La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

lunes, 24 de junio de 2013

Mad about you

Las relaciones entre un hombre y una mujer son realmente extrañas. Yo tenía en mente que todo iría rodado. Con 18 o 20 años veía una serie en la tele que me encantaba. Mad about you, loco por ti. Las aventuras de una pareja de recién casados de treinta y tantos en Nueva York. Sin hijos y con un perro. Me acabé enamorando de Linda Hunt e identificándome con Paul, el marido, un director de documentales. Los episodios tocaban problemas que podrían surgir en cualquier pareja. Y ellos los solventaban en media hora, con unas risas y mucho humor. Todo era muy bonito pero un cuento al fin y al cabo, ya que en la realidad las relaciones son algo más complicadas.
Empezando por el principio. ¿Cómo coño sabes cuando estas saliendo con alguien? Me he enterado hace unos meses que cuando quieres ser pareja de alguna tía ya no se lo pides, ahora basta con pasarlo bien y quedar para tomar algo y enrollarte, lo repites un par de veces o tres y por arte de magia ya tienes pareja, ¿o no? Porque al no pedirlo, ¿cómo sabe el otro o la otra que es lo que hay? Demasiado nebuloso a mi parecer. Un mundo de tinieblas en el que se mueve uno y que si da un paso en falso puede fastidiar no ya lo de ser pareja sino incluso la posible amistad.
En mi caso, cuando empecé a salir con mi ex le pedí que fuera mi novia. Incluso ella me admitió que eso ya no se hacía. Le pareció gracioso. Debo ser algo raro, sinceramente. Nos conocíamos desde hacia 15 días más o menos y un sábado hablando por teléfono me dijo que había ido con unas amigas a un garito a bailar. Me dió un ataque de pánico por si la perdía si conocía a otro y en ese mismo momento, por teléfono, le dije ¿quieres ser mi chica? ¿De que otro modo podría hacerla ver que quería algo más serio?¿Dejando todo en el aire y que ella pensara que era probable que me gustara? Claro que esto ocurrió el sábado a las 3 de la mañana. El domingo al despertar me dije, ¡¿qué leches has hecho Rubén?! Y la llamé para decirla....mira que creo que vamos muy rápido....pánico total, alarmas en rojo y sirenas por todos lados. Al final quedamos en el Retiro y un par de horas de lloros y abrazos dejaron las cosas claras. Ya éramos pareja.
Ahora parece todo más sencillo. En teoría, porque sigo muy bien sin saber cual es esa línea que separa el divertirse como buenos amigos o el salir como pareja.
Y es que estoy muy confuso. Nunca me había puesto a pensar sobre ello. Pero parece ser que según términos de una amiga yo tengo el carácter de un chico-chica, es decir, que a la hora de quedar con una mujer estoy a la expectativa. No doy ningún paso si no estoy seguro al 100% de que es lo que quiere ella. Y eso es algo que me escama mucho. ¿Por qué los tíos tenemos que dar siempre el primer paso? Somos nosotros quienes tenemos que llamar, mandar mensajes o escribir un correo si nos interesa alguien pero si a una tía le interesa un tío ¿por qué no lo dice? Me gustas, ¿y yo a ti? Demasiado directo quizá pero seguramente mucho mejor. 
Una risa tonta, una mirada furtiva mientras estas con un grupo de amigos, quizá un ¡qué bobo eres Rubén! mientras te toca levemente el brazo. ¡Coño, si te gusto dimelo y dejemos el tonteo!
Quizá es que soy yo, que pillo mal todos estos temas, quizá lo evidente sea demasiado duro si no hay reciprocidad. Las señales son todo un misterio para mi, despistado como soy, que me quedo embobado con cualquier chorrada sin prestar atención a las indirectas lanzadas al aire para que una mente despierta las capte y actúe. 
Yo, sin embargo, no soy así. No pillo las sutilezas creadas por las mentes femeninas. Para mi una sonrisa es una sonrisa, un bostezo un bostezo y si una chica se agacha para colocarse la sandalia no creo que me esté enseñando el escote para decirme Rubén, esto puede ser tuyo hoy, ahora. ¡Túmbame en el capó de ese coche y hazme gemir!
Soy simple, lo sé. Cuando quedo con alguien lo único que tengo en mente es disfrutar, y actuar como soy yo. Poner los sentidos en mirarla. Observar la mueca que hace al sonreír o como gira la mano al coger un vaso para beber. Escuchar la sonoridad de su voz. Como se toca el pelo al hablar conmigo. O dilucidar si la ropa que se ha puesto me gusta o no. 
También es verdad que hay veces que es mejor callarse, he de admitirlo. Sabes que no hay oportunidad pero aún así deseas que no te lo confirmen. Y por ello te callas y sigues viviendo tu fantasía pensando que quizá algún día seas objeto de sus sueños más íntimos y que te llame por teléfono y al contestar, ella te diga Rubén seamos felices para siempre. 
Puede que sea muy iluso al pensar que eso sucederá algún día. Puede que yo, como hombre, sea el que tenga que dar el primer paso y arriesgar. Lanzar los dados esperando que sumen once y ganar la apuesta, rezando para que no salgan los temidos ojos de serpiente.
Así que todo se reduce a eso, un juego de azar. Manejar las cartas que posees de la mejor forma posible para al final de la noche ganar la partida. Es triste pensar en estrategias y modos de juego, en claves y señales, ya que eso te quita lo mejor de toda la cita. Simplemente disfrutar y pasarlo bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario