La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

jueves, 25 de julio de 2013

Frankenstein o el moderno Prometeo

Este es el título de la novela de terror de Mary Shelley.
Mi primer contacto con Frankenstein lo tuve al ver la película de Gonzalo Suárez, Remando al viento. Cuenta como Shelley ideó al personaje a raíz de un concurso literario entre su marido, Percy B. Shelley, Lord Byron y Polidori.
Víctor Frankenstein es un médico que quiere por todos los medios crear vida a partir de la muerte a través de la electricidad. Este concepto que en el siglo XIX empezaba a despuntar siguió interesando a los científicos de media Europa hasta que los soviéticos en la década de los 40 y 50, del XX, crearon sus monstruosos experimentos con perros, que pueden verse en Youtube sin demasiada búsqueda.
Intentar igualar a los hombres con los dioses es lo que llevó a Prometeo a ser castigado por Zeus. El titán robó el fuego para ofrecérselo a los mortales y que así pudieran calentarse. Esto enfureció a Zeus, el cual mandó una serie de castigos al pobre inmortal.
Víctor, el médico de la novela de Shelley, desafía a los dioses nuevamente. Junta partes muertas de distintas personas, las cose y forma un cuerpo al que pretende dar vida descargando electricidad sobre él y así reanimar su corazón inerte. La cosa sale mal, evidentemente. Es una historia de terror.
Venía en la coche después de trabajar y pensaba en ello. Me gustaría ser el doctor Víctor Frankenstein. ¿Por qué coño sale este con esta tontería a estas horas de la noche? Os preguntaréis.
Muy sencillo. En unos meses he conocido a varias chicas. Todas ellas encantadoras. Todas ellas realmente adorables. Sin embargo siempre busqué algún pero en todas ellas. Pequeños defectillos. Detalles tontos que hicieron que no me lanzara a tumba abierta y con los ojos cerrados en pos de una aventura de cuento entre princesa y noble caballero.
Que si tiene poco tiempo, que si está muy lejos, que si es muy alta, que si es demasiado visceral, que si es culé, que si es abogada, que si es un poco mayor que yo, que si es una yogurina, que si tiene hijos, que si está casada.....en fin, lo que vienen a ser unos detalles sin importancia.....
Una amiga me dijo que buscaba toda clase de excusas porque no estaba preparado para una relación e inconscientemente yo ponía trabas a cualquier posible romance. Curiosa teoría.
Otra podría ser que aún no ha llegado esa mujer que de un sólo vistazo me quite la respiración. Me gusta pensar en esta posibilidad, sinceramente. Es la más esperanzadora de todas.
Porque la siguiente es devastadora. No existe ninguna mujer como la que deseas. Esta opinión fue suscrita por otra amiga que decía que mis expectativas no eran reales. Un pensamiento demasiado triste para una mente ya de por sí demasiado melancólica como la mía. Idea desechada por completo.
Así que conduciendo, hace apenas un par de horas, me he dicho. ¡Joder, quiero ser Victor Frankenstein!
Me encantaría coger cada cosa que me gusta de cada una de las chicas que he conocido y así hacerme con mi mujer ideal. Las piernas de esa, la mirada de la otra, la sonrisa de la de allí, la sinceridad de la de aquí, la inteligencia de la de más allá, el corazón de esta, el culo de aquella, la forma de hablar de la señorita x, la ganas de viajar de la chica y, la personalidad de la mujer z.......
¿Habrá alguien que reúna la mayoría de las cualidades que busco en una mujer?
¿Tengo el listón demasiado alto y soy irreal?
Y la pregunta más terrorífica de todas, una pregunta que haría palidecer a la mismísima Mary Shelley. ¿Será que aún no estoy preparado? Escalofriante.





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