a nadie por miedo a qué mi pobre y recompuesto corazón se rompa de nuevo en mil pedazos?¿o quizá es el tiempo?
Ciertamente no lo se. Ahora lo único que se es que soy un pedazo de carne sin alma.¡Quiero sentir!¡Quiero soñar!
Escribo esto escuchando música celta, incitadora, evocadora, con un punto de pasión, de romanticismo. Y una lágrima cae. Un punto de partida. Un cuerpo que llora tiene algo de alma, ¿no?  





viernes, 11 de enero de 2013

The Star-Spangled Banner

La primera vez que escuché, en directo, el himno de Estados Unidos fue en un partido de la NBA.
Nueva York, Madison Square Garden. Templo mítico del deporte americano y en especial del baloncesto. Knicks contra Memphis. En aquel momento era un partido más entre un equipo de la conferencia este y otro de la oeste, sin nada en juego. Sin embargo yo iba con una emoción inmensa que estalló en el momento del himno. Lo cantó una niña, con una voz vibrante, llena de potencia, una entonación perfecta. Se me hizo un nudo en el estómago y la piel se me erizó. ¿Qué tiene esa canción que emociona tanto? ¿Quizá fue el ver a los americanos levantarse al unísono, como si tuvieran un resorte en las piernas, y ponerse la mano derecha en el corazón? ¿Quizá oír cantar y tararear a cientos de personas a la vez? ¿Quizá ver en los video-marcadores la bandera en tamaño gigante de las barras y estrellas? ¿Quizá sea yo, que soy un poco friqui y me gustan ese tipo de cosas? Puede que sea una mezcla de todo ello. Lo único cierto es que en ese momento, al acabar la niña de cantar, silbé y aplaudí como un estadounidense más. Me había convertido en un yanqui en ese ritual deportivo.
Pasa con muchos de los himnos americanos, que lo de ser patriotas lo dominan que da gusto. ¿Habéis oído el de los marines? Seguro que sí os sonará. Buscadlo por internet. Escuchadlo. "From the Halls of Montezuma, to the shores of Tripoli; we fight our country's battles, in the air, on land, and sea; first to fight for right and freedom, and to keep our honor clean; we are proud to claim the title of United States Marine." Te dan ganas de alistarte, de coger un fusil y largarte a cualquier guerra absurda con el tatuaje de Semper Fidelis en el brazo. Es extremadamente motivadora, y la música apoya la letra en todo momento.
Otra canción que usaron como himno, o como representación de unos ideales fue Yankee Doodle. La letra es maravillosa, es alucinante. "Yankee Doodle went to town, a-riding on a pony; he stuck a feather in his hat and called macaroni. Yankee Doodle keep it up, Yankee Doodle dandy; mind the music and the step, and with the girls be handy!". Hay una película que en inglés se llama Yankee Doodle dandy, en la que sale James Cagney, y verle cantarla y bailarla es una delicia. Su voz y sus pasos te dejan con la boca abierta de par en par.
