La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

miércoles, 23 de agosto de 2017

Capítulo 18: La singular mente de la chica de la Luna llena.

Siempre se ha creido que llegará un instante en el desarrollo de la humanidad en el que habrá un cambio irreversible donde todo lo que conocemos, sentimos y observamos jamás podrá volver a ser igual. Este momento en el espacio-tiempo, es lo que se ha venido a llamar singularidad.

En el ámbito de la ciencia, ese singular punto vendrá dado por varios factores. La neurociencia y el estudio de los sistemas de inteligencia artificial junto a la compleja simbiosis cerebro-máquina harán que dentro de no mucho podamos averiguar qué es lo que realmente piensa y siente una persona.

Erase una vez una chica cuyo rostro brilló junto al de la Luna llena. Sus ojos parecían estrellas y su sonrisa pequeñas nubes algodonosas que flotaban alrededor del luminoso astro.

Como toda narración que se precie de ser contada, debe tener un hilo conductor, éste no puede ser otro que su singular cerebro. Él es el prota en esta ocasión, el hilo, nudo y desenlace de esta pequeña historia.

Sobre el papel, su cerebro visto desde fuera no revestía nada especialmente llamativo. Era igual que muchos otros, con sus rugosidades, sus lóbulos perfectamente diferenciados, su bulbo, su cerebelo. La singularidad (esta palabra se va a repetir bastante a lo largo de tan singular escrito) residia en lo que había en su interior y recorría velozmente axones y dendritas a traves de los neurotransmisores. Esos paquetes de datos que, sin parar, discurrían fugazmente de un lado a otro creando verdaderas autopistas de pensamientos, era lo realmente fascinante de esta chica.

En el mundo del mañana, sería muy sencillo poner ciertos electrodos en puntos estratégicos de su esponjoso cerebro y observar mientras las máquinas analizan datos y comportamientos.
En el mundo de hoy, esa mujer es el enigma del siglo. Decenas de personas en algún momento u otro de su vida se preguntaron algo que jamás tendrían oportunidad de averiguar. ¿Qué pensaba?

Si lloraba, ¿era de felicidad o de tristeza? Si sonreía, ¿se debía a algun hecho del presente, del pasado o quizá del futuro?
¿Un si, era realmente un si? ¿Las palabras que salían por su boca eran la transmisión literal de sus pensamientos o su prodigiosa mente la engañaba con algún truco que solo ella era capaz de realizar? ¿Tenía sentimientos o al ser un cerebro tan desarrollado, éste los había desechado al fondo "del armario" por ser inservibles en épocas en las que esta mal visto dejar hablar al alma?

Ningún ser humano se propuso averiguar realmente tales cuestiones. Todos se rendían al primer embate de dificultad. Todos y cada uno de ellos dijeron, bueno ya llegará el dia en el que las máquinas hagan ese trabajo. Un día los ordenadores entenderán la mente de esta chica cuya cara refulgió en una ocasión tanto como lo hizo la bella Luna.

Ese nudo gordiano tan dificil de desliar que era su mente causó estragos en algunas personas, pero quizá la más afectada era la propia chica. Muchas veces quiso huir de ella, dejándola abandonada en cualquier antro maloliente. No pocas noches intentó dar esquinazo a su vívido cerebro, pero éste se las sabía todas y por muchos garitos a los que fuera siempre se acostaba con el acuestas. No había forma alguna de desligarse de sus pensamientos.

No todo era sufrimiento, desde luego. Esa hiperactividad eterna que mantenía su mente en vertiginoso funcionamiento, le hacía ser una persona tremendamente inteligente. ¿Pero hasta que punto valía la pena? Muchos conocimientos, mucha sabiduría, el dominio de muchas artes y sin embargo cada noche solo su cerebro era capaz de comprenderse a si mismo. Como una máquina que llegado ese punto de inflexión, esa singularidad, sabe aprender de si misma para hacerse mejor y más eficiente, desoyendo al cada vez más tímido corazón cuyo hilo de voz apenas se escucha entre el rugir de la información correteando a velocidad de la luz por todo su cerebro.

En este punto de mis cuentos siempre suele aparecer el héroe, sin embargo en esta ocasión esa persona no tiene pinta de valeroso y fuerte caballero andante.
El único ser humano capaz de comprender ese cerebro es uno que, muy lejano de ese estereotipo de chico con capa y espada, pese a los nulos abances no se detiene en su férrea determinación de averiguar quien es la mujer de la Luna llena.
¿Qué le lleva a ello? En una de mis historias sería el amor, el verdadero amor. No obstante este cuento es muy peculiar (singular, si lo preferimos) y su motivo puede que no sea ese.

