La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

sábado, 5 de agosto de 2017

Capítulo 2: National treasure.

De todas las películas de Disney que no son de animación la que más me gusta es la búsqueda. Siempre quise ser como Nicolas Cage en National treasure y dedicarme a buscar tesoros escondidos. 

Me empeñé en ir a Washington.
Quería ir desde que vi la biblioteca del congreso en la película, siempre he amado ese tipo de edificios y ese era el más grande del mundo. Meses antes de viajar a la capital de los Estados Unidos me dediqué a cotillear en su web, me di de alta en su newsletter y quise hacerme socio para que me dejaran entrar hasta sus salas más ocultas para tan solo vislumbrar y poder tocar los lomos de los libros que se pudieran esconder en sus estanterías. 
La biblioteca es un lugar enorme lleno de turistas. Eso me decepcionó en parte porque me hubiera gustado poder disfrutar del silencio que reina en cualquier biblioteca que se precie. Como lugar arquitectónico es impresionante, sus salas son de una belleza increíble y cada una de ellas está repleta de historia, que el guía te va contando con sus diversos chascarrillos y anécdotas. 

Sin embargo no sólo quise ir a Washington por su famosa biblioteca. Había otras cuatro cosas que quería ver en esa ciudad. 

Una de ellas, la declaración de independencia. El texto más nombrado del mundo occidental después de la Biblia. Quería verla con mis propios ojos. Intentar leer sus líneas y comprender, hasta dónde llegaba mi inglés, los párrafos que han gobernado ese país y por ende el mundo en los últimos decenios. 
Era parte de la historia y yo no quería dejar de contemplarlo. 

El museo de historia natural. El archiconocido Smithsonian. Bueno, aquí entraba en juego mi lado infantil. Quería perderme por sus salas de dinosaurios y de dioramas de las distintas épocas del planeta. 

El monumento a Washington es el obelisco que vigila toda la ciudad. Me moría por subir hasta arriba y espere sentado impaciente hasta que llegó mi turno. Arriba, en lo más alto del cielo de aquella ciudad contemplé la punta original de aquella faraónica construcción y observé por sus ventanas el magnífico lago del Mall. 

Y por último, no quise irme sin haber tocado brevemente las alas del avión de los Hermanos Wright. El Wright Flyer que a principios del siglo XX dio el pistoletazo de salida a los viajes por el aire. Amo volar y no podía dejar pasar la oportunidad de contemplar el biplano en persona. 
Ese museo, el del aire y el espacio de Washington, creo que ha sido el que más me ha alucinado de cuantos he estado. Y han sido unos cuantos. El módulo lunar, cabinas de aviones, salas repletas de bombarderos de la Segunda Guerra Mundial, aviones comerciales colgados de manera increíble de techos tan altos como el cielo. En fin, nunca pensé que hubiera tanto que ver allí. 

Hubo otro lugar al que no pude entrar porque las reservas son con varios meses de antelación y me quedé con las ganas. La sala oval, el despacho presidencial de la Casa Blanca. 
Quizá en otra ocasión. 

Hoy me he puesto de nuevo el DVD de la búsqueda. 
Contemplando la declaración de independencia justo cuando Cage decide que debe robarla para protegerla dice una de mis frases favoritas. 
- ...pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones dirigida invariablemente al mismo objetivo, evidencia el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto. Es su derecho, es su deber, derrocar a ese gobierno y proveer de nuevas salvaguardas para su futura seguridad...
- Precioso, pero no he entendido nada. 
- Significa que si algo va mal, los que tienen la capacidad de actuar, tienen la responsabilidad de actuar. 

En otro momento habla de Edison. Cuenta que fracasó en más de dos mil ocasiones al fabricar el filamento de su bombilla. Pero que cuando le preguntaron a él mismo sobre ello dijo, "no fracasé, descubrí dos mil modos de cómo no construir una bombilla. Solo necesitaba encontrar un modo de que funcionara." 

Interesante modo de acabar la entrada de hoy. Aquel día que vi la declaración de independencia me compré una réplica en la tienda del museo. "...los que tienen la capacidad de actuar, tienen la responsabilidad de actuar." 



viernes, 4 de agosto de 2017

Capítulo 1: Galicia calidade.