Esta no es americana pero no puedo dejar de mencionarla. "The British Grenadiers" es una marcha inglesa. La podeis oir en la genial pelicula de Kubrick "Barry Lyndon". Los tambores resuenan, las flautas lanzan su melodia y escuchas esta letra, "Some talk of Alexander, and some of HerculesOf Hector and Lysander, and such great names as these. But of all the world's great heroes, there's none that can compare. With a tow, row, row, row, row, row, to the British Grenadiers."
Te imaginas que estas en la batalla, ingleses contra los colonos americanos. Casacas rojas contra casacas azules. Emocionante. Exaltación del alma. Tu yo guerrero se levanta de las sombras.
"Dixie" o "I wish I was in Dixie" es una canción sureña de la época de la guerra civil. Y aun hoy es toda una declaración de sentimientos. La versión por la que yo la conocí fue la que hizo Elvis Presley. Es una joya. "I wish I was in the land of cotton, old times they are not forgotten; Look away! Look away! Look away! Dixie Land. In Dixie Land where I was born, Early on one frosty morning, Look away! Look away! Look away! Dixie Land.". Tiene algo, ¿verdad?
Ahora recuerdo otra con una fuerza tremenda, música poderosa, sonido que engancha, letra que conmueve. La cantaban ambos bandos de la guerra civil, y es un deseo de que los soldados vuelvan a casa. Me refiero a "When Johnny comes marching home". La habéis oído, seguro, en la tercera parte de La jungla de cristal. "When Johnny comes marching home again. Hurrah! Hurrah! We'll give him a hearty welcome then. Hurrah! Hurrah! The men will cheer and the boys will shout. The ladies they will all turn out. And we'll all feel gay. When Johnny comes marching home."
De esta época también es "oh, Susanna". Una de los primeros mega éxitos americanos. Y la adoro. Me encanta. "Well I come from Alabama with my banjo on my knee, and I'm bound for Louisiana, my own true love for to see. It did rain all night the day I left, the weather was bone dry. The sun was so hot I froze myself, Suzanne, don't you go on and cry. I said, oh, Susannah, now, don't you cry for me, as I come from Alabama with this banjo on my knee."
La última que menciono para no aburrir, es una con toques de gaita. "The Irish Brigade". Preciosa. Si cierras los ojos y dejas la mente volar, te traslada a otros tiempos y lugares. Evocadora. Melancólica. 
No iba a hablar de esto hoy, pero las canciones me han venido a la mente y no he podido resistirme. Por cierto, ya que me he puesto ha escribir sobre música de la guerra civil americana, ahora esta de moda la película de Spielberg. "Lincoln" tiene 12 nominaciones a los Óscar. ¡Habrá que verla!












