Así me siento ahora, en este preciso instante. No deseo hablar con nadie, no quiero interactuar con persona humana alguna. ¿Por qué? Muy sencillo, no entiendo el comportamiento de la gente. No comprendo las motivaciones que llevan a mis congéneres a actuar de la manera como lo hacen.
"¿Sabes eso del amor sobre lo que tanto escribes? ¿Qué pasa, te has enamorado? Si, me ha estallado en la cara. Pero es algo imposible. ¿Por qué? El esta casado y va a tener un bebé."
Esta conversación de ayer me dejó perplejo. ¡¿Pero que cojones le pasa al mundo?! Ella me explicaba que tan sólo había pasado, no era algo buscado. Evidentemente, no lo creo. Soy algo excéptico en eso de que sólo fue una mirada y salieron a flote todos esos sentimientos. Cuidado, no juzgo el comportamiento de ella, persona libre y sin ataduras. Es adulta y supongo que sabe donde se mete. Sin embargo es a él a quien va dirigido todo mi cabreo y frustración. Una persona que hace unos meses decidió tener un hijo, un tío que mientras duerme al lado de su mujer embarazada le dice a otra que esta loco por ella, un energúmeno que antes de que pasara todo esto no se paró a pensar en las consecuencias de sus mensajes por whatsapp. "No hemos hecho nada aún pero estoy enamorada". Esa frase me hizo sonreír, una sonrisa de incredulidad. No hay que follar con alguien para hacer algo, el mero hecho de dormir junto a una mujer y decir a otra que no haces más que pensar en ella ya es demasiado. Ese hombre es un hipócrita, un terrorista emocional.
Dos semanas y media antes de la conversación de ayer iba en el metro un viernes por la noche. Había quedado con una mujer preciosa e iba observando mi reflejo en la ventanilla del vagón intentando dilucidar si había escogido bien la ropa que me había puesto cuando de pronto recibí un mensaje al móvil. "Me ha vuelto a escribir y me ha dicho que busque un sitio íntimo para mañana pasar la noche. ¿Qué hago Rubén?". No daba crédito a lo que leía. Me enfadé y mucho. Cuarenta y ocho horas antes, esa mujer que se planteaba ver a ese hombre, me mandaba mensajes llorando, jurando y perjurando que jamás volvería a tener sexo vacío y sin sentimientos con nadie. ¡Estoy harta de todo eso! Exclamaba entre sollozos. Bien, ¿alguien me puede explicar como un tío de treinta y pico años es tan gañán de decirle a una mujer que busque un sitio para follar? Aunque sea sólo por las formas es para dar de leches a este hombre. ¿Dónde ha quedado relegada la educación? La galanteria de invitar a una mujer a cenar, hacerla sonreír, jugar con las miradas, acariciar su brazo, susurrar al oído... Si quieres meterte en la cama de una mujer hay maneras más elegantes de intentarlo que con un mensaje tan burdo como el que escribió este torpe aquel día.
Más o menos por esos días otra simpática chica me escribía para contarme sus escarceos en temas amorosos. Si, ya se lo que pensáis, parece que soy consultor sentimental o algo así. En cierta forma me halaga pero acabo abrumado por todo este torrente de uniones y rupturas express. La breve historia de esta pequeña mujercita es sencilla. "Hola Rubén, he conocido a alguien y ¡creo que es el amor de vida! ¡Me alegro mucho xxxx! Si, pero quiero que sigamos siendo amigos, ¿vale? Claro xxxx, aquí estaré siempre que quieras."
Una semana más tarde o quizá semana y media volvió a dar señales de vida. "¿Qué tal estas Rubén? Muy bien y tu, ¿qué tal va esa bella historia de amor? Pues no hay historia. Vaya, lo siento".
Pero sin ninguna duda lo que le pasó a otra de mis "clientes" en el consultorio fue de echarse a reír o llorar, no se muy bien. Es una mujer realmente bonita, tiene un cuerpo increíble y una carita de ángel. De ahí que me quedara alucinado cuando me contaba lo que le había pasado. Antes del verano me puso un whatsapp..."creo que he encontrado al definitivo". Durante el tiempo que hablamos me contó como le conoció y que había sido un flechazo, que sentía latir fuerte su corazón. La cosa se quedó ahí, con mis mejores deseos para que de una vez por todas a esta encantadora niña le saliera un príncipe que no fuera rana. La cosa no iba a ser de cuento precisamente. A mediados de Agosto, una tarde después de subir de la playa recibí un mensajito de ella. "¿Qué tal tus vacaciones? Geniales, un poco aburridito en La Manga pero estoy en la playa. ¿Y tu?¿Qué tal tu cuento? Pues creo que era gay. ¿¿Qué?? Si, no me tocó ni una sola vez. Quizá fuera tímido dije yo, incrédulo total. No, ¡que va! Creo que todo era por aparentar delante de su familia."
Pequeños relatos de gente que se acercó a mi buscando una opinión o puede que solamente queriendo compartir algo de su momentánea alegría. Pero la verdad es que no puedo ni opinar ni juzgar porque no comprendo este mundo. No entiendo un carajo de nada. Las relaciones son tan enigmáticamente extrañas como esta jodida expresión...¡Eres tan mono!
Todas y cada una de las mujeres de estas historias me lo dijeron en un momento u otro pero, ¿qué diablos quiere decir?¿Qué soy gilipollas?¿Un imbécil integral? Porque así es como me siento, un moñas, un necio más sobre el planeta. Quizá no sólo eso sino el más estúpido de los estúpidos, ese que aún cree en la honestidad.
Si, hoy no quiero hablar con nadie. Me iré a mi isla desierta y me evadiré de todo y de todos. Hoy no me busquéis, he salido a soñar.