El antihéroe sabe que hay muchas cosas que los hombres no conocen, que permaneceran durante mucho tiempo en algún lugar etéreo y nebuloso, velado para el entendimiento humano. Quizá hasta que alguna máquina, robot o ser artificial sepa desentrañar esos misterios.
El antihéroe no quiere conocer sus pensamientos por simple curiosidad o por llegar donde ningun otro hombre estuvo. No desea culminar ninguna cumbre antes que nadie por el simple mérito de haberlo conseguido.
El antihéroe, el único que tiene la potestad real de averiguar el secreto de los pensamientos de la chica-luna, tan solo desea coger su mano en las noches en las que ella desee huir agobiada por su hiperdesarrollada mente y decirla entre susurros. Tranquila, yo te entiendo y estaré a tu lado para siempre. Cada amanecer de cada día besaré tu alma y acariciaré tus pensamientos.

Algunos científicos han dado fecha para esa singularidad. Mediados del siglo XXI. En ese momento la neurociencia y la tecnología se unirán para que el ser humano llegue a un punto de no retorno. Entonces esa chica dejará de ser un misterio, y quizá por trartarse de algo cotidiano eso de leer y comprender mentes, nadie se preocupe por averiguar sus sueños y pensamientos.

Suena demasiado gris, ¿no creéis? Alguien debe dar color a este final e intentarlo antes de que ese día llegue y el mundo sea demasiado viejo para creer...en lo singular del amor.
Antihéroe, ¿dónde te metes? Esa chica necesita que le sostengas la mano en las noches más oscuras.

lunes, 21 de agosto de 2017

Capítulo 17: Corazones de hielo.

Fase1: Ser majete.
Fase 2: Buscar un tema de conversación que le atraiga.
Fase 3: Hacerla reir.
Fase 4: Mirarla con sinceridad.

¿Qué  hacer cuando nada de eso funciona? ¿Cómo actuar ante una de esas almas llenas de vericuetos? ¿Cómo se conquista un corazón helado? ¿Con fuego? No, corres el riesgo de chamuscarte. ¿Con cariño? Tampoco, la capa de hielo es demasiado espesa para poder traspasarla con algo de afecto. ¿Con indiferencia? Imposible.

Estas y muchas otras preguntas asomaron por mi mente en varias ocasiones. Mi poca experiencia en el tema me decia que debía buscar el consejo y la sabiduria de los grandes.

Empecé por estudiar los antiguos tratados en los que decian que la palabra escrita y leida era la mejor forma de despertar el lado romántico de alguien. Bueno, me dije, parece sencillo. Trillones de palabras en innumerables cartas no surtieron el efecto deseado.
El corazón helado no se derritió con las infinitas misivas hablando del amor.

De acuerdo, busquemos un nuevo método. Según esos mismos tratados, los caballeros serviciales, atentos y dispuestos a toda clase de actos nobles y valerosos las volvían loquitas.
Siempre que sonó el telefono alli estaba. Siempre que ella dijo ven, allí que fui. No, ser cortés tampoco parecía la manera de llegar donde quería con un corazón helado.

Pero Rubén, ¡qué estamos en el siglo XXI!
Vale, vale. Abancemos un poco en las artes de cortejo y veamos ejemplos más cercanos.

El cine desplazó a los libros en este siglo, por tanto debería fijarme que hicieron algunos de sus protagonistas para llevarse a la chica de turno. ¿Qué hizo, por ejemplo, Clarence para ligarse a Alabama?
En "True Romance" el inocente Clarence lleva a la chica a una tienda de cómics. Alli le explica, con luz tenue y miradas furtivas, el cómo y porqué del anillo que lleva Peter Parker colgado al cuello antes de ser Spiderman. Tras eso y una noche llena de caricias y besos, Alabama le declara su amor a Clarence para al dia siguiente convertirse en la señora Worley.
Muy bien, no me veo llevando a nadie al Fnac, y en mitad de todo ese jaleo impresionar a una bonita chica con un cómic en las manos. También podria llevarla a la Warner (sabiendo que me pirran los parques de atracciones) y alli, subidos en la montaña rusa de Spiderman declarar mi amor eterno, pero me da en la nariz que tampoco funcionaría, el miedo de ella desvirtuaría sus posibles sentimientos hacia mi.

