La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Día 17: La rubia platino.


En una apartada losa de uno de los pequeños cementerios diseminados por Dallas se puede leer este bello epitafio. "As the flowers are all made sweeter by the sunshine and the dew, so this old world is made brighter by the lives of folks like you."

Salgo a hurtadillas de mi silencioso retiro, impuesto básicamente por mi falta de inspiración, para comentar algo en lo que iba pensando esta mañana mientras los rayos de un enorme sol rojizo pegaban en mi cara haciendo que cerrase los ojos de vez en cuando. 
Frente a mi, a la derecha, observaba la cara de una preciosa rubia con la que llevo cruzándome un par de meses. Ella, distraída, tecleaba algo en su teléfono. Por curiosidad leí a quien iban dirigidas esas palabras, un tal Pepe era el afortunado. Recorrí su cara con la mirada. Increíblemente bonita, pensé al instante. De pronto me sentí celoso al ver que ella sonreía al mover rápidamente los dedos sobre el teclado de su iPhone. 
Cerré los ojos de nuevo deslumbrado por el sol. Ella se había sentado a mi lado varias veces, fruto del azar desde luego, pero por tonto que pueda hacerme parecer, siempre tuve esa pequeña ilusión de creer que se había fijado en mi y que por eso elegía ese asiento junto al mío. Esa sonrisa me devolvió al mundo real, la cruda realidad era que esa bonita rubia platino ni sabia que yo existía. 
Abrí los ojos para convencerme de que no era tan guapa como mi obnubilada mirada me hacía creer y entonces me di cuenta de dos cosas. Que ella seguía siendo igual de bonita pese a la decepción de saberme ignorado y que ahora escribía a un tal Manu, con la misma sonrisa, pícara y sensual, en su semblante. 
¡Malditas redes sociales que nos tienen más y mejor comunicados cada día! La rubita estaba jugando a dos bandas. A priori, eso me tendría que alegrar. Me dejaba una mínima oportunidad, donde caben dos hay hueco para un tercero. Sin embargo, volví a cerrar los ojos con un sentimiento de tristeza en mi alma. ¡Qué extraño es el mundo! Suspiré, dejando a mi caprichosa mente volar, esta soleada y primaveral mañana, hasta los suburbios de la ciudad de Dallas, en la polvorienta y lejana Texas. 

Bonnie Parker y Clyde Barrow se conocieron hacia finales de 1929 o principios de 1930. Tan solo un par de meses después enchironaron a Clyde por robo de coches y pequeños hurtos en tiendas. Le condenaron, por reincidente, a catorce años en una de las prisiones más duras de Texas. 
"Hola precioso, sólo unas líneas esta noche. ¿Cómo le va a mi niño? Hoy ha sido un día más, como otro cualquiera, pero duro... Precioso, cuando por fin te dejen salir a la calle, quiero que empieces a trabajar y, por Dios, no te metas en más problemas. Me preocupas tanto que esto es un sinvivir. Cuando estés limpio y no tengas que seguir huyendo, podremos salir a divertirnos un rato. Cómo odio escribirte cuando me siento tan triste como esta noche."
"Mi dulce niña, acabo de recibir tu dulce y esperada carta y créeme, fue toda una sorpresa saber de ti. Pero si casi no podía creer lo que veían mis ojos cuando descubrí tu letra en el sobre. Así que lo tomé y lo miré de cerca y al final tuve que admitir que era tuyo. Escucha, Bonnie, ¿quién demonios te ha contado todas esas mentiras sobre mi? Cielo, sabes de sobra que jamás he dicho nada parecido sobre mi niñita de ojos azules. Cariño, te quiero más que a mi mismo, que me hayan caído catorce años no significa que vaya a quedarme aquí para siempre. Madre fue a Waco a hablar con el juez. Le dijo el juez que la ayudaría a que me redujeran la condena a dos años. Si todo sale como espero, no voy a tener que vivir lejos de mi niña por mucho más tiempo."
"Te he echado tanto de menos, querido Clyde. No supe cuánto me gustabas hasta que te metieron en la cárcel."
"Daría cualquier cosa por poder ver de nuevo a mi niñita de ojos azules. Cielo, ni siquiera tengo una foto tuya. Cuando dejé el campamento número 1, no me avisaron con antelación, por lo que no tuve tiempo de recoger tu foto, así que por favor, envíame otra, si la tienes."
"...no te preocupes cariño, porque voy a hacer todo lo que esté en mi mano, y si al final no te sueltan, seré buena mientras estés encerrado, y esperaré, esperaré, esperaré, hasta que vuelvas conmigo. Te quiero."
"Bueno niña, voy a ir terminando por hoy, si me respondes esta carta te contaré más cosas la próxima vez. Te envío todo mi amor, de tu chico que te quiere."
Pese a conocerse tan sólo un par de meses antes de la reclusión de Clyde, ambos quedaron sumamente enamorados. Cuando salió Barrow de prisión, al segundo año de condena, ambos se reunieron por fin y Bonnie juró que jamás volverían a separarse. Ese fue el comienzo de una historia llena de muertes, balas y amor. Mucho amor. 

