Este ave forma un vínculo tan fuerte con su pareja que solo suele tener una en su vida.
Ambos se cuidan y dan cariño hasta que uno de los dos perece.
Tengo ganas de subir a un avión. Pelearme por meter mi mochila en algún hueco de los maleteros llenos a rebosar de bolsas y demás enseres ajenos. Sentarme al lado de la ventanilla y observar el despegue. Mirar como los árboles, coches y edificios se vuelven cada vez más y más pequeños. Perderme entre las nubes y abrir mi toblerone de chocolate blanco comprado en las tiendas del duty free.
Quiero sentir la brisa del mar al atardecer. Justo en el instante en el que el sol se oculta tras el horizonte.
La tarta de queso con arándanos me sabe mejor si la comparto con alguien. Si juego con ella a quitarle el ultimo pedacito que queda en el plato.
La Gioconda tendría que ser admirada en soledad y no con cien mil turistas dándote codazos por conseguir un hueco frente a la bella dama.
Las bicicletas no sólo son para el verano. En invierno basta con abrigarse bien y no dejar de pedalear para no pasar frío.
Algún día disfrutaré de una biblioteca en mi propia casa. Una habitación dedicada solamente a los libros. Habrá tantos que me será tremendamente difícil hacerme un hueco y abrir cualquiera de ellos por lo que tendré que destinar otra sala de mi casa para poder leerlos.
Los cementerios tienen su encanto. Me gusta pasear entre las tumbas y leer los nombres cincelados en las losas. Deambulando entre fantasmas te das cuenta de la volatilidad del ser humano, y al salir por las puertas del camposanto deseas aprovechar cada segundo al máximo.
Deseo amar y eso me hace vulnerable. Si fuera un superhéroe mi kriptonita sería mirarme a los ojos y lanzarme en un susurro un te quiero.
Los ojos son la parte más bonita del ser humano, pueden enamorarte al instante. El culo, unas tetas o una cara bonita atraen pero solo la mirada es capaz de abatir murallas infranqueables y llegar hasta el centro del corazón.