jueves, 10 de enero de 2013

Georges Méliès

Voy a contar hoy algo que muy poca gente conoce de mi. Estas personas se podrían enumerar con los dedos de una mano y sobrarían cuatro.
No es una cosa inconfesable, ni tan siquiera es algo que se salga fuera de lo común. Sin embargo nunca lo dije, lo mantuve en el secreto más absoluto.
Mi pasión por el cine creo que es evidente para el que haya leído estos pequeños episodios de mi vida que día a día voy relatando. Es un amor hacia los "narradores de historias".
El día que me di cuenta de ello es el día que vi Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore. Hace muchos años contemplé esta cinta con una emoción y una fascinación que se apoderaron de mi ser.
Es un viaje a través de los ojos de Totó, un niño inquieto, sagaz, curioso. Desde el primer momento le coges cariño y creces junto a él. Te haces adulto a su lado. Compartes sus sueños. Anhelas sus deseos. Amas a Elena al igual que él. Totó empieza a enamorarse del cine a través de su cicerone Alfredo. Este hombre es el encargado de proyectar las películas en un cine de un pueblo italiano de los años 40. Alfredo transmite su amor por el cine a este niño y a su vez a todos los que contemplamos sus vidas desde nuestras casas.
Un buen relato necesita de una buena música y la banda sonora de Ennio Morricone te lleva por ese mundo de sentimientos como si flotaras en una nube y fueras a parar a ese pueblecito italiano. Imagen y sonido estarán unidas para siempre en tu mente al recordar ciertas escenas. Sobre todo la final, una oda a la libertad, al amor y al beso.
Por sí alguno aún no la ha visto no rebelaré nada más de la historia, pero si diré que cuando terminé de verla, algo en mi interior surgió. Un deseo irrefrenable de hacer cine.
Al año siguiente me inscribí en la escuela de cine de Madrid. Para entrar había que hacer una serie de pruebas,  y elegir en que disciplina querías matricularte. Yo hice la prueba para dos, para dirección y para actor. Quería ser director, mostrar al mundo mi visión de las cosas mediante la cámara. Poder contar historias que de ningún otro modo podría conseguir narrar. La mirada de un chico que nunca supo expresarse muy bien. Lo de actor fue vanidad, fue un capricho. Nunca tuve madera de actor. Ni en un millón de años podría hacerme pasar por alguien que no soy. Credibilidad en el personaje que interpretara nula. Ninguna de las dos las pasé. No iba preparado, haber leído unas cuantas revistas sobre el tema no fue de gran ayuda ya que se presentaba muchísima gente y algunos bastante más puestos que yo en temas como que películas dirigieron Antonioni o Lars Von Trier por poner un ejemplo. Más que nada era curiosidad, ir a las instalaciones, ver a la gente de allí, inmiscuirme en su mundo por unos instantes. Simple curiosidad. Pero me picó el gusanillo y decidí que al año siguiente lo volvería a intentar.
Compré unos libros, leí mucho sobre cine, vi muchas películas de todos los géneros y épocas, escuché programas de radio que hablaban sobre el tema. Me empapé bien de todo lo que pude. Y el día llegó.
Habría unas 700 personas. La primera prueba era un test de cien preguntas. Cada uno, dependiendo de la especialidad a la que hubiera decidido presentarse, tenía unas preguntas determinadas. Como dirección engloba todo, mi examen tenía todo tipo de cuestiones. Posiciones de cámara, movimientos de esta, quien dirigió tal o cual película, quien realizó la banda sonora, comienzos del cine, que actor hacia el personaje equis en un filme japonés, cine mudo, Nouvelle Vague, etc, etc, etc.