Hace unos días me pasó algo curioso.
Eran las cinco de la tarde más o menos y una pareja entró al bar.
- ¡Qué sed tengo! Dijo ella.
- ¿Tienes Estrella  Galicia? Me preguntó él.
- No, dije simplemente. Añadiendo. De barril tengo Cruzcampo. De botella Mahou, Heineken, Sol, Yuste, Guiness, Desperado, Amstel Oro, Cruzcampo especial, Paulaner, Radler...
- Bueno pues pon un par de tercios de Mahou. Dijo él con una mirada de resignación hacia ella.

Un par de horas después entra la chica que atiende la terraza y me pregunta...
- Rubén, ¿tenemos Estrella Galicia?
Extrañado le digo que no, que pidan cualquiera de las que aparece en la carta.

La cosa se puso graciosa cuando por la noche un chico jovencito entra y me dice...
- Me voy a sentar fuera, ¿me sacas una Estrella Galicia?
Flipando, claro. Sonreí.

Acabé descojonandome cuando casi al cierre pasó una chica al servicio. Al salir se acercó a la barra.
- ¡Hola! Saludó jovial y alegre. ¿Por casualidad tenéis Alhambra?
- Menos mal que no has pedido Estrella Galicia, sino pensaría que esto es una cámara oculta o algo así.
- Galicia calidade. Soltó ella.
- No tengo ni idea, nunca la he probado.
Le puse una copa de Cruzcampo de barril, salió a la terraza y yo me quedé pensativo. ¿Qué tendrá esa cerveza?

jueves, 3 de agosto de 2017

Capítulo 0: Patrones.

Los anillos de un árbol en el interior de su tronco. Las hojas que nacen de los tallos. Las alas de los pajaritos que se posan en sus ramas. Las nubes que atraviesan esas aves. Las estrellas que en ocasiones tapan los cúmulos. Los planetas que giran alrededor de esas estrellas. Las galaxias que repletos de planetas llenan el universo.

Todo. Absolutamente todo. Cada creacion, cada nacimiento, cada evento, cada sueño, cada vida está gobernada por una serie de patrones.

Los matemáticos los veneran. Los físicos los estudian. Los informáticos crean algoritmos para predecirlos. Los meteorólogos se fijan en ellos para sus previsiones...

Es muy complicado huir de los patrones. Nos persiguen a lo largo y ancho de nuestros sueños y pesadillas. Son lo que anhelamos y lo que tememos. Lo que sin duda nos atrae hasta límites insospechados.

Mi patrón está claro. Hace un tiempo escribí una entrada titulada, ¿las chicas malas nos resultan más monas?
Hay gente que busca chicas con un aspecto determinado, con tetas desproporcionadas, con culos imponentes, con un peso determinado, con curvas, con ojos claros, con pelo rubio o moreno. Yo no me fijo en nada de eso, la personalidad y que ella este totalmente pirada es lo que hace que mi corazón se vuelva loco y haga que mi mente realice cosas impensables.

En las últimas veinticuatro horas he pensado en ello trás una conversación con mi hermana. ¿Por qué estoy sólo en mis vacaciones? Le preguntaba sin querer escuchar la respuesta. ¿Será que me pasa algo? ¿No soy buena gente? ¿Alguien me habrá echado un mal de ojo?  ¿Alguna de esas chicas a las que jamás llegué a conocer por diversos y absurdos motivos?
Mi hermana en toda su experiencia y sabiduria me contestó...Quizá sea por los patrones.

Desde luego que es por eso. Haciendo un ejercicio de introspección y memoria recuerdo haberme enamorado sólo de mujeres a las que les faltaba un tornillo o engranaje en su interior. No lo digo de forma despectiva, cuidado. Hablo con todo el respeto del mundo. Ese tornillo, esa pieza que faltaba en sus mentes inquietas es lo que las hacia únicas y lo que sin ningún género de dudas me atraía hasta la desesperación.