Prosigamos, pues. Tom Cruise en "Magnolia" da una clase magistral y un tanto misógina sobre como ligar con tias. Para él la clave está en tomar el mando, llevar el control y tener un calendario a mano. Hay que esperar cuatro dias una vez hecho el contacto y después, según  su metodología, la tendremos a nuestra merced. Dejadme decirlo por favor, ¡pero qué clase de chorrada es esa! En este mundo, si esperas cuatro dias te han birlado a la chica, a no ser que ella ya sienta algo, entonces la cosa cambia. Pero si no es asi, ¡espabila!

Dejemos al duro de Cruise y vayamos hacia lados más amables. En "Lost in traslation" Bill Murray va a un karaoke en Tokyo y alli logra encandilar en parte a la bella Scarlett Johansson. ¡Qué mono! Exclamaron las chicas de medio mundo.
Podría cantar, desde luego. Poner alguna canción que me encanta de Estopa, o quizá una de esa banda sonora de mi peli de Disney favorita pero seamos honestos, mi voz no derrite corazones helados, a lo más que puede llegar es a producir una sonora carcajada.

Siguiente método, la socorrida cena. ¿En cuántas películas no hemos visto que él la lleva a cenar a un precioso restaurante y alli surge la chispa que hace que todo acabe como un cuento de hadas?
Yo me tiraria por llevarla a un americano a comer una hamburguesa, pero para conseguir que alguien con armadura se la quite en parte, necesitamos algo con más clase. Un restaurante japones de moda, por ejemplo. Estaría loco si intentara llevar a alguien a un "japo", no se comer con palillos y produciría mas de alguna risa en ella al ver que pierdo la comida a mitad de camino entre el plato y mi boca. Eso no enamora, más bien me miraría con cara de...al menos lo has intentado, chico.

¿Quién diablos no ha llorado con "El diario de Noah"?
Pues si, también me propuse en una ocasión escribir una especie de diario. Tal y como hizo Gosling, plasmé pensamientos y deseos en unas cartas durante un tiempo. Toda esa correspondencia, leida junta, parecería un diario de alguien enamorado. Martes, 11 de..., en algún lugar de Madrid.

Vaya, los corazones de hielo hacen honor a su apelativo. Pero no desesperemos, Robin Williams tuvo la ansiada respuesta en otra de esas películas plagadas de sabiduría.

"La poesia, la belleza, el romanticismo, el amor...son las cosas que nos mantienen vivos.
Las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo."
En "El club de los poetas muertos" el profesor (Robin Williams) conmina a sus alumnos a sentir las palabras, vivirlas y soñarlas.

Un corazón helado, ¿cómo se conquista? Tengo una idea. Extraña, extravagante y muy evidente al mismo tiempo.
Las almas más endurecidas, frias y protegidas con cien armaduras de mil llaves cada una, se salvan de una sola forma. Mecidas por el suave susurro del agua.
El hielo se deshace en agua. Tranquila y plácidamente. Solo necesita algo de tiempo y templanza. No hay duda, el hielo sabe que su destino es convertirse en agua y acabar siendo uno con ella.
Hielo y agua son lo mismo, pues.
Asi que la solución a tan endiablado problema es esa, convertirse en agua y fluir.

Ya lo dijo otro de esos sabios, Bruce Lee. "Be water, my friend."

Capítulo 16: El vuelo del águila.

Fuerza. Destreza. Potencia. Velocidad. Visión. Respeto. Oido. Ligereza. El águila es el rey de los cielos, quizá por eso sea uno de mis animales favoritos.

Eso mismo debieron pensar en la antigua China, en un viejo templo Shaolin, cuando observaron las enormes aptitudes de este bello animal. Estos monjes idearon unas técnicas de Kung Fu a las que denominaron garra del águila.

Generación tras generación el conocimiento de este noble arte fue cayendo en manos de diferentes maestros cuyo punto común era el amor hacia el ave que dominaba los cielos.

La última en esa estirpe de valerosos guerreros es Lily Lau, cuya sabiduria intentó transmitirme.

Capítulo 15: Bailar en la habitación.

Hace unos tres años alguien me hizo un extraño ofrecimiento.

Me acababa de topar con ella cinco minutos antes, en una de esas muchas aplicaciones que existen para conocer  gente.
Era una de esas noches solitarias y tristes que abundan en mi vida. Tengo una fantasia, me dijo. Enrollarme en el metro con un desconocido. Al instante pensé que era una broma, un tio haciendose el gracioso. Aún asi le seguí el rollo, total no habia nada mejor que hacer.