Como en todo test que se precie, por pregunta fallada te quitan puntos, por lo que responder cualquier cosa se te quita de la cabeza enseguida. No recuerdo cuanto duró la prueba pero cerca de dos o tres horas creo que si estuve, y al salir la cabeza la tenía totalmente embotada. Pero fue una experiencia bonita. El hecho de que la prueba fuera en la sala más grande del Kinepolis ayudó al ambiente que se respiraba. Cine por los cuatro costados. Eso era lo que nos unía a todos los que allí estábamos.
Unas semanas más tarde dieron los resultados. Yo había pasado a la siguiente prueba. Me ilusioné, me alegré tanto que ese día falté a mis clases habituales y fui al cine a celebrarlo. ¿Qué mejor forma?
La siguiente prueba era a mi modo de ver más complicada, bastante más.
Aún había bastante gente. A los que pasamos a esta fase por medio del test se unieron otros que no tuvieron que hacerlo por haberse matriculado en un curso de verano que te daba la opción de librarse de las cien preguntas. Quedaríamos unas 300 personas.
También fue en una sala del Kinepolis. Nos pusieron una película y había que analizarla según a lo que te presentaras. La prueba empezó a las 9 de la mañana y acabó a las 3 de la tarde. De esta si me acuerdo del horario porque acabé tan cansado que se me grabó en la mente.
Libertarias, de Vicente Aranda, fue lo que nos pusieron. Entre los nervios y que era la primera vez que la veía no tuve muchas esperanzas en pasar al próximo reto. Eso, unido a mi nula habilidad para expresarme, ya sea por escrito o hablando, dejaron mis espectativas por los suelos. Pero aún así, como me había gustado bastante el argumento, más animado la comenté y analicé bajo la mirada de un futuro director. Rellené cuatro folios por ambas caras. Primero fue un borrador y cuando estuve más o menos conforme con el resultado lo volví a escribir sin borrones ni comentarios en los márgenes a lo que había redactado. Salí de allí sin ninguna convicción de haberlo hecho bien. ¿Demasiado crítico conmigo mismo? Quien sabe.
Transcurrido el tiempo de espera para saber el resultado, me acerqué a ver la lista de los elegidos. 40 nombres, ahora ya solo en la especialidad de dirección, constaban en esa hoja. Cual fue mi sorpresa al ver que mi nombre estaba allí escrito. Sí, una nueva prueba me esperaba.
Deberían quedar sólo 25 para la última prueba, que era una simple entrevista personal, y la forma de eliminar a gente fue el tercer escollo antes de la ansiada meta. Ahora ya nos metieron en una de las clases de la escuela de cine. Nos repartieron una serie de hojas con unas viñetas dibujadas en ellas a modo de storyboard. Teníamos que escribir un guión utilizando como guía esos dibujos. Construir una historia. Modelar unos personajes. Dotar de alma esos bocetos. Me puse muy nervioso y es lo peor que me puede pasar. Inventar y contar. Ideé una trama un poco rocambolesca. No puse énfasis en lo más importante de cualquier historia, las personas que la viven. Me dediqué simplemente a esbozar algo general, sin profundizar. No di vida. No creé.
Y ahí me quedé. La ilusión se esfumó y ya no lo volví a intentar. Mi sueño de ser director de cine se volatilizó.
Observándolo con la perspectiva que siempre da el tiempo, me alegro de haberlo hecho, fue una experiencia inolvidable. Aprendí mucho. Y sobre todo me conocí a mi mismo un poco más.
Hoy es un buen día para dejar salir este recuerdo de mi mente, para dar a conocer un secreto personal, para revivir este momento especial. Hoy se han dado las nominaciones para los Oscar. Un día para hablar de cine.
Para aquellos que no lo sepan, Georges Méliès fue el primer "contador de historias" usando un proyector de imágenes. Los hermanos Lumière inventaron el cine propiamente dicho, pero era algo más documental. Georges fue el primero en contar relatos de ficción mediante trucos y efectos que el mismo desarrolló. Desde este humilde blog le dedico este relato. Para él mi más sentida admiración.

