Does anybody remember laughter?
Pantalones vaqueros muy ajustados. Camiseta oscura igualmente ceñida. Música a tope mientras cepillo mi pelo rapado. Stairway to heaven rebotando en las paredes del baño. Llega el solo de guitarra y me quedo mirando el espejo. Al otro lado estoy yo.
El tiempo se detiene unos instantes. Lo suficiente para quedarme a solas y recordar.
Salgo del trance, y sonrio. Cojo el bote de colonia. Seven, de Loewe. Rocio levemente mi cuello y aspiro profundamente.
Echo un último vistazo al reflejo que tras la bombilla del espejo me observa. Chico, no se puede hacer más. Digo, excusandome.
Sentado en aquella terraza muero por saber. Es algo que me mantiene inquieto, ¿qué le habrá pasado?
- ¿Puedo hacerte una pregunta sin que te moleste? Tanteo, aún indeciso.
- Claro. Dime.
- ¿Por qué llevas tiritas en los pezones?
Ella se rie haciéndome sentir un pelin bobo.
- Porque no encontraba los cubre pezones.
- ¿Eh? Suelto sorprendido, imaginándome algo parecido a algún utensilio de tortura del medievo.
- Esta tela, al rozarme, los irrita. Me explica ella, viendo que pongo cara de no entender. Hay unas cositas que se ponen en los pezones en estos casos, yo tenía un par pero no los encontré así que como solución improvisada opté por las tiritas.
Quiero hacerme el listillo e inocentemente pregunto algo que a ella le parece una absoluta locura.
- ¿Y por qué no un sujetador?
- Pero como voy a llevar un sujetador, Ru. ¡La camiseta va abierta en la espalda!
El tiempo se detiene nuevamente, lo suficiente para quedarme a solas y recordar.
El pantalón ajustado descansa en una cómoda. La camiseta ceñida cuelga cual equilibrista a su lado, sorteando las leyes de la gravedad. Estoy tumbado sobre una cama que no es la mia esperando a alguien a quien apenas conozco.
Ella llega sonriente, la luz tenue de la lamparita que descansa en la mesilla repleta de pulseras llena mis ojos de reflejos que causan un efecto mágico en la entrada en escena de aquella voluptuosa y desconocida mujer.
¿Dormimos? Pregunto, sospechando que ella no me ha traido hasta allí solo para eso.
Vale, me engaña. Al apagar la luz se acerca a mi. Me besa en la mejilla. Buenas noches, Ru.
Sería poco amable no responder a ese beso, pienso. Asi que actuo. Giro y me pongo de lado. Rozo sus labios con los mios suavemente. Sus manos, a su vez, se ponen en movimiento desencadenando el proceso como si fueran piezas de dominó cayendo una tras otra. Sutilmente desliza una de ellas hacia abajo.
El renqueante tiempo vuelve a detenerse. Lo suficiente para quedarme a solas y recordar.
Sus pechos estan en mi boca. No puedo evitar reir. Perdona, digo al separarse de mi cuerpo y mirarme extrañada. Me he acordado de las tiritas. Besa mis sonrientes labios y baja con la boca lentamente. Muerde mi barbilla, uno de mis pezones, pequeño mordisco en la tripa...el tour acaba en mis huevos. Juega con ellos con la lengua.
Al perezoso tiempo parece que hoy le cuesta arrancar. Se para lo suficiente para quedarne a solas y recordar.
La polla está en su boca. Las manos sujetan su cabeza y la impulsan hacia mi provocando un pequeña arcada en ella. Lo siento, susurro. Parece no importarle, ahora es ella la que se la mete hasta lo más profundo de su garganta. Mis manos aprietan la sábana intentando evitar correrme, aún es pronto. Esto no ha hecho más que comenzar.
Incrementa la velocidad de la felación. Aullo de placer como un lobo a la luna llena.
El tiempo juega, se mofa de mi deteniendose lo justo para quedarme a solas y recordar.
He girado su cuerpo mientras me come la polla. Yo tambien quiero saborear. Está húmedo. Paso la lengua en toda su amplitud. Lentamente. Las manos sujetan sus piernas abiertas. A cámara lenta introduzco la lengua dentro de ese chorreante agujero.
Ella ha pasado a utilizar sus manos. Con una aprieta las bolas, con la otra me pajea tan suavemente que apenas noto el movimiento.
El placer es tan salvajemente intenso que sumerjo mi cara entera dentro de ella metiendo mi nariz donde antes había estado la lengua.
Muerdo al notar el semen eyectado hacia las nubes. Ella se retuerce y convulsiona al ver el chorro blancuzco salir despedido. Cortos movimientos de pelvis, espasmos seguidos de un gemido ahogado por sus piernas que aprietan mi cara contra su cuerpo me dicen que ha llegado también al extasis definitivo.
El maldito tiempo vuelve a hacer de las suyas. Harto de tanto parón me quedo a solas y recuerdo.
Ido. Totalmente. Ella cabalga sobre mi con ímpetu. Se cree un jodido vaquero en el salvaje oeste. Me agarro al cabecero de la cama e impulso mi cadera hacia arriba con la fuerza de un toro bravo intentado liberarse de su yugo. Empotro mi polla en ella, taladrando sus entrañas. Es tanta la potencia con la que nuestros cuerpos chocan que la polla sale del oscuro agujero y al subir no encuentra de nuevo el camino.
Ella echa una mano ahí abajo, enseñando el sendero a mi ciega polla. Ni ella ni yo vemos cosa alguna en estos momentos. La liberación de endorfinas junto al tremendo esfuerzo mantienen en una inquietante oscuridad a mi cuerpo y mi alma. Ceguera absoluta.
Ya se...el tiempo. Siempre él. Manejando todo el cotarro. Se detiene lo suficiente para quedarme a solas y recordar.
¡Qué cojones! ¿ Aún hay más? Se ha levantado al servicio a refrescar la boca. La he seguido, yo también tengo sed. Después de beber ambos, nos besamos frente a la cama. Abrazo el sudoroso y resbaladizo cuerpo. Su pelo se enreda en mis manos mientras la llevo contra la puerta del armario. Sujeto sus brazos sobre la madera y aprieto la cadera contra ella. Gime, se revuelve, se suelta y da la vuelta mostrando que quiere que haga. Ru, métela de nuevo. No pares. No pares jamás. Extiende las manos y arquea la espalda. No puedo negarme, seria de estúpidos. Cojo su cintura y observo su precioso culo. La penetro una y otra vez, gritando su nombre a un aire viciado por el sexo y el sudor.
El tiempo ya no camina. Finalmente se ha detenido para siempre, permitiéndome quedarme a solas y recordar.
Recordar algo que da miedo. Los implantes de memoria que hicieron furor en las películas de ciencia ficción de los años noventa ahora son una realidad. Científicos del MIT hicieron ciertos avances hace unos años en el ámbito de la neurociencia, concediendo la posibilidad tan extravagante como atractiva, de poder reescribir la memoria como si de un disco duro de un ordenador se tratara.
Puedo elegir los recuerdos a la carta y que un neurólogo los introduzca en mi confuso cerebro.
Los pantalones ajustados estan en el armario. La camiseta ceñida en el cajón de la cómoda. A mi lado un panfleto de una empresa llamada Memory Call. (¿plagio?)
Estoy solo en la habitación, tumbado en mi cama y el tiempo...el tiempo camina veloz hacia un nuevo día.
"...In a tree by the brook, there's a songbird who sings. Sometimes all our thoughts are misgiven..."