Ayer me dirigía al trabajo y escuchaba en la radio este estribillo de una canción que jamás había escuchado. Repetía una y otra vez el cantante del grupo que no había nada más triste que los caballitos pony. En un principio me descojoné, porque no decirlo. Pero luego me puse a pensar. ¿Habrá cosas más tristes que los pobres animalitos del estribillo?
Y claro, encontré varias que si lo eran.
Por ejemplo, es triste que el sábado alguien me pidiera algo para comer. Un tio de entre 30 o 40 que me dijo que no tenia dinero y que estaba sin trabajo. Le preparé un bocadillo de tortilla y al salir de trabajar me encuentro el bocadillo tirado en la calle. Mucha hambre no tendría. Que pena de tortilla.
Parado en un semáforo, unos kilómetros después de escuchar la canción, pasó una chica empujando una silla de ruedas. En ella iba un señor muy mayor, tapado con una manta hasta el cuello. Eso me pareció muy triste. Acabar así tus días, dependiendo de otras personas para hacer lo más sencillo del mundo que es andar. Hace unos días escuché a dos señoras en el metro. Ya mayores pero se conservaban bien, y una le decía a la otra, envejecer es una enfermedad. Entonces pensé que ese comentario era algo desmesurado pero viendo al pobre señor de la silla de ruedas descubrí que tenía toda la razón del mundo. Es jodido envejecer.
Sin duda es triste ver a una señora de sesenta y muchos operada de la cara, ponerse labios o botox. En realidad, esto más que triste me parece patético. No se quien les habrá dicho que queda bien. ¿En qué planeta eso se considera sexy?
Una cosa realmente triste es descubrir que tus padres son los reyes magos. Eso es una auténtica hecatombe. La desilusión al darte cuenta del engaño navideño es morrocotuda. Toda tu infancia portandote bien para que la noche de reyes no se olvidaran de ti y se colaran en casa dejando regalos y luego todo es un vulgar timo.
Para llorar es el tema del dentista. Me parece tristísimo que haya gente que se gane la vida sacando dientes. ¡Por dios santo, son los torturadores del siglo XXI! Aprendices de los verdugos de la santa inquisición.
Bueno, y no me digáis que no es lamentable sentarse encima de las gafas de sol. Se me parte el alma.
Una de las cosas más tristes, sobre todo para ellas, es encontrar que no te entran los vaqueros. Eso al menos reza la publicidad de los all-bran. Nada, ¡a desayunar los copitos de trigo!¡hip, hip, fibra!
Conocer a una persona, y que al mes ella se vaya 10 días a otro país es verdaderamente trágico. Sobre todo porque desearías haber ido con ella.
Una de las cosas más tristes que me han pasado es comprar un helado y que antes siquiera de haberlo probado se caiga al suelo. Eso es una absoluta catástrofe. ¡No!¡Qué he hecho para merecer esto!
En fin, si que hay cosas más tristes que ver a los caballitos pony.