miércoles, 9 de enero de 2013

Nápoles

Tenía miedo.
Sentía pánico por lo que había leído sobre la conducción en Nápoles.
Salí de Milán y fui por las carreteras italianas en dirección al sur de Italia. Con el paso de los kilómetros ya se veía el contraste entre el norte y el sur. Los peajes de las autopistas cambiaron. Las cabinas de los controladores pasaron de ser un mero cubículo con ventanilla a fortificaciones impenetrables. Las áreas de descanso cuidadas de la zona de Lombardia se convirtieron en gasolineras cutres con tienda de la región de Campania.
Al llegar a Nápoles, sin GPS aún, con un simple mapa de la ciudad de una guía turística me entró un cosquilleo en el estómago. Era por la tarde, hora punta. Miles de coches transitaban por las calles. El respeto por las señales de tráfico era nulo. Los semáforos están prácticamente de adorno, las glorietas son una confusión eterna sobre a quien le toca pasar, los transeúntes cruzan la carretera en el instante que menos esperas, motos que hacen eslalon como si creyeran ser esquiadores en Panticosa bajando un remonte. Un auténtico caos. Ahora lo recuerdo con una sonrisa, con nostalgia quizá pero en aquel momento maldije a más de uno. Intentaba estar atento a todo mientras buscaba calles que salieran en el mapa que llevaba para ubicarme. Al fin logré encontrar el hotel, y aliviado vi salir al botones que amablemente recogió las llaves del coche y lo llevó al garage.
Esa fue mi entrada a una ciudad que me gustó, pero no por sus monumentos, que están la mayoría muy descuidados. Me gustó por el ambiente que se respira. La Italia más auténtica.
El mismo día de mi llegada, al anochecer, salí a dar una vuelta y cenar. Al lado del hotel, situado por lo que vi en la mejor zona posible, había un castillo y alrededor muchos restaurantes. Es muy entretenido ver como los encargados de darte una mesa te intentan convencer para que te sientes en su restaurante. Incluso se llegan a increpar entre ellos. Ver como discuten dos italianos es gracioso y a la vez te infunde respeto. Repetí en uno de ellos porque me resultaba muy gracioso el maitre, el primo Luigi lo llamaba, típico tío salido de una película de mafiosos.
En Nápoles tienes esa sensación en todo momento, de que familias que controlan los barrios te observan al pasar. De que la Camorra esta al acecho. Hay varias zonas de la ciudad en las que no te sientes seguro al 100%, y al mismo tiempo son las más bonitas, las callejuelas estrechas con ropa tendida en sus ventanas, calles en las que la "mamma" del clan familiar está sentada en el portal en una silla de mimbre mientras los niños juegan y corretean entre los coches. Paseando te viene el olor de los mercados, puestos abiertos a la calle, las frutas y verduras con sus colores dan alegría al ambiente. Señoras comprando, tirando de sus carros llenos de comida, hablando entre ellas. Oír hablar italiano me encanta, es un idioma muy expresivo, con una sonoridad que hace que cualquier cosa que se diga parezca algo dulce, amable, simpático. Incluso cuando se alza la voz parece que los insultos son educados. Te dan ganas de aprenderlo. De entenderlo. Es una lástima que nunca lo haya intentado.
La comida napolitana es una delicia. Las pizzerías tienen sus hornos a la vista y observas como hacen la masa, como la tiran hacia arriba y la cogen al vuelo, como ponen harina sobre la mesa de la cocina y comienzan a amasar, es como un ritual. La comida es algo sagrado para los napolitanos. ¡Y está tan llena de sabor! Los spaguetti a vongole, el ragú napolitano, la zuppa di cozze, el risotto, la lasagna de carne. Un festín para el paladar.
Uno de los días fui al Duomo, la catedral. Su fachada estaba llena de pintadas. ¿Cómo es posible que a alguien se le ocurra dejar ahí su sello? Y lo que es más confuso, ¿cómo es posible que no lo limpien? En La Fontana de Trevi, en Roma, tienen a media docena de carabinieri plantados todo el día.  Aquí se nota que la ley es otra, o más bien, lo que se nota es la ausencia de esta. La mafia es la dueña. Los sobornos deben estar a la orden del día. Y la policía se dedica a otros quehaceres. Me quedé un poco desilusionado, deberían cuidar algo más ese tema. Italia es arte y el arte debe respetarse. Pese a esto, Nápoles, al ser una ciudad costera, esta imbuida por ese aroma a mar, a Mediterráneo. Los griegos, romanos y españoles dejaron huella en sus edificaciones, en sus historias y leyendas. Incluso a Napoleón le dio por invadirla. Cuna de artistas. El polichinela, el "o sole mío", Sofía Loren, Giordano Bruno o Bud Spencer nacieron aquí. La pena es que esa esencia mediterránea quede eclipsada por las constantes huelgas de recogida de basuras, negocio controlado por la Camorra.
Me gusta esta ciudad, rezuma un aire de la Italia que todos hemos visto en películas de Vittorio de Sica, Rossellini o Luchino Visconti. Las que retrataban a gentes de clase obrera y gente desfavorecida. Historias de finales de la segunda guerra mundial y la posguerra. Algunas calles de Nápoles te sumergen en ese ambiente. Y para mi es lo bello de este lugar, el elemento diferenciador respecto a otros sitios que he visitado en este maravilloso país.
Es caótica y por eso mismo es genial. Impredecible. Algún día tengo que volver.