Sólo quizá una excepción. La mujer que durante diez años compartió mi vida se podría decir que era la más cuerda en un mundo de locos. Por eso, elucubrando una posible respuesta a mis actos, no me casé cuando me dijo...Rubén, creo que va siendo hora de pasar por la Iglesia. Quizá, no estaba lo suficientemente loca para que cuando me dijo que quería ser mamá yo le contestará vilmente con un ya veremos.
Si, ella no era mi patrón. Ella no tenía el tipo de personalidad que haría que dejase todo y a todos por una caricia, ella no era la persona capaz de conseguir que transgrediera las leyes por su mera protección y cuidado, ella no era el tipo de mujer por la que yo pudiera abandonar todos mis miedos para decir...si, quiero ser papá.

Una vez admitido eso, una vez puesto sobre la mesa que me pirran las chifladas. ¿Son ellas compatibles con mi forma de ser? ¿Soy un chiflado también y esto es como los imanes, polos iguales se repelen? ¿O quizá soy una persona demasiado cabal y en esta ocasión lo que   es inmiscible son nuestras distintas personalidades, algo así como agua y aceite?

Sentado en el retiro, al pie del lago y viendo el atardecer sobre las copas de los árboles pienso en las posibilidades, busco patrones en el horizonte, hojas movidas por el aire, dibujos en las cortezas de los árboles, formas geométricas en la hierba. Mientras todo eso sucede y tecleo sin parar, sueño con compartir un abrazo o puede que un beso observando el rojizo astro y que de pronto esa enigmática y majareta mujer soltase algo como...Ru, te quiero.
Eso, queridos y desconocidos amigos, si sería estar loca de remate. ¿Quién es su sano juicio querría estar conmigo?

Mientras intento buscar respuestas a preguntas indiscretas escucho un murmullo. Miro alrededor. Detrás una chica lee, delante el lago refleja los rayos que caen sobre los árboles. Nadie más cerca de mi. El murmullo viene de mi mente. ¿Qué dices, Ru?
Escucho más atentamente. ¡Quieres dejar de escribir y disfrutar de la puesta de sol!
Esta bien, te haré caso. Luego lo acabo.

martes, 4 de julio de 2017

Día 71: Sudando.

Avicii a todo volumen. Las paredes retumban. Gotas de sudor recorren mi cara, espalda, brazos, pecho.
Cojo la botella de agua que frente a mi descansa sobre la mesa dejando un cerco del agua condensada que resbala a lo largo de todo su esbelto cuerpo.
Doy un gran trago. ¡Qué bien me sabe!
Observo las pesas, el saco de arena, el chaleco de 10 kilos, la colchoneta que ocupa parte de mi salón, ¿qué ejercicio hago ahora? Necesito no parar demasiado. Los músculos gritan más tiempo. La cabeza, más analista, cuenta sesenta segundos. El corazón duda, las pulsaciones claman parar un ratito más, la sangre que bombea susurra un ya está bien, ¡vago!

Es difícil habituarse a hacer ejercicio por la mañana cuando tus ritmos circadianos han sido otros el resto del año pero para eso ya está Avicii...enardeciendo el alma, poniéndome a tope. ¡Vamos! Suelto a lo Nadal.

Decido hacer algo con el saco, piernas. Un par de series de lunges y otro par de sentadillas.
Quema, las piernas arden, los glúteos sufren, el sudor que cae por la espalda me hace cosquillas.
Joder Rubén, ¿hacemos una más? No seas bruto me digo, que mañana también hay que darle caña al tema.
Vale, concedo a mi mente. Tienes razón. No hay que pasarse. Entonces, ¿acabamos ya con unas abdominales? Venga, va.

Me tumbo en la colchoneta, cojo el cronómetro del móvil. Cierro los ojos para mentalizarme. A partir de ahora doce minutos de series descansando veinte segundos entre cada una.