Durante la media hora siguiente concretamos como seria el encuentro.
Habia una regla unicamente. Ninguno de los dos podia decir una sola palabra. La impuse yo y ella aceptó.

A la mañana siguiente, al llegar a la parada en la que habiamos quedado, no pensé que estaría asi que me sorprendió ver a una chica en el punto en el que habiamos dicho de vernos.

Muy bien, le dije la noche anterior. Alli estaré a las 8:30. Me pararé a unos metros de ti, si quieres que me acerque y continuar con todo, hazme un gesto afirmativo con la cabeza. Si quieres anular el asunto tan solo da media vuelta y desaparece.

Alli parado, durante el breve instante en el que ella decidió que todo continuara, la observé. Iba con vaqueros y camisa oscura. Pelo oscuro también, rizado. Sonreia mientras movió la cabeza afirmativamente.

Yo ni tan siquiera estaba nervioso porque no esperaba encontrar a nadie. Pero en el mismo momento de decirne que si, una pregunta hizo que algo dentro del estomago me hiciera cosquillas. ¿qué hago?

No lo pensé más. Fui hacia ella con paso decidido y la besé en los labios. Primero fue algo tierno, timido, sugerente. Diez segundos después nuestras lenguas jugaban en el interior de las bocas. Una de mis manos sujetaba su cabeza, la otra cogia su mano a la altura de la cadera.
No se cuanto tiempo duró aquello pero al finalizar ella continuaba sonriendo, motivo por el cual la hice un gesto con la mano para dirigirnos a los tornos de entrada al metro.

Esperando en el andén me apoyé en la pared y ella en mi. Nuestros cuerpos estaban muy juntos, tanto que ella debió notar la excitación creciente bajo mis pantalones. Deslizó la mano hacia abajo por mi cuerpo y rozó mi polla a traves de los vaqueros. Yo le metí las manos en los bolsillos traseros del pantalon apretandole el culo contra mi.

Un primer tren pasó. Apenas nos dimos cuenta hasta que sonó el pitido avisando que las puertas se cerraban. Ambos sonreimos y seguimos basándonos hasta que el siguiente tren hizo acto de presencia. Entonces la cogí de la mano y entramos.

El vagón estaba hasta arriba pero encontramos un hueco en el que ella y yo nos fundimos con las paredes para mimetizarnos con el propio vagón.

La empotraba contra la pared con mi cadera. Empujones leves. Ella gemia sutilmente. Lo notaba tras los auriculares que me mantenian ausente del mundo. Escuchando música con el volumen muy bajo para poder oir esos suspiros que de vez en cuando, y sólo en los breves momentos en los que nuestros labios se separaban, lanzaba al aire.

De pronto me hizo una señal. Esa era su parada. Me cogió de la mano y me sacó con ella. En las escaleras mecánicas se puso delante. Me agaché un poco y le pegué un pequeño mordisco en el culo. Ella se giró y metió la mano bajo los pantalones. Me tocó la polla erecta.

Traspasados los tornos de salida y en la misma boca del metro me paré. Ese era el final del trato. Acompañarla hasta su trabajo y luego desaparecer para siempre.
Sin embargo ella rompió la unica norma que había en todo aquel asunto.
¿Cuando follamos? Me preguntó.
Yo no follo sin estar enamorado, la contesté dandome la vuelta y volviendo a coger el metro hacia mi destino.

Jodido estúpido. Me dije en el vagón nuevamente, pero ahora solo y sin manos que me sobaran.
¿Por qué tienes que ser asi?

Ella, aquella noche y varias más, me siguió escribiendo. Hablamos durante un tiempo. Incluso me pidió que la llevara de viaje en ese verano que ya empezaba a vislumbrarse. Quiero ir contigo a un sitio que siempre me ha apetecido, me decía.
Lo siento, solo viajo con alguien si estoy enamorado.
Pero, ¡qué cojones te pasa Rubén!

Unas nuevas vacaciones llegan a su fin. Sol, playa, helados...Pero nadie en el asiento del acompañante, nadie cantando junto a mi para amenizar el camino.
Debes dejar que las cosas fluyan, me han recomendado no hace mucho tiempo. Tan sólo dejar que lo que tenga que ocurrir pase sin más. Pero no puedo, son dos normas que simplemente no puedo olvidar. No quiero follar sin sentir algo por ella y no puedo viajar con nadie de la que no esté enamorado.