martes, 8 de enero de 2013

El poder de la mente

Roma, año 1960. Una atleta americana gana tres oros olímpicos. Wilma Rudolph de 20 años de edad es la vencedora en los 100 m, en los 200 m y en relevos. Cuando tenía 6 años de edad sufrió un ataque de poliomielitis que hizo que tuviera paralizada una pierna durante varios años. En el año 1961 se convirtió en la mujer más rápida del planeta batiendo el récord mundial.
Leningrado, marzo de 1970. Una mentalista rusa para el corazón de una rana con la mente. Ninel Sergeyevna Kulagina aparentemente acelera y decelera un corazón animal a placer, logrando pararlo. Es famosa por los experimentos realizados en Rusia para mover objetos, sin contacto físico alguno, científicos soviéticos corroboraron la veracidad de estos y fue utilizada en la guerra fría por su poderes telequinésicos.
Bruselas, año 1970. Un padre inscribe a su hijo, bajito y enclenque, en una academia de Karate. Tras un arduo trabajo y mucha dedicación Jean-Claude Van Damme se convierte en uno de los actores mejor pagados en Hollywood, a principios de los 90, por sus películas sobre el Muai Thai y las artes marciales.
Ciudad de Ulm, Alemania. Año 1879. Nace un niño con problemas para el habla, hasta los tres años no dice una palabra y todo el mundo piensa que sufre algún tipo de retraso mental. Albert Einstein, tiempo más tarde, se convierte en el mejor físico del siglo XX, ganó el premio Nobel y formuló la teoría de la relatividad.
Nueva York, año 1879. Un hombre perseverante descubre un filamento que tarda dos días en fundirse. Esto cambia el mundo completamente. Thomas Alva Edison mejora la lámpara incandescente. Se asocia con J. P. Morgan y fundan General Electrics distribuyendo la electricidad por todo el país. A la edad de 8 años su profesor le echa de la escuela argumentando que es un alumno estéril e improductivo. A lo largo de su vida patentó más de mil inventos.
Hong kong, año 1971. Un niño de siete años, proveniente de una familia muy pobre, es matriculado en la Opera de Pekín. Durante 10 años soporta entrenamientos de hasta 18 horas, es instruido en el arte del baile, la interpretación y el kung fu. Aguanta con disciplina y tesón. Jackie Chan es venerado en China, y es considerado uno de los mejores actores de artes marciales por el riesgo de sus acrobacias.
Viena, mayo del año 1824. Un teatro a rebosar escucha con deleite la sinfonía n°9 en re menor de Ludwig Van Beethoven. Es su estreno y el compositor alemán contempla la sala con orgullo. Sin embargo no puede escuchar su obra. Está completamente sordo. Esta sinfonía, que es el actual himno de la Unión Europea, es compuesta por un Beethoven aquejado, entre otras muchas cosas, por una completa sordera.
He aquí unos pocos ejemplos del poder que tiene la mente. Gente desahuciada, niños dados por vagos o enfermos, personas a las que se les creía sin ningún futuro, o simplemente gente como Nina Kulagina. Todos utilizaron la mente como arma. Todos trataron de salir adelante con ingenio, perseverancia, inteligencia. Pusieron todo su empeño en lo que hacían. Creían en sí mismos.
Bueno, y os preguntaréis a que viene todo este despliegue de ejemplos de gente notable. ¿Qué momento de mi vida puede equipararse a estas increíbles hazañas de personas tan destacadas de la historia? Pues ninguno, no voy a compararme con estos monstruos intelectuales y extraordinarios. Pero hay un instante de lucidez en mi vida en el que durante unos minutos pude sentir ese poder mental.
Las Rozas de Madrid, año 1995. Último año de instituto. Un chico está en medio de un examen de química, necesita hacer una prueba casi perfecta para aprobar el curso. Es necesario sacar un 9.2 para compensar un mal primer examen. Lo difícil de la situación es que la materia la lleva cogida por los pelos, no se ha esmerado mucho en estudiar y ve complicado incluso aprobar. Pero en cuanto le dan las preguntas y se dispone a leerlas cierra los ojos y se dice a si mismo, puedes hacerlo. Confianza Rubén. Este chico lee las preguntas, coge el bolígrafo y empieza a escribir. Las palabras se escriben solas, las fórmulas químicas salen como si su mano estuviera poseída por algún ente divino. Durante la siguiente hora no para de garabatear en el folio. El profesor cuando acaba el tiempo recoge su examen y el chico se extraña de la rapidez con la que ha pasado todo. Alea iacta est.
A los dos o tres días ya están los resultados. Una inmensa sorpresa se adueña de este chico. Un 9.5 le salva de una convocatoria para septiembre.
Quizá fuera suerte, quizá fui afortunado en ese momento. Mi opinión al respecto es otra. Las sensaciones que tuve fueron poco menos que raras. Perdí la noción del tiempo, logré una concentración absoluta y mi mente buscó las respuestas a las preguntas. Nunca he vuelto a sentir algo parecido y he hecho miles de exámenes después de ese. No se el motivo pero ese día verifiqué que el poder de la mente es ilimitado. ¿Fue simple potra o un momento de claridad mental, de lucidez? Prefiero lo segundo. Al menos me gusta pensar que fue así.

