Roswell, Nuevo México. En verano de 1947 algo pasa la estratosfera a toda velocidad e impacta en un rancho. El primero en llegar y ver los restos esparcidos por el suelo fue el granjero dueño de los terrenos. Este avisa a las autoridades extrañado por lo que encuentra. Rumores. Un platillo volante se ha chocado en suelo americano. Teoría. Fue un globo meteorológico. Posibilidad. Un globo espía del proyecto Mogul. Quien sabe lo que ocurrió pero esto, que vi relatado por primera vez en la serie Expediente X, me dejó pensativo. Curioso por el misterio y las conspiraciones. Yo, de adolescente, era un fan de Fox Mulder y su pelirroja compañera Dana Scully. Descubrí junto a ellos un mundo lleno de incógnitas, historias muchas de ellas fantasiosas pero basadas en hechos reales. Recorrí, disfrutando de sus aventuras, la geografia de ese pais lleno de casos sin resolver. La atmósfera me encantaba, bosques perdidos del norte, desiertos del sur, pueblos extraños, casas nada comunes, personas atípicas. The truth is out there rezaba un póster de la oficina de Mulder en el sótano del edificio del FBI en Washington. Y con ese lema como leit motiv me interesé por esos temas. Quizá llevado por el entusiasmo me puse en contacto por email con un tipo. No recuerdo como conseguí su dirección. Este hecho ocurrió hace mucho tiempo, cuando tener internet en las casas no era muy común. El caso es que escribí a este chico por un asunto. Él distribuía una cinta en la que se supone se veía la autopsia real de los extraterrestres que encontraron en Roswell y llevaron al Area 51. Curioso, como soy yo, le dije que estaba interesado. El video VHS vendría contra reembolso. Nunca llegó a mi casa. La grabación en realidad era falsa, un montaje que ahora se puede ver gratuitamente por la web. Entonces yo era un alma cándida y creía. Otro lema de los X-Files. Believe.
Así comenzó mi interés por todo lo inquietante y extraño.
Y este mundo en el que vivimos esta lleno de sombras y enigmas. Y el misterio es el nexo de unión con el momento más reciente.
Empezaré por el principio. Todo comenzó con una llamada.
El viernes me encontraba en la cama, leyendo. El reloj marcaba la una y media de la madrugada y estaba haciendo tiempo hasta que comenzara el partido de la NBA. Mis pensamientos vagaban por la historia que en esos momentos me tenía totalmente absorto cuando de pronto el móvil vibró. Extrañado miré la pantalla. ¿Por qué me llamaba mi ex a esa hora un viernes? Preocupado cogí el teléfono y pulsé el botón de aceptar la llamada. ¿Si? Dije. De fondo se escuchaba su voz, unas risas y jaleo. Estaba en un garito. A los pocos segundos colgué. Mi mente, humana y por ello defectuosa, pensó mal. ¿Por qué llama? Tres semanas antes ocurrió algo parecido. Su teléfono esta juguetón, acabé por pensar, desechando cualquier maldad. Sin embargo, me quedé algo desconcertado. Al poco empezó el partido y a alguna hora indeterminada de la madrugada me quedé dormido escuchando de fondo los comentarios de Daimiel. Esta llamada desencadenó una serie de hechos cual mariposa que bate sus alas en un parque de Lincoln, Nebraska, y provoca un tsunami en Kanazawa, en la prefectura de Ishikawa, Japón. La famosa teoría del caos y la imposibilidad de controlar todas las variables.
El sábado me levanté con pocas ganas de nada. A medio camino entre la apatia y la desidia. Y me dispuse a hacer algo de ejercicio y dejar que la adrenalina me subiera algo el ánimo. La música a todo volumen en mis cascos ayudó un poco. Pero aún así estaba raro. Esa llamada de la noche anterior me dejó algo trastocado. El domingo me desperté aún más vago y perezoso si cabe. Puse música y quise cantar. Algo que me anima bastante pero no funcionó esta vez. Inconscientemente jugaba con el móvil, pasando nombres en la agenda y casualmente vi uno. ¿Quien era? Allí estaba desde hacía mucho tiempo, en la M, antes de la N de Noe y después de la L de Laurita. ¿A quién correspondía ese nombre? No conseguía ponerle una cara y me dije, ¿por qué no escribir un mensaje y averiguarlo? Quería hablar de algo banal con alguien, una conversación trivial, sin decir mucho, simplemente pasar el rato. Y con un hola comencé la conversación. Yo no me acordaba de ella, pero ella estaba igual. La charla se basó en descubrir que lugar habíamos compartido para saber yo su nombre y número. Sentía curiosidad. Y fue como un juego de mostrar y contar. Aún así no conseguimos averiguar mucho. Y el suspense siguió pululando por mi mente.
Ayer por la noche estaba de nuevo en la cama, leyendo. Y un pensamiento se metió en mi cabeza. Me apetecía seguir indagando sobre esta historia y la escribí. Al rato contestó y charlamos. Esta vez fue como un cuento, una fábula de los hermanos Grimm, quizá un relato de hadas mágicas. Yo escuchaba música mientras leía. Vangelis. Y siguió sonando durante toda la noche. Piano, flautas y violines creaban un ambiente irreal. La enigmática historia se tornaba por momentos más singular, ya que en un momento dado, no se como ni por qué, dije donde había nacido. Y, por caprichos de la vida, ella había visto la luz en las mismas salas en las que yo respiré por primera vez. Un hecho insólito. La clínica en cuestión no se sí tendría muchos nacimientos pero el dato es inquietante. ¿Qué probabilidades hay de que esto suceda?
Esta pequeña bailarina me había producido una extraña curiosidad pero ahora tenía toda mi atención.
Sin duda el cuento o la fábula, como queramos llamarlo, es digno de mencionarse. Pasé un par de horas muy divertidas y me sorprendí riendo por primera vez en mucho tiempo. Pero una vez más mi mente maliciosa cogió el timón. Y esta mañana me he despertado con la sensación de haber estado hablando con un fantasma. Eso es lo que es, un espejismo, una visión vaporosa. Es como un reo que está en su celda y ve pasar a la mujer de otro preso al que va a visitar. Él intuye la figura a través de los barrotes, huele su perfume, siente la respiración al pasar. Intenta capturar ese momento en su mente. Pero desaparece. Se desvanece rápidamente.
El cuento de los hermanos Grimm o de Hans Christian Andersen se ha transformado en un relato de fantasmas de Charles Dickens.
Pelin melodramático. Puede ser. Lo que es seguro es que sí pasan otros 12 años sin volver a saber de esta persona me acordaré de quien es. Vaya que sí lo haré.
"Según vamos adquiriendo conocimiento, las cosas no se hacen más comprensibles, sino más misteriosas." Albert Schweitzer.