La vida no se mide en minutos se mide en momentos.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Cuento de soledad

Mientras escucho "the flower duet", una bellísima melodía, rememoro lo que aconteció hace justo un año.
Es inevitable que mi mente vaya hacia atrás e intente hacer un ejercicio terriblemente doloroso y que me tiene desde hace unas horas increíblemente triste. 
365 días atrás me dirigía a Pamplona. Mi hermano me había invitado a su casa a pasar el puente de todos los santos. Y acepté. Lo necesitaba. Me sentía el hombre más solitario del planeta. Abandonado, sin amigos y con un futuro incierto decidí que cambiar unas horas de aire me vendría bien. Un día antes de ir a Navarra me mudé de mi casa. Esa noche fue la primera que dormí completamente sólo, ayudado por pastillas para calmar mi ansiedad. Volví a una cama que antaño fue la mía pero que ya no la sentía así. Incómodo y triste subí a mi habitación y me tumbé sin apenas cenar. Y lloré. Un par de horas de lágrimas ahogadas en la almohada. Al meterme dentro de las sábanas hice el gesto de tantear a mi lado, algo que había hecho tantas veces en años anteriores, y sólo encontré la pared. Mi corazón lloraba, mi alma gritaba, mis ojos derramaban lágrimas, mi respiración entrecortada apenas me dejaba respirar. En ese momento decidí que necesitaba salir de allí. Y al día siguiente cogí el coche y tomé la carretera en dirección al norte. 
Llegué para la comida. Mi hermano me había hecho su famoso arroz con huevo y hablé con él y con Maite mientras comíamos. Me desahogué. Cada 5 minutos miraba el móvil por si ella me escribía preguntando que tal estaba. Ningún mensaje recibí y eso me entristecía más aún. Maite incluso llegó a decirme que como lo volviera a mirar una vez más me lo quitaría. Ella me había dicho que necesitaba pensar, tiempo pedía. Yo intenté convencerla de arreglar las cosas juntos. Cambiaría lo que fuera, le dije, si con eso seguimos juntos. Ella se negó. Estaba enamorada de otro y según me confesó más tarde nunca fue sincera en ese aspecto conmigo para no hacerme más daño. Craso error. Eso hizo que tuviera esperanzas durante un par de meses. 
El segundo día en Pamplona Dani me llevó a dar una vuelta. Por la mañana anduvimos por un parque y yo observaba a las parejas cogidas de la mano y le confesaba a mi hermano entre suspiros, ojalá estuviera así con ella. Ojalá nada de esto hubiera ocurrido. 
La sensación de poder reconducir la situación fue decayendo. Pero no abandoné la idea e incluso el día que supe a ciencia cierta que había otra persona una pequeña ilusión se mantuvo en el fondo de mi corazón. 
Siempre fui un chico solitario. La música, los libros y el cine llenaban mi vida. No necesitaba más. Cierto es que mi alma anhelaba el amor. Si, mi corazón deseaba amar. Pero vivía mi vida tranquilamente, soñando que algún día esa mujer aparecería y yo sería feliz eternamente junto a ella. Me creía las historias de amor del cine y los libros. ¿Por qué si a ellos les pasa no me puede suceder a mi?¿Por qué no va a existir el amor verdadero?
La soledad de entonces no era como la que conocí hace un año. La de antes era mi elección. La de ahora era obligada por los acontecimientos. 
Durante un par de meses sólo me escondía. No quería saber nada y deseaba que el tiempo pasara rápido. Esos días fueron de una soledad tremenda. El mundo me había dado la espalda, y por mundo quiero decir ella. Porque ella era todo para mi. 
El día de año nuevo, buscando revertir esa situación me fui de Madrid. Necesitaba pensar, aclarar mi mente y tranquilizar mi espíritu. El primer día del año cené solo. Viendo Jacky Brown y comiendo un bocadillo en el salón de la casa de La Manga. Y curiosamente esa soledad me gustó. La había escogido yo para evadirme de la Navidad. Durante los 5 días siguientes paseé por la playa a solas, hice deporte y pensé. Podía volver a estar sólo. Mi vida sería más triste sin amar pero me di cuenta de que ya no la necesitaba, su amor ya no era indispensable para que yo sobreviviera. La decisión estaba tomada. Y poco a poco comencé a desenamorarme. Un proceso lento y costoso. 
Lo primero era encontrar a gente que me quisiera tal y como soy. ¿Pero cómo lograr eso? No me había abierto al mundo nunca, jamás había contado nada de mis sentimientos. ¿Qué hacer? El blog recién inaugurado me serviría. Se volvió cada vez más personal. Mis vivencias, mis pensamientos, mis sueños. Todo lo que yo era lo plasmé en palabras escritas. Me fue sencillo, apenas me leían dos o tres personas. Y abrí mi alma como nunca antes lo había hecho. 
Y algo inaudito sucedió, las nuevas personas que entraban en mi vida pensaron que yo era un buen chaval. Me dijeron que era sensible e incluso alguna me dijo que era su amigo. No puedo evitar llorar ahora mismo de emoción, yo que me creía horrible era ahora el paladín de la gente soñadora que creía en el amor verdadero. 
He recorrido un largo camino desde hace un año. Un duro sendero que apenas he comenzado. Durante unos años olvidé quien era yo, mi espíritu andaba perdido. Ahora me he reencontrado con lo que una vez fui, algo que siempre estuvo ahí dentro pero que por alguna causa desapareció de mi vida. 
El mundo es demasiado loco para mi a veces, no entiendo muchas de las cosas y me da un miedo terrible enfrentarme al futuro, más que nada porque estoy sólo. Sin embargo sigo creyendo, como un niño que mira a los Reyes Magos en la cabalgata y dice a su madre, ¿has dejado las galletas y el vaso de leche verdad mami? Yo aún me emociono al ver a Melchor, Gaspar y Baltasar. Aún sigo diciendo ¿Por qué si en las películas existen los finales felices yo no voy a tener uno así?¿Por qué si en los cuentos de hadas la historia siempre acaba con el beso del príncipe a la bella princesa yo no puedo tener mi final soñado? .....y vivieron felices para siempre. 

And the beautiful princess kissed the prince charming and they fell in love and lived happily ever after.