La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

viernes, 7 de junio de 2013

Cuatro historias y una decisión

Voy a contar hoy cuatro instantes de mi vida que me han llevado a tomar una decisión. Quizá importante, quizá no. El tiempo lo dirá.

Sueño
El primer instante ocurrió anoche. A las 12:30 me acosté, apagué la luz y cerré los ojos. Unos segundos después los abrí de golpe. Encencí el iPad y busqué Moon River y la descargué.
En la historia del cine ha habido muchísimas canciones que me han hecho sentir algo especial. Y esta es una de ellas. Desde siempre esta canción me ha invitado a soñar. Ha cogido mi alma y la ha hecho volar por mundos irreales.
Audrey Hepburn es una delicia en Desayuno con diamantes. Y su voz cantando Moon River es realmente maravillosa. Simplemente evocadora. Mientras la escuchaba anoche una y otra vez hasta quedar dormido sentía que mi corazón latía al principio acelerado para luego, cuando sentí a Audrey susurrandome al oído, latir pausadamente.
Esa mujer es encantadoramente bella. Y viéndola en imágenes de la película me enamoré de esa sonrisa y esa mirada. ¿Por qué no soñar con una mujer así? Delicada y a la vez fuerte. Jovial y al mismo tiempo de mirada melancólica. Con una voz de una sonoridad tan sensual que cada vez que la escucho se me pone algo en el estómago. Os recomiendo que ahora mismo busquéis la canción, y con los ojos cerrados la escuchéis. Tomaros dos o tres minutos en lo que estéis haciendo y soñad.

Desconocida
Hace un par de meses, más o menos, una amiga me dijo que era muy exhibicionista. Me decía que yo adoraba que me miraran, ser el centro de atención. Cuando me comentó esto la miré incrédulo y sonriendo la contesté que era imposible. Siempre me he mantenido oculto, en segundo plano. Sin querer destacar demasiado, manteniendo el anonimato entre la multitud.
Sin embargo, me quedé pensativo con esa afirmación y creo que le daré un poco la razón. Y contaré mi segunda historia.
Hace años, muchos, los sábados iba al cine. Me gustaba ir por la Gran Vía y coger una entrada para la película que me llamara la atención. Amo el cine y que mejor sitio que esa cinematográfica calle para deleitarme con una historia que removiera y agitara mis sentidos. En fin, compraba la entrada y me iba al Fnac a escuchar música mientras esperaba a que comenzara la película. No se sí habéis estado alguna vez allí pero para el que no lo sepa había una serie de torres con cd's expuestos para que la gente pudiera escucharlos. Un día ocurrió algo extraño. Yo estaba escuchando uno de esos discos de muestra mirando la carátula del cd y desvié la mirada un segundo. En frente mío había una chica, no recuerdo que fuera especialmente guapa, ni que tuviera un cuerpo de escándalo. Lo que me atrajo es que estaba bailando mientras oía al otro lado de la torre otro de los discos. La miré y sonreí y ella me devolvió la sonrisa. Tímido como soy bajé la mirada enseguida. Unos minutos después fui a otra parte del Fnac a escuchar otro disco más y al rato esta chica se puso a mi lado y cogió los cascos y bailó de nuevo. Me dejó alucinado. Hice un gesto con la cabeza y estúpido de mi al poco rato me fui al cine.
A la semana siguiente volví a comprar una entrada y de nuevo fui al Fnac a hacer tiempo. Y como si el destino quisiera jugar conmigo allí estaba esta chica. Bailando ante una torre llena de música de muestra. Y me puse a su lado. Extrañamente me reconoció porque me saludó con la mano y siguió con sus movimientos. El primer día no me di cuenta pero aquella segunda vez me percaté de que toda la situación tenía un aire de sensualidad increíble. Ese día di un paso importante. Empecé a mover las piernas y la cadera con el ritmo de mis cascos. Allí estábamos los dos. Bailando en medio del local. Y curiosamente no me importó. Raro en mi que soy muy vergonzoso.
Durante dos meses, cada sábado, veía a esta chica. Nunca supe su nombre, ni hablé con ella. Nunca pasé más allá de intercambiar saludos levantando la mano al vernos o despedirme cuando me iba al cine.
Un instante extraño en mi vida que demuestra que si, que me gusta que se fijen en mi.