Hace años siempre que una chica me gustaba le hacia una simple pregunta. ¿Quieres ser mi Bonnie? Normalmente me respondían con un "Rubén, estas loquito." Hasta que un buen día, alguien sorprendentemente me dijo..."Ru, robaremos bancos juntos. Seremos Bonnie y Clyde eternamente."
Curiosamente su visión de lo que significaba la palabra eterno difería de la mía. En fin, ya lo dijo Einstein, el tiempo es relativo. 
Después se lo he vuelto a comentar a alguna que otra chica y lo máximo que he conseguido fue un "jajajajaja" seguido del tan escuchado "estas loco, Rubén." 

Mayo de 1934. Clyde conducía su veloz Ford V8 de camino a la casa del padre de uno de sus compinches. Bonnie sonreía a su lado. Cerca de la granja a la que se dirigían vió la furgoneta del padre de su amigo parada en la cuneta y aminoró la marcha para echar un vistazo. Acto seguido, y sin poder apenas reaccionar, seis hombres escondidos tras unos matorrales abrieron fuego con sus armas automáticas. Bonnie Parker y Clyde Barrow eran acribillados a balazos, traicionados por un miembro de la banda. Minutos después los cuerpos sin vida de la pareja más famosa de foragidos yacían ensangrentados en el suelo para deleite de los morbosos que se acercaban para recoger casquillos o cortar mechones de pelo que luego podrían vender a buen precio. 

Las cosas no han cambiado mucho en ochenta años. Las cartas de amor de Bonnie y Clyde no son tan diferentes a los mensajes que se mandan hoy en día. Quizá los de ahora mucho menos inocentes y parcos en palabras que los de entonces. Incluso la dulce Bonnie también jugó a dos bandas en cierta forma, ella aún estaba casada con otro cuando conoció a Clyde.
Esa bonita sonrisa que la rubia platino tenía al leer los mensajes de Pepe y Manu me ha hecho pensar, e irremediablemente unas preguntas, sin respuesta muy definida, se han asomado por mi cabeza. ¿Mis palabras harán sonreír a alguien de esa forma? ¿Alguna vez una preciosa niña de mirada curiosa me dirá que me echa de menos? ¿Existirá en el mundo alguien que quiera atracar bancos junto a mi y me susurre al oído que sea su Clyde para siempre? Quien sabe.

Diez millas, unos dieciséis kilómetros. Esa es la distancia que hay entre el Western Heights Cemetery y el Crown Hill Memorial Park, dos pequeños cementerios en Dallas. En uno se vislumbra una losa con un par de nombres. Uno de ellos es Clyde C. Barrow. Horadada en la piedra se puede leer la leyenda..."gone but not forgotten." En el otro camposanto, un poquito más al norte de Dallas, un nombre de mujer está cincelado en otra pequeña losa, Bonnie Parker. Debajo, unas bonitas palabras..."De la misma manera que los rayos del sol naciente y el rocío dan esplendor a las flores, este viejo mundo es más brillante por las vidas de gente como tú."
"Jamás te dejaré." Juró al verle salir de la prisión de Eastham, mientras le daba un gran abrazo y le besaba suavemente en los labios.
No se vosotros pero yo no tengo ni la más mínima duda que, a pesar de que sus cuerpos descansan eternamente separados, sus almas vuelan juntas más allá de las nubes. Eso es el amor, el amor verdadero.