El tiempo corre, quizá en algunos ejercicios más que en otros. La mirada se me va al móvil, ¿ocho minutos aun? Aprieto los dientes, expulso el aire y dejo el estómago vacío para que el esfuerzo se note un pelín más. En algún lado leí o escuché eso, no se si funciona pero lo hago. El teléfono vibra y me pega un pequeño susto al caer al suelo desde la pata de la mesa donde está apoyado. Un correo. ¡once minutos ya! Acelero para hacer más repeticiones en el último instante que me queda hasta finalizar por hoy. 
Me derrumbo en el suelo, respiro fuerte, intentando coger la mayor cantidad de oxígeno posible. Noto las gotas de sudor por todo mi cuerpo.

Dos minutos después, bajo el agua de la ducha, me digo...Julio, welcome back again.

lunes, 5 de junio de 2017

Día 70: El amor visto por diez mujeres.

Amor, dicese de aquello que sentimos al mirar a alguien y no poder desviar la mirada hacia ningún otro lugar. También es la sensación que invade nuestro corazón al saber que estaremos a su lado en unos instantes. Es el erizamiento de la piel al sentir su aliento. Es la pasión desenfrenada al ver su cuerpo desnudo. Es el afecto y cariño que sentimos al ver como duerme y respira. Es la ilusión por hacer y compartir momentos. Es la promesa de una eternidad. Es honestidad, respeto y confianza. Es agarrar su mano con firmeza en los instantes alegres, y con más energía y fuerza si cabe, en los momentos delicados. Atracción mental. Compendio de estados del alma. Es un abrazo por la mañana y una sonrisa al anochecer. Es limpiar la comisura de los labios o quitar un granito de polen del pelo. Gritar de placer su nombre para acabar susurrando al oído un te quiero. Es aguantar las embestidas del tiempo y observar su cuerpo de la misma manera que diez o veinte años atrás. Es una caricia tras una lágrima. Es responder con una sonrisa otra sonrisa. Es un beso lleno de babas y pasión en mitad de una noche oscura. Es contemplar con la misma mirada la luna llena y las estrellas. 

Hace unos días alguien me dijo que mi forma de entender el amor era insana. Una chica a la cual apenas conozco, aunque su opinión dejó un poso de intranquilidad en mi alma. ¿Estaré loco de verdad? Ayer me puse a pensar sobre ello. ¿Y si hago un nuevo experimento? ¿Qué pensarán las mujeres sobre qué es el amor? 

Ayer me puse manos a la obra en esta nueva investigación. En el transcurso de 24 horas he paseado mi mirada por la agenda del móvil. La muestra poblacional ha sido de diez personas. Diferentes edades, desde los 30 a los 40 años. Algunas estuvieron casadas, otras nunca dieron ese paso. Con hijos y sin ellos. Posiciones sociales distintas, ocupaciones y estudios muy diversos. No he querido trasladar esta cuestión a mi perfil de Facebook como en otras imprudentes investigaciones ya que eso no me llevó a ningún lado. Por lo tanto, lo he hecho de manera privada y anónima. Todas conocedoras de mi opinión sobre el tema, mujeres con las que me topé en mi periplo en busca de esa definición que habéis podido leer, y que por alguna extraña o boba razón nunca llegué a conocer. De forma que sus respuestas no tienen connotaciones más allá del posible afecto y respeto mutuo. 

Las contestaciones, la mayoría, comenzaron con una frase...difícil cuestión. 
Eso me lleva a pensar que el amor no es cosa baladí y al menos la gente no se lo toma a la ligera. 
Alguna fue breve y concisa. "Una absoluta expectativa que frustra y da vida."
"Jajajajaja. ¿Ya estás con uno de tus estudios?" Me intuyó una de ellas. Añadiendo. "Bondad, gozo, compasión y libertad." 
Otra, empezó con el consabido "imposible de definir. Demasiado subjetivo." Insistiendo un poquito logré sacarla un..."Hoy no tengo el día para hablar del amor. Déjame unos días para responderte."
Una de las más extensas lo definió como "un sentimiento".
"No es real, tangible, como una casa o una silla sino algo que sientes y susceptible por tanto de dejar de sentir. Y que a mí me hace ser muy valiente. Valiente para construir. Valiente para mandar tus miedos a tomar por saco. Valiente para arriesgarte. Y valiente para aceptar al otro."
Otra se escabuyó por la tangente. "¡Qué preguntaza!" 
Una nueva respuesta breve tras un ¡qué difícil! "Amar es pasión y sentimiento." 
"Amar es compartir experiencias, risas y llantos, alegrías y penas." Me respondió otra de las anónimas encuestadas. 
"¿Sigues con tus cuentos de príncipes y princesas, Ru? ¡Deja de pensar en tanto amor y vive el momento!" 
La más escéptica de todas me respondió con un triste "el amor es un espejismo." 
"Dicen que son mariposas en el estomago, ¿no?" 