¿Por qué? Obvio. Quiero bailar en la habitación del hotel, para después hacer el amor hasta el amanecer.

Capítulo 14: La increible futilidad de ser romántico.

Creo que la culpa de todo la tuvo Elvis.

"I wonder if you're lonesome tonight.
You know someone said that the world's a stage. And each must play a part.
Fate had me playing in love you as my sweet heart.
Act one was when we met, I loved you at first glance.
You read your line so cleverly and never missed a cue.
Then came act two."

"And when you smile the world is brighter,
You touch my hand and I'm a king.
Your kiss to me is worth a fortune,
Your love for me is everything.
I'll guess I'll never know the reason why
You love me like you do.
That's the wonder, the wonder of you."

"Wise men say, only fools rush in.
But I can't help falling in love with you.
Shall I stay? Would it be a sin?
If I can't help falling in love with you?"

"Love me tender, love me dear, 
tell me you are mine. 
I´ll be yours through all the years, 
till the end of time."

Con 10 años cayó en mis manos una cinta de casette de Elvis. Durante los diez años siguientes la escuché hasta la saciedad aprendiendo de las letras del "rey" lo que era el amor. Sin duda, Elvis fue el culpable de todo.

Esta tarde me ha dado por poner en el móvil una recopilación de sus éxitos que me compré hace tres o cuatro años. Mientras veía una preciosa puesta de sol e inevitablemente a una pareja disfrutando de ella, he pensado en lo inútil que me ha sido ser romántico. 

En realidad tuve momentos preciosos. Situaciones en las que deseé dominar el tiempo y detenerlo para siempre. 

Desde luego despertar y observar a alguien a tu lado es uno de esos instantes. Las pocas veces que ha sucedido me he preguntado que estaría soñando ella, que pasaría por su mente, cuáles serian sus sueños.

Ver su cuerpo desnudo sobre la cama, acariciarlo suavemente para que no se despierte, sentir su cálida piel con las yemas de los dedos. Quizá, con mucho cuidado, besar sus labios pasando antes los mios por su mejilla. 

Es muy probable que en una escena muy parecida a estas, Elvis escribiera eso de "...no puedo evitar estar enamorado de ti..."

Deslizando lentamente la mano hasta llegar a la cadera y dejarla ahi el tiempo suficiente para sentir el calor de su cuerpo. La otra mano descansando sobre la almohada, bajo la cabeza que mantiene su mirada fija en ella. Observando su respiración, la cadencia de su pecho, su silueta en la oscuridad de la habitación. Si, ciertamente Elvis diría entonces algo como "...seré tuyo para el resto de mis dias..."

Viendo esa puesta de sol y a esa anónima pareja he tenido envidia. Lo confieso. 

"Don't, don't, that's what you say. Each time that I hold you this way. When I feel like this and I want to hold you, baby, don't say don't." 

Al hacer la foto escuchaba justamente esta canción. Pensaba en lo bonito que sería decir alguna vez que si. Responder con un si rotundo al amor y porqué no, ser yo el protagonista de una estampa parecida. 

Tumbados en el agua, acoplados de tal manera que sintieramos la piel húmeda de nuestros cuerpos. El sol pegando en los sonrientes rostros llenándolos de una calidez y una luminosidad angelical. Las manos bajo el agua jugando, acariciando traviesamente partes ocultas y prohibidas de la anatomía. Besos salados. Abrazos llenos de sutileza. Timidas sonrisas, miradas pícaras. Palabras de amor susurradas al oído. Quizá un te amo. Puede que un siempre estaré a tu lado. Ojos que levemente se desvian hacia el sol para contemplar, y a la vez comprobar, que el tiempo no se detiene por y para nadie, por muchas ganas que tengas de que eso ocurra y que ese atardecer sea eterno.

"..let our love survive. Or dry the tears from your eyes. Let's don't let a good thing die..."

Definitivamente él tuvo la culpa de que yo sea un estúpido romántico. Esa idea, el concepto mismo de romanticismo, solo funciona en películas de Hollywood cuyos guiones estan escritos por gentes que quizá escucharon a Elvis tanto como yo. Los protas de El diario de Noah, Love actually, Serendipity, o Ghost, por poner unos simples ejemplos, se quedarian a dos velas en la vida real observando a mi lado la puesta de sol. Bueno, quizá Ryan Gosling tuviera algo de fortuna, por lo que sé todas suspiran por él. ¡Tipo con suerte! 

