La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

viernes, 24 de mayo de 2013

It's a long road

Una escena me viene a la mente.
Un hombre caminando al borde de una carretera. Solitario. Pensativo.
El paisaje es montañoso. Hace frío. Una neblina cubre todo y hace que las imágenes te hagan estremecer con un pequeño escalofrío que recorre tu cuerpo.
Este hombre llega a un pueblo llamado Esperanza. Sin embargo su semblante no deja lugar a dudas de que él no cree demasiado en el nombre de ese lugar. Se encuentra sólo en el mundo, se acaba de dar cuenta. La noticia le ha dejado impactado y deambula por la carretera sin un destino claro.
Esta es la primera escena de First Blood. También conocida como Acorralado.
Esta es una película que tiene que estar aquí por muchos motivos.
El primero y más importante es que me identifico con John Rambo. Un boina verde, un combatiente de la guerra de Vietnam. Un guerrero. El mejor de los de su estirpe. Vive por y para la guerra. Pero esto no es lo que se me asemeja a mi que ni siquiera fui a la mili. No, yo soy el Rambo que con su mirada triste camina a lo largo de la serpenteante carretera. Soy como John que al llegar a Hope sólo busca un sitio donde pasar unas horas y seguir sin un rumbo fijo.
La imagen es preciosa. Esos bosques del noroeste americano son de una belleza increíble. Árboles kilométricos. La bruma acentúa el carácter misterioso de esos montes ya de por sí tenebrosos, llenos de una vegetación con tantas tonalidades de verdes y marrones que harían palidecer a cualquier pintor. Sintiendo que en cualquier instante un animal enorme y con ganas de pelea quiere arrebatarte lo único que te queda. Tu vida.
Si, yo he visto con mis propios ojos ese panorama. Lo he vivido. En Juneau, muy cerca de donde fue filmada la película. Subiendo a Roberts Peak, una montaña de 1200 metros de altitud. Con niebla y frío, como John cuando escapa por las escarpadas cumbres que rodean Hope. Con mirada curiosa me adentré en un bosque y en silencio anduve por sus senderos. Me topé con una marmota, o quizá un castor, que rápido corrió a su refugio entre la espesura. En algún momento incluso sentí la soledad de ese ambiente por el que tan bien parece desenvolverse Rambo.
Por lo tanto, en cierto modo, se lo que siente cuando huye del prepotente Sheriff. Ahora, mi visión del personaje es más completa. Mi compresión por lo que hace y como lo hace es total.
Stallone da vida a un hombre atormentado por sus fantasmas. Un hombre que se encuentra sólo en una sociedad que le da la espalda. Se siente un renegado. Sin trabajo. Sin hogar. Sin familia. Lo único que le resta para no sucumbir es su orgullo. Y lucha por mantenerlo. Se aferra a su machete y escapa en una moto durante una persecución vibrante que le deja a los pies de la montaña. Y es ahí donde se da cuenta de que ese es su mundo. Lo que mejor sabe hacer. Para lo que sin duda ha nacido. Sobrevivir en la naturaleza donde nada es de nadie y a la vez todo pertenece a todos.
La primera vez que vi Acorralado podría tener fácilmente 16 o 17 años. Ya por entonces me fascinó. Me sobrecogieron las escenas y paisajes, la acción y el final.
Sin duda al verla más veces he ido descubriendo nuevos recovecos de la mentalidad de John, he observado nuevos detalles que me han asombrado más si cabe.
¿Por qué First Blood se convirtió en Acorralado? Pues no tengo ni la menor idea pero supongo que por la escena que de chaval me dejó con la boca abierta.
Rambo, en la cima de la montaña no puede continuar su huida. Varios Rangers y el Sheriff le pisan los talones con unos perros que rastrean su paso. Los perros, unos doberman con dientes como sables, se escuchan de fondo. Dos posibilidades se abren ante Rambo. Enfrentarse a esa gente o seguir huyendo de la forma más inverosímil. ¿Qué es lo que hace? Se tira por el acantilado, una caída mortal para cualquiera menos par él. Sale tocado, claro. Se golpea con ramas de árboles mientras cae al vacío. Y esas mismas ramas son posiblemente las que le salvan de la muerte. Esta herido en un brazo.  Por supuesto, no es ningún problema, desenrosca el compartimento secreto de su cuchillo y saca aguja e hilo. Y se cose el mismo la brecha surgida en su piel.
Esta escena es de una fuerza tremenda. Al tirarse de la montaña y escapar uno piensa, joder, al fin y al cabo es un cobarde. Pero nada más lejos de la realidad porque segundos después te das cuenta de que esta opción es la más peligrosa y valiente. En un principio rechaza el enfrentamiento, y opta por una idea descabellada. Por sí fuera poco acaba curando sus propias heridas a base de apretar mandíbula y soportar dolor.
John Rambo es humano, no hay duda. Pero su valentía y coraje le hacen especial.
La última vez que me puse el DVD de la película fue hace seis meses. Mis ojos estaban más nostálgicos. Mi sensibilidad era máxima. Y al comenzar los títulos de crédito y ver caminar a Stallone, con su abrigo con las solapas subidas y una bolsa de lona al hombro, me puse a llorar. Fue algo corto, unas pocas lágrimas que cayeron por mi rostro. ¡Ese tipo se parecía tanto a mi!
Siempre lo sentí así, en cada ocasión que vi First Blood desde los 16 años. Y en ese momento me di realmente cuenta de ello.
Y al acabar y escuchar la canción de Dan Hill mientras se llevaban esposado a Rambo yo tenía una medio sonrisa en mi cara. John había sobrevivido a su terremoto emocional. ¿Por qué no podría hacerlo yo? Ese día puede que fuera el primer día de mi recuperación. El día que me di cuenta que hasta los más valientes y fuertes pueden caer pero la grandeza de todo corazón reside en saber levantarse. Y como la canción reza, es un largo camino. Sinuoso. Enrevesado. Pero, ¿que sería de un viaje iniciatico sin aventuras? Hope, allá voy. ¡Que se prepare el Sheriff y que saque a los perros! Rubén llega a la ciudad y busca pelea. Busca encontrarse a sí mismo. Busca su identidad.

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