Gran hermano
Desde qué empezó este programa he querido ir. El primer año me enganchó. Me parecía una idea muy original el juntar a una serie de personas en una casa sin poder salir y ver que ocurría. Las grandezas y miserias del ser humano en todo su esplendor. Gente de cualquier extracto social. Gente distinta. Desconocidos completamente ante situaciones límites en muchas ocasiones y todo ello unido a las decenas de cámaras por todos lados que vigilaban cada movimiento, cada palabra, cada acto.
El segundo año quise ir al casting. Llamé al número de teléfono y me cogieron los datos. Y ahí se quedó el tema. Lo seguí intentado al año siguiente pero nada, no había manera. Uno de los años, no recuerdo bien cual, buscaron una forma distinta de atraer al público. Convocaron a todo aquel que quisiera entrar en la famosa casa a un sorteo que se haría en directo. Sólo faltaba un participante y saldría elegido al azar. Bueno, eso dijeron al menos.
Y allí que fui, a los estudios de tele5 a probar suerte. Mi novia no quería que fuera, mi familia me decía que estaba loco. Mi única preocupación era que pasaría con mi coche si resultaba escogido. ¿Quien lo llevaría de vuelta a mi casa? Iluso de mi.
Al llegar me di cuenta que la cosa no sería tan sencilla. Una fila tremenda rodeaba el edificio del canal de televisión. Me acerqué a la puerta y vi que gente de seguridad intentaba que nadie se colara por las puertas. Pregunté a uno que parecía ser del programa, su única contestación fue "ponte a la cola, intentaremos que todos entréis al sorteo". Le hice caso y me puse en la fila. Mientras andaba me di cuenta de lo que movía ese programa. Gente de todas clases esperaban su turno para que les dieran un número. Hombres trajeados, gente joven, gente mayor, familias enteras, abuelos cogidos de la mano. Impresionante. Delante mío tenía a una madre y una hija. Ambas querían entrar. Escandalosas a más no poder. Detrás un chico joven, gay. Vestido como si saliera de noche a cualquier garito de moda, con un sombrero a lo Michael Jackson. En un momento dado dejé de escribir por el móvil a mi novia y el chico se puso a hablar conmigo. ¿Qué papel tienes pensado representar? Me preguntó. Yo me encogí de hombros. Ser yo mismo le dije. Así no ganarás nada, tienes que llamar la atención para que no te echen a las primeras de cambio. Me comentó. Y yo pensé, ya soy especial. No tengo que representar nada. Y en mi interior sabía que si entraba a la casa, ganaría. Tenía absoluta certeza de ello.
A las dos horas y un cursillo de como ganar el concurso impartido por Michael, un tío de tele5 recorría la fila dando malas noticias. No había ni un sólo hueco más. Era imposible meter a más gente al deseado sorteo. Entre abucheos de la gente me despedí de un sueño. Ya nunca más volví a ver el programa en la tele.

Desafío total
Con 17 o 18 años los domingos eran tarde de pizza y película. Mi hermano y yo nos sentábamos en el suelo y poniamos casi siempre la misma cinta de VHS. Indiana Jones y la última cruzada o desafío total.
¿Cuántas veces habré visto a Schwarzenegger siendo un agente doble en tierras marcianas?¿Cuantas veces habré repetido Memory call junto con Dani? Infinidad.
Un momento compartido que espero jamás se borre de mi mente.

La decisión
Bueno, todo esto ¿para qué?¿dónde quiero ir a parar hoy?
Juntaré todas las historias. Lo mezclaré bien y sale Mars-One.
Un hombre de ciencia y curioso como soy yo. Un tipo extraño, tímido y exhibicionista a la vez. Un chico sin nada que le ate a este planeta. ¿Qué salto podría dar?
Si, me he inscrito para ir a Marte. Para ser uno de los primeros seres humanos en pisar el planeta rojo.
Mars-one es una asociación que con capital privado quiere llevar al hombre a Marte. Pero no de cualquier forma. Uno de los impulsores de este proyecto es el creador original de gran hermano y lo que ha propuesto para financiar en parte todo esto es que se presente gente para ir allí, para hacer una colonia marciana.
No es una decisión baladí la de ir a Marte. Es un viaje de sólo ida. No hay vuelta posible. Las 20 personas que elijan morirán en ese planeta. Pasarán el resto de su vida sin poder volver a la Tierra.
Llevo leyendo cosas a favor y en contra toda la semana. Gente que dice que es imposible con la tecnología actual, personas que se ríen de la gente que paga los 26 dólares que cuesta la inscripción. Un timo piensan. Y puede que sea así, puede que todo sea un tinglado que tienen montado para llevarse unos billetes al bolsillo. Pero yo prefiero ser más romántico y soñar. ¿Por qué en el 2023 no podré llegar a Marte?
Volar ha sido otro sueño mío de siempre. Adoro los aviones. Mirar por la ventanilla como se aleja todo y sentirme más cerca de las estrellas. ¿Soy un iluso? Si, seguramente si. Pero esta mañana he pagado mi cuota. Un pequeño paso para mi, un gran paso para la humanidad. Los avances están llenos de sueños. Gente soñadora que propuso insensacetes.
Yo voy a soñar.

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