La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

martes, 11 de diciembre de 2012

Plaza de San Pedro



Uno de los lugares más místicos y con más historia del mundo es la Plaza de San Pedro. Es un lugar al que se le asocia con poder, religión y por supuesto turismo.
He estado un par de veces, pero el instante que voy a narrar es el de la primera vez, ya que la impresión pocas veces se iguala al de ese primer momento en el que contemplas un lugar.
Ya caminando por la ribera del Tiber desde el castillo de Sant' Angelo se ve la cúpula de la basílica y sientes impaciencia por llegar. Empiezas a ver a monjas y curas en peregrinación hacia la Vía de la Conciliazione, nombre que le va que ni pintado a la calle de entrada al Vaticano.
Cuando llevas unos metros por la via te das cuenta de que hay miles de turistas detrás de ti, y delante y al lado. Todos vamos como hormiguitas haciendo camino hacia uno de los lugares más importantes de Occidente.
Unos minutos después se llega a la plaza en sí, delimitada por dos filas de columnas impresiona, en lo alto de las columnas hay estatuas que supongo que serán de personajes bíblicos. Todo es increíblemente  bonito, se te eriza el pelo con solo pensar en todos los momentos históricos que se han producido en este lugar.
Bernini que hizo media Roma, también se empleó en la concepción y realización de la plaza. Y lo hizo realmente bien.
Sin embargo después de ese primer impacto te das cuenta de que lo turístico se ha comido a lo espiritual ya que de un vistazo ves que entre medias de las columnas hay varios puestos de comida rápida y de venta de los típicos regalos que se llevan a casa para regalar a familiares y amigos. Estampitas, llaveros,  bolígrafos, calendarios, miniaturas. Todo claro con temática cristiana.
Un poco decepcionado por esta vista de la plaza uno alza la mirada hacia la basílica. Cuando llegas a Roma esperas ver iglesias de todo tipo, grandes o pequeñas, con más o menos vidrieras, o con distintas fachadas más o menos detallistas. Sin embargo ahora se está delante de la Iglesia con mayúsculas. Y sea uno más o menos creyente eso impone.
Y al andar hacia la fachada te das cuenta de que algo no encaja, algo esta fuera de lugar, de tiempo incluso. Un obelisco adorna el centro de la plaza. ¿Qué demonios hace una cosa egipcia en medio del ombligo cristiano? Esa pregunta me hice y la guía que llevaba en la mano no supo contestarme, sólo mencionaba que un Papa decidió colocarlo ahí.
Justo ahí, en el centro, al lado del obelisco te das cuenta de la amplitud de la plaza y recuerdas haberlo visto por televisión en las celebraciones más importantes repleta de gente y piensas en cuantos miles cabrán, cuantas personas agolpadas unas a otras habrán estado allí. Y sin quererlo se te va la vista a la ventana, sí,  esa que sacan siempre y que dicen que son los aposentos del Papa. Un escalofrío te recorre el cuerpo al pensar que estas tan cerca de una de las personas más influyentes en este mundo y en el otro.
Sigues andando hacia la basílica absorto en estos pensamientos cuando de pronto se te cae el alma al suelo. Una ingente masa de personas haciendo cola para entrar a la Iglesia te esta esperando mientras unos empleados del Vaticano observan y controlan que no entres con ropa inadecuada al lugar tan solemne al que te diriges.
La visita a la basílica de San Pedro lo dejaré para otro instante porque lo merece. Pero si he de decir que después de haberla visto y extasiado por la belleza y por el cansancio a partes iguales siendo sincero, me senté en una de las escalinatas de la plaza no sin antes comprar uno de esos paninis que vendían en esos puestos que tanto me chocó ver al entrar. Y así, entre bocado y bocado de un delicioso panini contemplé una vez más el espectáculo que es la plaza, con sus turistas, con su guardia vestida de amarillo, rojo y púrpura, con sus estatuas y columnas, con la basílica y con el obelisco por supuesto.
Bendito Bernini!

No hay comentarios:

Publicar un comentario