lunes, 7 de enero de 2013

La Manga del Mar Menor 2.0

Acabo de llegar de la manga hace unas horas y no puedo resistirme a comentar algo sobre estos días.
Y sobre todo un momento. Un momento de paz y tranquilidad. Una de las tardes cogí el coche y me dispuse a dar una vuelta por el largo y sinuoso camino que lleva hasta el final de ese apéndice que es este sitio. Y la verdad es que la cosa a priori no parecía nada del otro mundo, más que nada era por salir un rato de casa y disfrutar de la conducción. Pero la verdad es que me gustó, fue un paseo realmente bonito, y hubo un instante en una zona determinada de la carretera, donde esta linda con el mar donde me paré, me resultó especialmente evocador. Os lo describiré. Atardecer, el sol casi desaparecido en su totalidad, el mar con un suave oleaje, el olor, las luces encendiéndose poco a poco, ni un alma alrededor. No tuve más remedio que parar el coche y bajar. Sentarme en el capó y contemplar esa impresionante estampa. Muy bucólico, tanto que parece de postal pero era tan real como el iPad desde el que escribo. Estuve un buen rato sin moverme, pero ni me di cuenta del tiempo. Sólo sabía que pasaba por el sol que poco a poco desaparecía de mi vista. En el horizonte se veían barquitos pesqueros, pequeños botes y al fondo una costa llena de luces de los edificios que llenan la manga. Casualidad o no, durante ese tiempo que estuve allí no pasó ningún coche, ninguna persona. Tenía ese espectáculo para mi solo. Fue durante unos minutos mi tesoro. Me gustó, más que gustarme me asombró porque no esperaba algo así. He pasado por allí un montón de veces, con el coche y sin él, corriendo o en bici. Pero nunca me había parado como lo hice el otro día.
Mientras observaba el panorama único no pensaba en nada, nada perturbaba mi mente ni hacia que pensara en otras cosas que hicieran que me perdiese esos últimos rayos de sol. Ni el viento que empezaba a soplar en aquel lugar ni la temperatura que bajaba exponencialmente con la ocultación del sol me sacaron de ese ensimismamiento. Maravillado. Realmente no lo esperaba. Y las cosas que no esperas son a la vez las que más aprecias y las que más valoras. Su valor radica en la sorpresa, en la fascinación por lo inesperado. Asombro por lo que nunca te paraste a ver. Suele ocurrir que pasamos por lugares que apenas miramos, que por tener otras cosas en la cabeza o por estar distraídos con pensamientos absurdos no reparamos. Cuantas veces habremos pasado por sitios en los que de pronto, por cualquier inquietante razón nos detenemos en un detalle, nuestra mirada se posa en algo que en muchos años no habíamos observado.
Al final pasó el autobús de línea regular que recorre la manga de arriba a abajo y me sacó del trance. Me levanté y eché un último vistazo a algo que seguramente por mucho que vuelva no volverá a ser igual.
Mientras conducía me sorprendí pensando que La Manga al fin y al cabo no está tan mal. Curioso pensamiento.
Ahora cierro los ojos y recuerdo ese momento para escribir sobre el y ciertamente es un instante paradisiaco. Un instante para vivirlo. Un instante para contarlo.
El mar siempre me ha gustado, me parece algo tremendamente espectacular. Recuerdo hace un año y medio un viaje de Boston a Salem en barco. Me pasé mirando el mar la hora que duro el viaje en el fastferry, desde la proa el viento era infernal a la velocidad a la que íbamos pero no quería perderme esa visión del mar en toda su bravura. El mar tiene algo de misterioso, no saber que hay más allá de la superficie, las profundidades nos reservan cosas que jamás veremos. Barcos hundidos llenan ese fondo, peces inverosímiles, enormes, incoloros, pasan nadando por los esqueletos de madera. Los corales mas impresionantes, con colores tan llamativos, tan vivos que parecen salidos de la paleta de un pintor. El mar atrae. Causa admiración a quien lo desconoce y tentación a quien lo comprende. Tentación por adentrarse en él. Esa fascinación por el mar ha llevado a muchos desde tiempos inmemoriales a inventar monstruos marinos como el Kraken o seres mitológicos como las sirenas. El mar ha transformado el mundo, la erosión del mar ha hecho que acantilados, tan altos como gigantes salidos de epopeyas griegas, se formen. El mar nos da alimento, nos abastece, es vida. Y a la vez, el mar ha dado muerte a los marinos más avezados, por lo tanto es cruel y mortífero con quien lo desafía. Pero sobre todas las cosas el mar es paz y tranquilidad, el sonido de las olas, ese sonido trae recuerdos. Es como el susurro que una madre hace a su bebe. Te adormece, te deja con una serenidad y una paz inimaginables. Eso es lo que sentí yo al mirar desde aquel lugar el mar, una calma interior que necesitaba.
Jamás rebelaré el lugar exacto en el que me paré a disfrutar de todo esto. Ese lugar es mío. Ese recóndito paraje es mi refugio, a la vista de todos pero con una mirada única. Sí, mi mirada. Mi visión de lo que La Manga si que puede ofrecer y es paz. Y mucha, pero mucha tranquilidad.