Mi aventura a través de las mentes de diez mujeres me deja una conclusión clara. No hay dos formas iguales de amar. Quizá lo importante no sea la manera en la que ames sino el hecho en sí de hacerlo. He buscado la opinión de un hombre para cerrar el experimento y los distintos criterios y pareceres que se dan acerca de la terrible cuestión que me planteé ayer. ¿Qué es el amor?
"En el amor no hay posturas ridículas ni cursis ni obscenas. En el amor todo es ridículo, cursi y obsceno." Mario Benedetti. 

sábado, 27 de mayo de 2017

Día 69: El motivador.

Estaba haciendo un vídeo. Grabando junto a las vías del tren. Ya había estado por ahí más veces, corriendo a través del polvo.
Pero aquella vez iba a ser especial. Iba a ser la última. 
Greg Plitt murió arrollado por uno de esos trenes que decenas de veces había visto pasar mientras hacia su serie de flexiones o abdominales.
Compañero en la distancia. Motivador excepcional que vivía por y para el deporte. Hombre que ayudó a miles de personas a superar sus miedos pensando en sus sueños.
El último video que vi de él estando en vida fue uno que me hizo llorar. Sentado en mi habitación, vestido con los pantalones de deporte y una camiseta, me dispuse a ver uno de sus videos para subir pulsaciones e ir mentalizado a por la batalla diaria contra el peor enemigo que todos tenemos. Nosotros mismos.
Me encontré a Greg, en ese último video, con su perro enfermo. Estaba en una clínica veterinaria esperando para sacrificar a su perrito de toda la vida. Una enfermedad terminal, un tumor que tenía su cara deformada era el culpable de aquel terrible video. Greg, que siempre había estado animando a todos cuantos se acercaron a él, se encontraba hundido. Lloraba desconsoladamente en el suelo de la clínica abrazando a su compañero, a su amigo fiel y leal. El perrito apenas respiraba después de la maldita inyección que el médico le había introducido. Greg le acariciaba una y otra vez. Sollozando, susurrando palabras de aliento mientras su alma, la del enfermo animalito, se despegaba de su cuerpo y subía más allá del arco iris.

Me impactó. Lloré. Lloré tanto que ese día me fue imposible levantar nada, no pude con mi serie de abdominales, ni tan siquiera podía sostener una triste mancuerna de un par de kilos. Esa tarde, me tiré al suelo y lloré compartiendo la infinita pena que sintió un tio al que no conocía. La empatia por alguien que me había ayudado a superar mi apatía, mi desidia.
Unos días más tarde sucedió el atroz incidente del tren.
Greg murió de pronto. Surgieron teorías para todos los gustos. Un suicidio, un despiste del conductor del tren o uno del propio Plitt. Yo quise pensar que ese tío, ese hombre que decía que el mundo es para los que se enfrentan a sus miedos, no pudo suicidarse. Imposible.

Aun hoy, esta mañana al hacer unas pocas series de curl de bíceps, pongo sus arengas de fondo en la tele. Me motivo con sus ejercicios, con sus palabras.

Hace algo más de cuatro años le enseñé un vídeo a mi hermano. Quiero ser como él, le dije. ¿Qué tengo que hacer?
Constancia, me dijo mi sabio hermanito.

Ahí sigo. Intentándolo. Esperando llegar a ser, algún día,  ese tipo de persona que fue Greg Plitt. Un tío que más allá de su esculpido cuerpo era alguien a quien no le importó derrumbarse ante millones de personas cuando su perrito dejaba este mundo. Un hombre que muestra así sus sentimientos merece todo mi respeto y admiración.