Nota: Las letras utilizadas son de las siguientes canciones, por si alguien tiene curiosidad y ganas de escucharlas. "Are you lonesome tonight?" "The wonder of you" "Can't help falling in love" "Love me tender" "Don't" "Suspicious minds"

sábado, 19 de agosto de 2017

Capítulo 13: Pequeñas pinceladas.

Capítulo 12: El polvo de Cantor.

Parece algo del estilo de Michael Curtiz en Casablanca. Ese final, que nunca acabó de gustarme del todo, en el que Rick (Bogart) se despide de Ilsa. (Ingrid Bergman)
"Siempre nos quedará París. No lo teníamos, lo habíamos perdido hasta que viniste a Casablanca, pero lo recuperamos anoche."
Parece romántico, pero en absoluto lo es. Joder, Rick. ¡Qué bobo eres! Besa a Ilsa en vez de largarla en el avión. Fúgate con ella a una paradisíaca isla y tened muchos churumbeles que correteen por la playa.

¿Por qué el cielo nocturno es oscuro? ¿Nunca os habéis hecho esa pregunta?

La escena se situa en un coche en el que hay un chico y una chica. Ambos se abrazan, se miran levemente a los ojos para, una vez más, fundirse en un nuevo abrazo. Mejilla contra mejilla ella le susurra algo. Te quiero, le dice al oído. Al escuchar esas palabras, él busca los labios de ella. Los besa suavemente, saboreando el momento. Dedicando cada latido de su corazón a ese instante, mordisquea el labio inferior de ella. Separarandose unos milimetros, aprovecha para decir. Yo también te quiero.
Baja del coche y camina unos metros, se da la vuelta mientras él la observa. Ella sonrie. 
Luego él arranca el coche y acelera rápidamente, perdiendose en la oscuridad de la noche.
La escena termina con un fundido a negro. La música que ameniza los títulos de crédito deja a varios espectadores anónimos con las lágrimas correteando por sus mejillas, esperando (deseando) que sea un taquillazo y haya una segunda parte.

¿Por qué el cielo por la noche es oscuro? ¿Por qué todas las estrellas del universo no alumbraron, con todo su esplendor y potencia, ese momento para que él pudiera tener un mejor recuerdo de aquel instante? Me pregunto, metiéndome en el papel de aquel chico.

La paradoja de Olbers es algo que inquietó a los científicos de medio mundo desde el siglo XVI.
Suponiendo un universo infinito y una cantidad de estrellas igualmente infinitas y homogeneamente distribuidas, matemáticamente se demostraba que hacia cualquier punto que mirasemos del cielo nos toparíamos con una estrella cuya luz apuntaría directamente a la tierra. Es decir, el cielo por la noche tendría que ser una fiesta de luz cual concierto iluminado por potentes focos.

¡Coño! Debió exclamar el matemático que por primera vez se encontró con el problema. ¡Pero si la noche es tan oscura como el mismísimo infierno!

Los astrofísicos, entonces, empezaron a darle vueltas al asunto. ¿Qué es lo que ocurre aquí? Se preguntaban extrañados. A partir del siglo XIX a este dilema se le conoció como la paradoja de Olbers.

Bien, ¿cuál es la solución?
¿La intensidad de la luz de las estrellas decrece? ¿Cuerpos opacos que obstaculizan que esa luz nos ilumine? ¿Las estrellas no son infinitas? ¿O es el universo el que es finito?
La respuesta más bonita es la del polvo de Cantor.

Un matemático llamado Mandelbrot sugirió que quizá las estrellas y galaxias no estuvieran distribuidas homogeneamente. Es decir, que no tenia porqué haber regiones del cielo en las que hubiera astro alguno. Demostró que las galaxias y estrellas del firmamento seguían un patrón fractal. El polvo de Cantor.

Una linea recta, divididla en tres trozos. Quitad el de en medio. Volved a dividir los segmentos en tres partes y eliminad el central. Y asi sucesivamente. Hacedlo un buen número de veces y tendréis el fractal llamado polvo de Cantor. La solución por la que la noche es oscura y ese chico no pudo contemplar con más precisión cada detalle de la sonrisa de aquella chica.

¡Malditos fractales! Puedo imaginar que dijo ese chico en mitad de una oscura noche estrellada, tras ese fundido a negro.