martes, 1 de enero de 2013

Control

El control del cuerpo.
Esa es mi meta.
Lo he decidido. Sea cual sea mi vida personal o profesional quiero controlar mi cuerpo.
Hay una disciplina deportiva, el parkour, es la carrera libre. Desplazamiento.
Ir de un lugar a otro lo más eficientemente posible, saltando obstáculos, utilizando el cuerpo, distribuyendo los pesos para cambiar el centro de gravedad de uno mismo.
Es un baile, es una danza hipnótica. La verdad es que me ha dejado impresionado.
Y quiero poder hacerlo. Quiero poder decirle a mi mente que realice un salto, y caer donde yo deseo. Un punto, un objetivo. Debe ser alucinante poder manejar tu cuerpo de esa forma.
Hay que tener una flexibilidad, un equilibrio y una resistencia que hay que entrenar. Pero desde luego que lo voy a intentar. No se sí para realizar parkour, pero si para sentir que tengo el control sobre mi mismo.
He leído algo sobre el tema y me gusta su filosofía. Adaptarse al lugar que quieres recorrer, cada uno lo hace de forma distinta, como la vida, que cada uno tiene su forma de atravesar los obstáculos. Todas las formas son válidas si te llevan donde tu deseas. Imaginación y creación.
No es una competición, ni saber que eres mejor o saltas más que otro. Es arte, el arte del movimiento.
Quizá sea un propósito de año nuevo un poco inalcanzable, pero está bien tener una meta. Mejorar cada día, ver que mañana te sentirás mejor que hoy, un avance continuo.
Y lo que más me gusta es la velocidad, la rapidez de movimientos.
Quiero ser rápido, quiero ser veloz. Volar. Como diría Mohammed Ali tan rápido que al llegar a la habitación para dormir, y dar al interruptor de la luz, estar en la cama antes de que esta se apague.
Hay que entrenar, tengo que hacerlo. Mis piernas se harán más fuertes, más veloces. Ganaré potencia,  saltaré más alto. Mi cintura se fortalecerá, conseguiré que ahí se concentre todo, el centro de gravedad, el punto de masa cero, el equilibrio. Mi pecho se ensanchará, junto con la espalda ganará en musculatura. Los brazos, ayudarán a equilibrar el cuerpo. Agarre. Impulso. Acompañan al movimiento. Ganaré en agilidad, me esforzaré en la técnica.
Mi mente serán mis alas. Hará que mis movimientos fluyan. Cerraré los ojos, lo visualizaré y lo ejecutaré con precisión.
Quiero ser rápido. No, seré rápido. Es mi propósito para este año. Ser una máquina perfectamente coordinada, cada acción se corresponderá con una reacción. Leyes físicas. Newton.
Será difícil, duro. Habrá que sudar, que practicar cada movimiento, conseguir elasticidad, flexibilidad, control.
Ganar en confianza a través de pequeños retos, superándolos. Y poco a poco avanzar. Paso a paso mejorar en destreza, precisión, equilibrio, fuerza, agilidad.
He leído una frase de Charles Dickens que no me resisto a transcribir. Dijo que cada fracaso nos enseña algo que necesitamos aprender, de esta manera, el hombre nunca sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta.
En el Parkour, como en cualquier faceta de la vida, tan importante es saber caer, la recepción del salto, como saber levantarte, la continuación de la carrera, avanzar.
Feliz año 2013.