La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

miércoles, 27 de febrero de 2019

6. El líquido verde.

En este mundo hay aún demasiadas cosas que no entendemos. Para comprenderlas habrán de pasar muchos años y es muy probable que yo muera sin saber la respuesta a tales cuestiones.

¿Por qué en Instagram, ese gigantesco y virtual album de fotos en el que deambulan millones de extrañas imágenes, circulan tantas instantáneas de puertas antiguas?
Es algo que me inquieta sobremanera. Centenares de esas misteriosas puertas son fotografiadas cada día. De diferentes colores y tamaños, con aldabas metálicas o sin ellas, de madera vieja que se resquebraja por momentos, con marcos que delimitan su dimensión y en muchos casos un extraño número al lado. Me recorren escalofríos por todo el cuerpo cuando me topo con una de esas imágenes fantasmales del pasado, testimonio sin duda de vidas ya enterradas en lo más profundo de los cementerios diseminados por este chocante mundo en el que transitamos.
Lo realmente mágico del tema es que todas y cada una de esas puertas son instantes robados por mujeres y publicados más tarde en sus perfiles de la popular red social. ¿Es una especie de código? ¿Un complot para dominar el mundo? ¿Este hecho insólito tiene algo que ver con la misteriosa desaparición de las abejas de la faz de la tierra?

Las enigmáticas puertas es algo que me "escama" profundamente pero no tanto como el siguiente secreto que se oculta en el interior de un anónimo frasco.
Hace tiempo ocurrió algo extraño en lo que no quise profundizar demasiado. Una noche, en una casa ajena, abrí el frigorífico para coger un par de cervezas. La dueña de la casa me había pedido que fuera a la cocina a por ellas, y sin pensarlo demasiado fui a buscarlas. Dentro de aquel electrodoméstico había pocas cosas. Latas de cerveza, leche, recuerdo una tableta de chocolate empezada y algo guardado en un tupper. Sin embargo, toda mi atención fue a parar a una botella de cristal lleno de un líquido verde. ¿Pero qué diablos es eso? Me dije cogiendo la botella y dudando por un momento si abrirla o no. ¿Sería peligroso? ¿Algún virus alienígena de más allá de nuestra galaxía? Bueno, quizá esto último lo pensé porque ya iba pelín achispado pero aún hoy no descarto tal posibilidad.
El caso es que tras unos segundos de indecisión dejé la botella en su sitio y con un par de latas de cerveza en la mano me senté en el sofá y mirando a la chica a los ojos le pregunté, ¿tengo que preocuparme por la botella de líquido verde que  hay en tu frigo? Ella, con mirada de chuza total sonrió y dijo, Ru esa botella contiene un secreto que jamás desvelaré.

Esta historia acojona pero, la siguiente pone los pelos de punta. Con solo pensar en ello se me eriza el bello y mi vista se pierde en la pared que frente a mi divide el piso de mi vecina y el mio. Ruidos. Escándalo. Alboroto. Chasquidos. Bulla. ¿Por qué las mujeres que habitan frente a mi son tan abrumadoramente efusivas con sus gémidos cuando estan con el novio de turno? Es algo que me tiene confuso, aturdido. A ellos no se les oye, ni un breve aullido, ni un timido sonido gutural. Pero ellas parece que estan en plena guerra mundial, enfrentadas a todo un jodido regimiento de artillería. Con un poco de imaginación casi puedo ver escenas regadas con un Wagner pletórico. Vítores y arengas, ánimos de todo tipo, gritos de alivio, sollozos de éxtasis puro y duro. ¿Pero qué diantres ocurre aqui? Subo la tele, me pongo los cascos, aliento a Maga a jugar para que sus maullidos oculten el espeluznate espectáculo que tras los muros se debe estar dando.
¿Una nueva conspiración? ¿Me he vuelto demasiado susceptible? ¿O es sólo la envidia de no tener a nadie que gima a este lado de la pared?

Cambiemos este ambiente fosco y lóbrego por uno más literario y culto. Ideal para cualquier seguidor de Jung o Freud. No obstante no nos dejemos engañar por este tema de libro sesudo y enrevesado, esto es de lo más terrorífico. En cada ocasión que me he hecho esta pregunta me han entrado sudores frios, e incluso he notado cierta presencia que tras mis hombros se rie en una carcajada de ultratumba. Sin duda, los espíritus de miles de millones de chicas que han ido poblando este mundo se descojonan de mi inocencia e inexperiencia en temas de esta índole. Pero vayamos al grano, ¿por qué estúpida razón las mujeres siempre se mantienen a la expectativa? Como digo, tema complejo y de muchas ramificaciones pero sin una respuesta definitiva.

Todos los que han leído alguna de mis historias saben que no soy muy docto en el conocimiento de la mente femenina, aunque me haya devanado los sesos intentando entender los resortes que hacen funcinar su intrincado cerebro.
Estas son algunas de las cuestiones que han desvelado mis sueños, ¿qué se esconde tras el líquido verde?¿cuántas puertas más he de ver en Instagram?¿a las mujeres en general les gusta ser escuchadas o solo a las que se mudan frente a mi?¿por qué cuando una chica quiere algo, ya sea un helado de fresa o un beso a la luz de la luna, el chico ha de adivinarlo?
Cosas que de momento estan fuera del alcance de mi entendimiento y, como diría Platón en boca de Sócrates, solo puedo afirmar que no se nada.