La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

viernes, 18 de agosto de 2017

Capítulo 9: El cuadro de la mujer silenciosa.

Una melodia tibetana ahuyenta todo aquello superfluo, eso que es inservible y que obstaculiza poder escribir con el alma. La mujer a la que escucho la descubrí hace tres o cuatro años y desde entonces, cuando necesito relajarne voy en su búsqueda.
Ella es de una región de Mongolia, un lugar inhóspito lleno de misticismo.

Una vez, otra mujer, me enseñó un cuadro. Me mandó una foto con la enigmatica frase...lo he pintado yo, bueno y otra persona más.
Aquella foto ya no está en mi poder pero recuerdo que habia una chica dibujada, muchos libros y símbolos matemáticos por doquier. ¿Qué significa? Pregunté. Tendrás que averiguarlo tu. Contestó misteriosamente.
Durante varias horas del siguiente día, me dediqué a descifrar el mensaje que se me ocultaba. Amplié la foto con el visor del móvil y recorrí con la mirada cada milímetro de aquella pintura.
Me encontraba en una biblioteca en ese momento, rodeado de libros como el personaje del cuadro. Embuido, con todos mis sentidos en esta preciosa canción que se cuela en mis oidos en estos instantes. Fui incapaz de dar con la solución. ¿Qué se ocultaba tras esos símbolos?

Algún tiempo después leí un artículo que se titulaba "pintando sentimientos".
En una parte de aquel compendio de leyes sobre lo que debía ser un buen maestro decía que habia que pensar en todas las posibilidades, por muy descabelladas que estas fueran. "Solo las mentes más locas son capaces de innovar", creo recordar que apostillaba la autora del artículo.
Eso me llevó de nuevo a aquella pintura de la mujer silenciosa. ¿Tendría que mirar con otros ojos para descubrir sus secretos?
Ese "pintando sentimientos" provocó dos cosas en mi. Cambié mi punto de vista ante un enigma olvidado y plagié su título para escribir mi propio "pintando sentimientos".

Seguí en blanco. Esa mujer del cuadro era un auténtico rompecabezas para mi. Entre esa simbología mística que, aqui y allá, se solapaba con las decenas de libros, logré descubrir alguna beta, alguna fórmula física (E=mc2) e incluso desentrañé entre las pinceladas algún misterio más. Pero el meollo del asunto me seguía siendo indescifrable. ¿En serio se ocultaba algo ahí, o tan solo era un pequeño juego de las autoras?

Más adelante en el tiempo observé una pequeña pista. La realidad de mi mundo y la del suyo era muy distinta. La mujer del cuadro vivía en un universo distinto. Durante todo ese tiempo en el que admiré el cuadro había cometido un grave error. Dar por supuesto que el simbolo igual (=) en ambos mundos tendria el mismo significado. Me regía por unos convencionalismos euclidianos. Por unas leyes newtonianas. Por unas reglas nemotécnicas que pudieran muy bien no ser las que reinaban dentro del universo de la chica del cuadro.

Cuando uno tiene delante un Rembrandt, un Goya o un Tiziano lo que hace para comprender sus obras en su total amplitud es estudiar las biografias de aquellos que dedicaron sus mentes a dar dimensión a las imagenes que se guardaban en el interior de sus almas. Solo asi seria posible intentar desentrañar el porqué de una pincelada, asi que lo tuve claro. Queria conocer al menos a una de las autoras, hasta donde ella dejara que metiera mis curiosas zarpas.

El arte, en cualquiera de sus formas, me conmueve. No entiendo demasiado de estilos, ni tan siquiera de modos ni actitudes ante la presencia de tal o cual obra. Pero si se de sentimientos, quizá es lo que mejor se ver y, en definitiva, pintar va de eso. La dificil tarea de plasmar sentimientos en dos dimensiones.
En mi objetivo de conocer a la autora jamás le pregunté sobre el tema o quizá si lo hice estaba demasiado embriagado para recordar respuesta alguna. Por tanto, mis devaneos con la mujer silenciosa continuaban en el mismo punto en el que aquel día en una biblioteca del centro de Madrid, me dediqué a desafiar aquella mirada llena de intenciones.

Pasado más tiempo aún y ya casi olvidados algunos trazos de aquella obra que me desveló muchas noches, vuelvo a la pregunta inicial que me hice por entonces. ¿Qué escondes tras ese silencio? ¿Qué arcano secreto esconde el cuadro de la chica que tan sólo hablaba mediante extraños simbolos y libros de ocultos misterios?
Cerrando los ojos veo a una niña con coletas, pinceladas oscuras, trazos marrones y verdes. Solicitando mas neuronas a mi olvidadizo cerebro puedo llegar a imaginar una sonrisa, quizá riendose de este pobre bobo que pasó mas tiempo del debido delante de los disparatados enigmas que suscitaba su mirada.

Sigo escuchando a Sa Dingding y sus melodías evocadoras. Me sumen en un leve trance. La brisa del mar, que poco a poco se hace notar, me lleva a un lugar. Un lejano lugar tanto en el tiempo como en su posición.

Sólo, en la popa de aquel enorme barco observaba las pequeñas cascadas que caían sobre el frio y azul mar que rodea la peninsula de Alaska. Allí, me hice una pregunta. ¿Esto es lo más bello que he visto en mi vida? Las escarpadas y verdes cornisas por las que caia el agua se veian brumosas, vaporosas. ¿Habrá algo más impresionante que esto? El atardecer oscurecia la visión pero me permitió quedarme a solas unos momentos para disfrutar de aquello que jamás pensé que pudiera ver.

Viendo los ojos de aquella mujer silenciosa me hice la misma pregunta. ¿Hay en algun lugar una mirada tan sobrecogedora como esta?
De ahí, que hace mucho tiempo, decidiera desentrañar sus secretos, empeñando mi tiempo y conocimientos en algo en lo que, a dia de hoy, sigue siendo un misterio insondable.
A pesar de ser un enamorado de los acertijos, de charadas adivinazas y miradas jeroglíficas llenas de oscuros secretos, ese cuadro pudo conmigo, con mi intelecto, y mi corazón. Mi mente y mi alma no supieron ver la respuesta a la pregunta. ¿Qué misterio escondes?

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