La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

martes, 18 de diciembre de 2012

Magic Kingdom


Disney para mi equivale a fantasía.
La primera vez que llegas a Disney World en Orlando, te sientes un niño, sientes que la inocencia sigue en tu alma. Vuelves a épocas donde sólo había diversión y las preocupaciones se dejaban a los mayores.
Por avatares de la vida he estado en varios de los parques Disney, en el de París, en el de los Angeles y en el de Orlando. Sin duda, este último tiene algo de especial. Y yo que me siento como un Peter Pan madrileño estoy como pez en el agua en estos sitios.
El de Orlando es el complejo más grande de los tres en los que he estado. Ni puedes imaginarte lo grande que es. Varios parques temáticos, muchos hoteles, zonas de diversión, lugares para practicar deportes. Infinidad de actividades para todos los públicos hacen que se pueda estar en el complejo durante un mes sin apenas salir de él. Y no exagero.
Decenas de autobuses gratuitos recorren las carreteras que unen los distintos puntos, puedes montar en monorail o en barco si lo prefieres para ir a los dos parques más importantes, incluso si tu economía lo permite puedes alojarte en uno de los hoteles más cercanos e ir andando a Magic Kingdom, el lugar por excelencia del complejo.
Al llegar al hotel desde el aeropuerto ya sientes inquietud, un hormigueo en el estómago propio de un niño que va a ver a su personaje favorito Disney. Ves que los niños en el autobús están como tú, revolviendose en el asiento deseando llegar cuanto antes. Y es que si sucede algo al traspasar el  arco que te da la bienvenida a Walt Disney World es que todos volvemos a disfrutar de lo que es ser niño, da igual que tengas 10 años o 40 o incluso 60. Todos somos iguales a los ojos del bueno de Walt.
Entrar en Magic Kingdom es entrar en un mundo irreal, de cuento, donde todo parece sacado de la pluma de Andersen. Cientos de personajes salidos de historias que desde niños nos han contado y hemos aprendido a leer con ellas.
Hay un placa en la entrada que reza "aquí dejas el mundo de hoy y entras en el mundo del ayer, del mañana y de la fantasía". Con estas palabras ya puedes imaginar que te vas a teletransportar a otros lugares en los que lo primordial es disfrutar y dejarte llevar por la ilusión.
Es sin duda mi lugar preferido en el planeta de cuantos he visitado. Muchos sitios te dan otro tipo de sensaciones, de sentimientos. Pero llegar aquí te hacer soñar con mágicas hadas, príncipes encantados, animales parlantes, juguetes animados, brujas malvadas, y mickey, por supuesto. El gran jefe de todo este tinglado. El capo de toda esta familia, el dueño de todos los corazones de grandes y pequeños.
Recorrer la calle principal (Main Street) te sumerge en la América de hace un par de siglos. La decoración lleva a tu mente a esos lugares donde indios y vaqueros luchaban por la supervivencia. Todos los que allí trabajan están en su papel, los que recogen cualquier papelito del suelo, los que te preguntan que si lo estas pasando bien, los que atiende a los turistas ávidos de compras, los que llevan a los personajes de la mano, los que manejan las atracciones, los que sin darte cuenta están pendientes de tu seguridad. Y todos ellos te responden con un sonriente Have a magical day! ¡Qué frase más bonita! La adoro. Está llena de ilusión. Es el leitmotiv de Disney.
Te paras un momento a observar a la gente y ves las caras de los niños, muchos disfrazados, con las caras pintadas, con las típicas orejas de Mickey y levantas la mirada y te das cuenta de que no solo los niños van así, cualquiera, independientemente de su edad tiene algo en su indumentaria o en su cuerpo que le identifica, que le cataloga como fan de esa forma de entender la vida que es el universo Disney.
Por supuesto que todo esta montado para ganar dinero, no deja de ser un negocio, y hay tiendas por doquier, restaurantes y puestos de comida rápida en cada esquina, mires donde mires todo el mundo consume. La crisis se ha dejado fuera de las puertas de entrada y el dinero no se tiene en cuenta. Lo verdaderamente importante es la magia.
Pasas el día entre desfiles y montañas rusas, atracciones de todo tipo que te hacen reír, que te hacen soñar que eres un personaje más. Visitas mundos de cartón piedra que te llevan a fantasear y descubrir que eres un habitante más de la selva, o del Marruecos antiguo, o del futuro más lejano.
Y al llegar la noche e iluminar el castillo un cosquilleo de emoción pasa por tu espalda y piensas en lo realmente bonito que es todo. Y cuando te sientas en el suelo a ver el último espectáculo, wishes, se te eriza el pelo y sientes fluir todas las sensaciones del día por tu cuerpo y lágrimas de emoción asoman por tu ojos mientras cantas la canción con los cientos de personas que están a tu lado. Y ves volar a campanilla desde lo alto del castillo y lleno de asombro sueltas una exclamación de admiración. Y finalmente cuando comienzan los fuegos artificiales, y escuchas el retumbar de todo ese despliegue pirotécnico crees que no hay nada en el mundo que se iguale a eso. Un colofón extraordinario para un día de fábula.
Las cosas buenas no duran para siempre e inevitablemente tienes que volver al mundo, que te golpea con su crueldad, con la realidad de una sociedad que ha perdido la inocencia. Por eso siempre sonrio al pensar en los dias que he pasado allí, y que en un recondito lugar del planeta aun existe la posibilidad de recuperar la pureza y sencillez de ese niño que todos tenemos escondido en un lugar del corazón.




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